XII. El consejo del Ingeniero Serko

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Tomás Roch, que se ha puesto al trabajo, perma-


nece largas horas bajo un cobertizo de la ribera iz-


quierda, en el que ha establecido su laboratorio. Na-


die más que él entra allí. ¿Acaso quiere trabajar solo


en sus preparaciones, sin indicar las fórmulas? Es


muy posible. Respecto A las disposiciones que exige


el empleo del Fulgurador Roch, tengo motivos para


creer que son muy sencillas. Efectivamente, este gé-


nero de proyectil no necesita ni cañón, ni motor, ni


tubo de lanzamiento, como el Zalinski. Por ser au-


topropulsivo lleva en sí su poder de proyección, y


todo navío que pasare en cierta zona correría el riesgo de hundirse solamente por efecto de la con-


moción de las capas atmosféricas. ¿Qué se podrá


contra Ker Karraje, si éste dispone de semejante


aparato destructor?


Del 10 al 17 de Agosto.- Durante esta semana, el


trabajo de Tomás Roch ha proseguido sin interrup-


ción. Todas las mañanas el inventor entra en su la-


boratorio, y no sale hasta que llega la noche. No


procuro acercarme a él ni hablarle. Por más que


continúa indiferente a todo lo que no se relaciona


con su obra, parece estar en completa posesión de sí


mismo. Y ¿por qué no? ¿No ha llegado a la com-


pleta satisfacción de su genio? ¿No está en camino


de realizar sus planes, desde largo tiempo concebi-


dos?


Noche del 14 al 15 de Agosto.- A la una de la ma-


drugada despertóme con gran sobresalto al oír el


ruido de algunas detonaciones que vienen del exte-


rior.


¿Es un ataque contra Back-Cup?- me pregunto.-


¿Se habrá sospechado el empleo de la goleta del


Conde de Artigas, y será perseguida a la entrada de


los pasos? ¿Se trata de destruir el islote a cañona-


zos? ¿Va al fin a hacerse justicia en todos estos


malhechores, antes que Tomás Roch haya termina do la fabricación de su explosivo, antes que los apa-


ratos estén en Back Cup?...


Al cabo de un rato, estas detonaciones, muy vio-


lentas, estallan con intervalos casi regulares. Me


acomete la idea de que si la Ebba se hunde, siendo


imposible toda comunicación con el continente, el


avituallamiento del islote no podrá efectuarse.


Verdad es que el tug bastará para transportar al

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