XIV. EL «SWORD» Y «EL TUG»

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Durante esta noche, sin sueño, he seguido al ba-


rril con el pensamiento. ¡Cuántas veces me ha pare-


cido verle chocar contra las rocas, detenerse en al-


guna excavación! Un sudor frío me invadía de pies a


cabeza... Al fin, el túnel estaba franqueado; el toneli-


llo pasaba; la corriente le conducía a plena mar.


¡Dios mío! ¡Si el oleaje le volvía a la entrada, y


después al interior de Back-Cup...! ¡Si al llegar el día


yo le vería otra vez...!


Me levanto al amanecer, y me encamino a la ribe-


ra... Observo... Ningún objeto flota en las tranquilas


aguas del lago.
En los días siguientes se ha continuado el trabajo


del perforamiento del corredor en las condiciones


sabidas. El ingeniero Serko hace saltar la última roca


a las cuatro de la tarde del 23 de Septiembre.


La comunicación está hecha; consiste en un es-


trecho pasadizo, para pasar por el cual es preciso


encorvarse; pero esto basta. En la parte exterior, el


orificio se pierde en medio de los escombros del


litoral, y será fácil obstruirle si fuera necesario ha-


cerlo.


Claro es que desde este día el pasadizo va a ser


severamente guardado. Nadie, sin estar autorizado


para ello, podrá pasar por allí, ni para penetrar en la


caverna ni para salir de ella... Es, pues, imposible


escapar por este sitio.


25 de Septiembre.- Hoy por la mañana, el barco


submarino ha subido de la profundidad del lago a la


superficie. El Conde de Artigas, el capitán Spada y


la tripulación de la goleta acostan en el muelle. Pro-


cédese al desembarco de las mercancías conducidas


a bordo de la Ebba. Veo cierto número de sacos que


contienen provisiones, cajas de conservas, toneles


de vino y de aguardiente, y además varios fardos


destinados a Tomás Roch.
Al mismo tiempo los hombres colocan en tierra


diversas piezas de maquinaria que afectan la forma


de discos.


Tomás Roch presencia el desembarco de estos


objetos. Su mirada brilla con extraordinario fuego.


Después de haber cogido una de estas piezas, la


examina y mueve la cabeza con señales de satisfac-


ción. Noto que su alegría no estalla en palabras in-


coherentes, que ya no es el antiguo pensionista de


Healthful-House. Me pregunto si lo que se creía lo-

Ante La BanderaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora