Capítulo 11

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Viernes. Hoy es el maldito viernes y quisiera saber como hizo la señora Amanda para convencerlos de a me dejen tener el juicio.
—Listo, todo va a salir bien, tu yo sabemos que nos hiciste nada en contra de mi hija, no hay por qué ponerse nervioso Nicholas. —intenta tranquilizarme la señora Amanda y yo asiento inseguro.
—muy bien hijo, ya es hora — besa mi mejilla y se sienta en su lugar.
Respiro profundo una y otra vez pasando mis manos por mi cabello con nerviosismo y miedo mientras me siento a un lado del enorme escritorio de madera donde se encuentra el juez canoso sosteniendo un martillo de madera y unos papeles.
La señora Amanda vestida con un vestido color tinto me mira y sonríe igual de nerviosa que yo.

...salgo de mi casa en cuanto recibo el mensaje de Carlota:
Carlota, 4:30 p.m:
Abre la puerta, estoy afuera ;)
Si, aveces Carlota se aparece en mi casa por arte de magia.
Lo primero que veo es su larga cabellera rubia y su enorme sonrisa provocando que yo también sonría.
hola Carlota
adivina que...
¿¡ creciste un centímetro más!? amm no — dice haciendo un puchero y luego sonríe de nuevo. —amm no, no sé ¿qué pasó Carlota? — digo y arruga si nariz, me encanta molestarla.
¡APROVÉ MATEMÁTICAS! —da pequeños saltos gritando emocionada.
haber haber, no escuché un "gracias guapo Nicholas por enseñarme matemáticas porque soy muy floja como para poner atención en clase"
Ella ríe y reparte besitos por mis mejillas y frente; no voy a mentir, el deseo de besarla en los labios es torturante teniéndolos tan cerca.
gracias feo Nicholas por ayudar a esta no floja persona — se señala y yo ruedo los ojos divertido.
hay que entrar — digo y ella asiente feliz entrando a mi casa y grita "¡hola Señora Miller!" y no puedo dejar de sonreír...

¡Pas-pas-pas-pas-pas!
El sonido del pequeño martillo de madera suena en toda la sala y enseguida reina un sepulcral silencio.
Mis manos empiezan a sudar nervioso y muevo mi rodilla de arriba a abajo.
El juez, un señor gordo y canoso de unos cincuenta años me mira serio.
—hoy quince de febrero de este año en curso empieza el juicio que determinará si se le da o no la libertad al joven Nicholas Miller, o en todo caso bajarle la condena.
— aquí lo acusan de asesinato a una menor de edad; la joven Caroline Rose. Al parecer a las 19:00 horas se encontró el cuerpo inconsciente en frente del Hotel One. La Señorita dejó una nota en la orilla de la terraza...— leía un hombre con traje en voz neutra y aburrida mientras un pozo crecía en mi pecho y las ganas de llorar eran demasiadas, hace ya rato que dejo de escuchar lo que el señor lee; ya me se le historia, la recuerdo y la sueño todos los malditos días, yo estaba ahí pero yo no lo maté.
—¿algo que decir en su defensa?
—yo no la maté. Yo no la obligué a escribir esa nota.
—¿eso es todo lo que tiene que decir en su defensa?— dice y me paso la mano por mi cabello y respiro profundo mientras cuento toda la historia. Veo a la señora Amanda sollozando mientras se tapa la cara con sus manos y yo intento deshacer el nudo de mi garganta mientras cuento cada doloroso detalle.
—...ella me dijo que ya era hora, yo sabía perfectamente a que era lo que se refería y obviamente me negué a que lo hiciera, me lo planteó muchas veces y yo me negaba todas las veces pero ella... ella insistía e insistía en que debía irse, desaparecer de este lugar entonces ese día...ese día le dije que si, que iría con ella, lo hice con la esperanza de que se arrepintiera a última hora y...
n-no no lo hizo. Se fue...— seguí contando mientras revolvía mis manos entre mis piernas y luchaba para que mi voz no se quebrara.

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