6. Día escolar

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Previamente:

La paz inundó el cuerpo del modelo,  hasta caer bajo los brazos de Morfeo. Sabía que mañana, otro día ajetreado le esperaba.

El Sol había salido, la hora de despertar llegó y ciertos jóvenes de París habían estado esperando por ello. Ambos despertaron con gran energía en comparación a su estado anímico de la noche anterior.

—Buenos días, Adrien.— dijo la Kwami mientras estiraba su pequeño cuerpo.

—Buenos días... Tikki.— aun somnolienta, contestó la de pijama blanca. No se había movido de como estaba dormida, hasta darse cuenta en donde se encontraba su mano derecha: justo en su pecho. Con gran rapidez, la de cabellos azabache retiró su mano, mientras sentía sus mejillas enrojecerse.

La carmesí rió un poco, mientras emprendía un pequeño flote. Debido a la sorpresa, la Cheng había despertado por completo en unos cuentos segundos. La dama se incorporó de la cama, para luego bajar las escaleras que llevaban al principal lugar de la habitación.

—Vamos, apúrate que te debes de cambiar.— le indicó la criatura mágica a su contraria. Ésta tomó la ropa que se encontraba cercana.

—Aquí voy de nuevo... Espero hacer ésto por ultima vez.— sin ganas, comentó el interno Adrien. Juntó aire para luego deshacerse de ambas prendas: primero la superior y luego la inferior. Con un tono carmesí en su rostro, la de ojos azulados se vistió rápidamente y sin observar su reflejo en el espejo cercano.

«Si echo un vistazo, no podré ver a Marinette a los ojos cuando estemos en la escuela... Lástima» se dijo a sí mismo la esencia del Agreste.

Cuando había terminado de colocarse adecuadamente la ropa correspondiente, Marinette notó que su cabello seguía sin sujetar, por lo que se aproximó al tocador que se encontraba en la habitación y se sentó frente a él. Cepilló torpemente su melena, sin evitar fuertes jalones en él.

—Ser chica es muy complicado.— soltó la de chaqueta negra mientras alisaba su cabellera.

—Y eso que Marinette no esta en esos días difíciles...— comentó la Kwami en voz baja, logrando el poco entendimiento de la chica que le acompañaba.

—¿Qué dijiste, Tikki?

—¡Nada, nada! Te aconsejo que te apures, porque quedaste en verte con Marinette más temprano, ¿cierto?— con ello, la mágica criatura evadió la pregunta.

Gracias a la falta de experiencia de Adrien, sujetó su cabello de manera equivocada y despeinada. Sin importarle mucho aquel asunto, la joven bajó hacia la principal sala del hogar; no sin antes ocultar a Tikki en su bolso.

—Buenos días, cariño.— dulcemente, comentó Sabine a su supuesta hija; ésta respondió en saludo algo torpe para luego quedarse de pie en medio de la sala.

—Hoy tengo que irme un poco más temprano, mamá.— el interno Agreste trataba de esconder sus nervios al pronunciar cada palabra.

—De acuerdo. Pero no te vayas sin desayunar: toma este Croissant y ve comiéndolo en el camino.— le dijo Tom, el cual desayunaba en la mesa de la cocina.

Los ojos color cielo de la muchacha se iluminaron como si se tratara de un pequeño infante a la expectativa de un nuevo juguete. Con gusto lo aceptó para después despedirse de los adultos con gran felicidad; saboreaba su sencillo desayuno mientras cruzaba la calle para llegar al colegio. Para su sorpresa, el de cabellos oro ya se encontraba a la entrada del lugar.


La alarma que indicaba el inicio de un nuevo día resonaba en los oídos del Agreste, el cual imploraba por dormir unos cuantos minutos más.

—¿Por qué tan temprano?— cuestionó algo disgustado el felino, mientras flotaba hacia el lejano celular. Lo tomó con fuerza y lo arrojó justo sobre el rubio, haciendo que éste despertara por completo debido al fuerte y molesto ruido.

[ML] Atrapados en otro cuerpo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora