16. Suerte, Chat Noir

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Previamente:

—Ladybug... Chat Noir... Pronto acabaré con ustedes.



***

—Tranquila niña... Relájate y come un poco de queso, es bueno para el alma.— ordenó con felicidad el Kwami de la destrucción al ver que su usuario no paraba de caminar por toda la habitación.

—¿Cómo me puedes pedir que esté tranquila cuando Alya llamó hace pocos minutos?— preguntó con ligera angustia el joven. —La pude distraer con el tema de Ladybug pero... Si recuerda con exactitud lo que pasó, puede ser que le llame a Adrien y él no le diga lo mismo que yo, haciendo que Alya empiece a dudar y descubra que estamos en diferentes cuerpos... ¡O incluso que somos los héroes de París!— entre llanto actuado y verdadera preocupación, el habla del modelo se volvía cada vez más rápida y exagerada; hasta que decidió por derrumbarse en su cama para dejar que su imaginación consumiera su cerebro.

—Vaya... Prefiero el acoso de Adrien por Ladybug que la imaginación de esta chiquilla. —soltó Plagg entre dientes.

—¡Mi vida esta arruinada! Ahora tendré que empacar todo e irme a vivir a algún país de otro continente...— sollozaba el Agreste; con éste último comentario, se ganó una carcajada por parte del felino.

—Si tanto te preocupa, ¿por qué no vas a visitarlo? Sólo ve como Chat Noir y ya, asunto arreglado.— propuso libre de preocupaciones el ser negruzco, después, se dispuso a comer el ultimo pedazo de Camembert que se encontraba en una pequeña bandeja.

Las quejas del chico cesaron por unos segundos, los cuales Plagg catalogó como "paz absoluta". Después de analizarlo de manera rápida en su mente, el de chaqueta blanca avanzó velozmente hacia su Kwami para brindarle un fuerte abrazo nada placentero para el gato. —Eres un genio, Plagg.

—Si, si, como sea. Ahora apúrate, que regresando tengo una cita con esas bellezas.— indicó algo emocionado el felino al mismo tiempo de que señalaba unos pedazos de su lácteo favorito.

La interna Marinette se limitó a reír un poco y asentir con la cabeza. Estaba lista para iniciar su transformación: cerró el puño derecho, en donde se encontraba su anillo y de inmediato, extendió el brazo de éste mismo lado.

—¡Plagg, trans...!— el adolescente no pudo terminar de pronunciar aquella frase para convertirse en el apuesto gato de color negro gracias a que la puerta de su habitación se abrió de par a par en cuestión de muy pocos segundos. El chico se quedó inmóvil al ver de quien se trataba; nada más y nada menos que de Gabriel Agreste.

La tensión aumentó completamente. El de mirada verdosa seguía sin moverse, aquella pose no le favorecía en nada: su brazo derecho extendido con el puño cerrado mientras que el izquierdo se encontraba ligeramente hacia atrás, las piernas dobladas y separadas mientras que su rostro se veía pálido y lleno de nerviosismo.

Ninguno se atrevía a mencionar nada. El inexpresivo hombre simplemente se mantenía quieto cerca de la puerta, mientras que el chico le rogaba a toda la Corte Celestial que no tuviera más problemas de los que ya había vivido en ese mismo día. Afortunadamente, el Kwami se logró ocultar bajo la cama del joven antes de que Gabriel entrara por completo al lugar.

—¿Se puede saber qué hacías?— por fin cuestionó el padre, con tono frío y cortante. Cuando la voz del de lentes llegó a los oídos la verdadera Marinette, ésta sintió un escalofrío en toda su espalda; se limitó a pasar saliva con dificultad y volver a una postura normal lentamente.

[ML] Atrapados en otro cuerpo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora