12. Excusa creíble

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Previamente:

«Cuando solucionemos nuestro problema, te aseguro que eso cambiará, Princesa» advirtió el verdadero Adrien para después avanzar a su hogar.


***

—Me voy a morir... Tikki, por favor ve escribiendo mi testamento... O el de Marinette, no se...— llena de pereza, dijo la dama que se mantenía sentada enfrente de su escritorio, recostada y con los ojos cerrados.

—Vamos Adrien... Realmente ya saliste de ese asunto. Deberías estar alegre de eso.— respondió la Kwami tratando de darle ánimos a la de coletas.

—Eso si.— la Cheng se reincorporó. —Hablando de todo corazón, no se cómo sobreviví a esto.— un pequeño tono rojo se postró en las mejillas de la muchacha.

La criatura rió un poco. —Todavía recuerdo cuando hace un par de días ni te podías levantar de la cama.

—Y sigo igual, Tikki; pero he tenido que aprender a vivir con ello.— la de ojos cielo cerró su puño mostrando determinación.

—Apuesto que serás una perfecta mujer, Adrien.— otra risa salió de la Kwami.

El verdadero Adrien se le quedó mirando unos cuantos segundos a su compañera con semblante de fastidio. —Qué graciosa, Tikki.— dijo sarcásticamente para después fingir una risa.

—¿Dices que hoy, aprovechando que no hay escuela, vas a buscar al Akuma con Marinette?— preguntó la carmesí mientras se sentaba en el hombro de la chica.

—Si... Espero que todo salga bien y la encontremos, hace varios días que no hay noticias de ella.

Antes de contestar, Tikki flotó hasta la ventana y esbozó una pequeña sonrisa; se quedó a allí un momento hasta que regresó con la adolescente de chaqueta negra.

—¿Qué pasa?— cuestionó curiosa la estudiante al ver aquella acción de la pequeña.

—Nada, nada... Solo no te muevas de aquí, ¿de acuerdo?— señaló la mágica criatura, haciendo que la azabache quedara viendo al lado contrario de la ventana.

—Tikki, ¿Qué estás...?— la joven no terminó su frase ya que había sentido unas manos cálidas encima de sus ojos. No se movió ni dijo nada, ya que el susto creó un nudo en su garganta.

—Dices alguna palabra y te aseguro que no saldrás libre de esto.— dijo la voz masculina muy cercana al oído de la chica; la habitación se llenó de silencio cargado de tensión. Aquel sujeto estaba muy cerca de Marinette, lo suficiente para incomodar al interno joven.

Después de unos cinco segundos, una fuerte risa se escuchó en todo el lugar. El joven amenazador soltó a la dama para sentarse en una silla y tratar de tranquilizarse; de inmediato, la adolescente se volteó. Aquel rostro era conocido, por lo que su miedo se esfumó y un ligero fastidio se apoderó de su rostro.

—No da risa, Chat Noir.— comentó al ver como el mencionado no paraba de carcajear.

—Es que hubieras visto tu cara... ¡En serio si que tenias miedo, Adrien!— entre risas, soltó el felino. Limpió una pequeña lagrima que amenazaba con salir de su ojo y se levantó para quedar frente a frente a la muchacha. —Perdón, pero tenía que hacerlo.

[ML] Atrapados en otro cuerpo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora