9. Modelaje en proceso

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Previamente:

—De acuerdo. Estoy seguro que Marinette podrá ir, ¿verdad?— comentó alegre el rubio mientras abrazaba con un solo brazo para apegarla a su cuerpo.


La de lentes volvió a darle una mirada de pies a cabeza a la de coletas para inspeccionarla rápidamente, asintiendo ligeramente para sí misma.

—Si la señorita esta de acuerdo, ahora mismo nos vamos al estudio.— informó Nathalie, para luego regresar al automóvil.

Una vez solos, los jóvenes se observaron mutuamente. Sabían que iba a ser un caos si la verdadera Marinette iba sola a la sesión fotográfica, por lo que la ayuda de su contrario era muy buena.

—Si dependiera de mi, te digo que sí te puedo acompañar... Pero no se si tus padres te dejen.— en tonalidad baja le dijo la de ojos azules al modelo, el cual se encontraba ligeramente nervioso.

—No te preocupes... Solo diles que tienes que hacer algo relacionado con la escuela y regresarás hasta tarde.— llena de confianza, propuso el de chaqueta blanca.

—¿Acaso les das esa excusa para escaparte de ellos?— algo divertida, preguntó la Dupain-Cheng para juntarse un poco más al muchacho.

—Claro que no...— insinuando ofensa, el de cabellos rubios se volteó hacia el lado contrario de su acompañante.

La de coletas rió un poco. —No, claro que no.— agregó sarcásticamente. Tomó su teléfono y entres sus contactos, buscó el número de la casa de los Dupain-Cheng; al darse cuenta que no existía dicho número, cayó en cuenta que no era el celular de la dama. —¿Me prestas tu teléfono? No les puedo llamar desde el mío.— excusó.

Accediendo a tal petición, el de ojos esmeralda le entregó el aparato listo para llamar. Del otro lado de la línea se escuchó el sonido del medio de comunicación; al tercer tono, la bocina se descolgó.

—¿Marinette? ¿Todo bien, cariño?— dulcemente, preguntó la adulta de la casa.

—Eh... S-si mamá.— al verdadero Agreste todavía le resultaba difícil decir aquella palabra sin sentir alguna presión en el pecho. —Te iba a preguntar si puedo llegar un poco más tarde... Hoy tengo que hacer un trabajo escolar con un compañero del salón.

La chica al teléfono observó de reojo al de chaqueta blanca, el cual levantaba su pulgar en señal de aprobación. Un silencio se hizo presente en la línea.

—¿Con quién harás aquel trabajo?— le cuestionó Sabine a su hija.

—Es un chico llamado Adrien...

—Oh! Entonces no hay problema; cuídate y mándame un mensaje cuando regreses a casa.— se escuchó un corto silencio. —¡Suerte, cariño!— de inmediato respondió la de cabello corto, la mujer sonaba algo alegre y divertida. Ella colgó de inmediato, impidiendo que escuchara alguna contestación de la adolescente.

La Cheng le devolvió el dispositivo móvil a su dueño. —Al parecer, no hay problema.— soltó después de exhalar pesadamente.

Se aproximaron al automóvil gris y subieron a él: el modelo del lado derecho y la ayudante en el izquierdo; ambos se colocaron el cinturón de seguridad de su lugar. El transporte arrancó cuidadosamente y con él, un silencio tormentoso para el Agreste.

«¿Acaso así es la vida de Adrien? ¿Siempre es tan gris? A parte de los chicos en la escuela y Plagg, realmente no habla con nadie... Tal vez por eso actúa de esa manera cuando es Chat Noir» pensó la esencia de Marinette, a los pocos segundos, el rostro de ésta expresaba una gran tristeza.

[ML] Atrapados en otro cuerpo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora