Capítulo 3

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Decir que Kurt estaba malhumorado sería la subestimación del mes. Se había quedado hasta las seis y media de anoche (o esta mañana si alguien quería ser analítico), frustrado e inquieto después de que Mitch fuera a su casa, y le había tomado un tiempo quedarse dormido incluso entonces. Había planeado dormir, pero entonces Seb había llamado a las malditas once de la mañana, y había sido lo suficientemente descarado como para asustarlo y despertarlo completamente, gritando acerca de una emergencia antes de reírse como si fuera la mejor broma del mundo, y definiendo emergencia como una cita para almorzar. Y ahora era el mediodía, o casi -pudo haberse distraído tratando de cubrir los círculos oscuros bajo sus ojos- y Kurt estaba de mal humor, entrando en la cafetería-bar con la intención de patear el trasero de su amigo.

Por supuesto, Sebastian lo conocía demasiado bien como para darle una oportunidad. Tan pronto como Kurt entró y dio algunos pasos hacia la mesa de siempre, lo agarró y lo saludó con un húmedo y exigente beso. Pero él también conocía a Seb, por lo que sólo lo llevó por la sensación de seguridad, devolviendo el beso durante unos segundos, antes de morderle fuertemente el labio inferior. Su amigo se alejó de golpe, con un grito ofendido.

— ¡Ow, perra!

Kurt se encogió de hombros.— No pongas tu boca a donde no pertenece, ¿tu madre no te enseñó eso?

Sebastian resopló. volviéndose hacia el bar, no sin antes aterrizar una astuta nalgada en el trasero de Kurt.

— Me parece bien. ¿Un Moka light grande con carga extra de cafe?

— Y un muffin de avena.

— Mm, exigente.

— Lo dice el hombre que me obligó a levantarme de madrugada y venir aquí antes de desayunar.

— Cariño, tu madrugada es la bien ganada hora del almuerzo para la gente trabajadora. —Sebastian le dio el dinero al barista y empujó a Kurt hacia su mesa.

— No es mi culpa que ellos insistan en mantener ese horario. —Kurt se instaló en su sillón favorito y sólo entonces se dio cuenta que no estaban solos. Blaine estaba sentado en la esquina, bebiendo un latte chico, y junto a él, Cooper estaba jugando con unas galletas; Kurt arqueó una ceja.

— Wow, hola chicos. Seb, ¿cómo lo hiciste? ¿Ataste a Coop para traerlo aquí? No creo que él sea capaz de dejar su oficina voluntariamente durante horas de trabajo.

Sebastian rió entre dientes y le pasó su café a Kurt, quien bebió de inmediato.

— Mas o menos. Hubo patadas y gritos.

Todo el mundo se rió excepto Cooper, quien gruñó algo acerca de unos documentos importantes y calendarios. Finalmente la cafeína se extendía lentamente por su sistema. Kurt mordisqueó su muffin y preguntó.

— ¿Entonces cuál es el motivo para esta reunión a estas horas tan intempestivas?

Sebastian tuvo el cuidado de mover su silla un poco lejos de él antes de responder.

— Bueno, estaba aburrido... un día tranquilo en el trabajo... —Sonriendo ante las similares miradas de sorpresa de Kurt y Cooper, continuó.— Así que decidí que ya era hora de conocer a Anderson Junior. Bello muchacho, si me permiten decirlo. —Blaine esbozó una débil sonrisa, luciendo intimidado.— ¡Además de que necesitaba saber todo acerca de tu cita de anoche! Así que dime, ¿Es Mick el indicado?

Incluso Cooper se animó ahora y lo miró fijamente. Kurt gimió.

— Primero que nada, su nombre es Mitch, no Mick. En segundo lugar, fue sólo una cita, chicos, no un compromiso. No veo por qué están tan emocionados con eso.

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