Para el siguiente sábado -el día de su cumpleaños y último día en Nueva York- Blaine casi se había olvidado de que algo inquietante había sucedido. Kurt había decidido que, dado que ya no tendrían el fin de semana para celebrar adecuadamente, con el vuelo saliendo en la mañana del domingo, Blaine merecía toda una semana de cumpleaños en su lugar. Los resultados fueron alucinantes. Blaine nunca se había sentido tan amado y apreciado en toda su vida.
Empezando el lunes por la mañana, hubo flores todos los días, desde rosas rojas individuales y lirios, hasta un ramo de girasoles y claveles rojos entregados la única mañana de la semana que no se quedó toda la noche con Kurt.
Hubo dos espectáculos de Broadway. Una caminata romántica a la media noche por la ciudad, tomados de la mano, besándose en cada esquina. Un concierto de piano en Central Park al atardecer. Hubo despertares con la sonrisa de Kurt casi todas las mañanas, recogiéndolo en el teatro por la tarde, para ir a cenar o cocinar juntos, y para conciliar el sueño seguro y feliz en los brazos de Kurt. Hubo palabras de Kurt, siempre recordándole a Blaine que él era especial e importante.
Hubo regalos también. Una hermosa bolsa de cuero tipo cartero para la escuela. Una caja de pajaritas de lujo, confeccionadas por el propio Kurt. Un cuaderno Moleskine cuando Blaine admitió que llevaba un diario. Un perrito de peluche adorable cuyos ojos, Kurt dijo, le recordaban a los de Blaine. Hubo la insinuanción de un regalo más personal por venir la noche del sábado, y Blaine fingió no tener idea de lo que podría ser.
Cooper se unió a los festejos anticipados el jueves por la mañana durante el desayuno, entregándole un sobre a Blaine. Dentro había una tarjeta Visa con el nombre de Blaine en ella.
— Quiero que te la quedes para emergencias. Qué incluye al menos un viaje a Nueva York durante el año escolar en caso de que me eches de menos. O, ya sabes, a alguien más. Está conectada a mi cuenta.
Coop sonrió con picardía y Blaine casi volcó el café a toda prisa para abrazar a su hermano. Entonces Cooper sacó un trozo de papel.
— Y esta es la prueba de que iré a verte para la Navidad de este año.
Era un billete de avión a Columbus para la víspera de Navidad, y realmente, Blaine no podría haber deseado un mejor regalo de cumpleaños. La Navidad a solas con sus padres siempre era la parte más difícil del año.
Incluso Sebastian lo sorprendió con un regalo -una caja decorada con buen gusto entregada la noche del viernes, cuando su última actuación en el Hippo se convirtió en una fiesta en toda regla, con un pastel de cumpleaños y champagne justo a la medianoche. Por supuesto, Blaine debería haber pensado mejor antes de abrir el regalo de Seb en público. No pensó en ello, sin embargo, abrumado con toda la alegría y el amor que sentía que le rodeaba, por lo que el amplio conjunto de lubricantes personales que reveló la caja lo hizo gemir y rápidamente puso la tapa avergonzado. Sebastian le sonrió.
— ¿Qué? Las noches en Ohio parecerán incluso más largas después del verano que has tenido. Es mejor estar preparado que irritado.
Blaine se cubrió el rostro sonrojado con sus manos.
En todo el tiempo lleno de dicha que tuvieron, Blaine y Kurt lograron tener una conversación acerca de su futuro. Acurrucados alrededor del otro en la cama de Kurt una noche, aún sudorosos y llenándose de mimos y no del todo dormidos, intercambiaron suaves garantías acerca de llamadas telefónicas y Skype y correos electrónicos, acerca de fotografías y vacaciones de primavera, y extrañarse entre sí. Blaine se quedó dormido con la idea de que no importaba lo difícil que iba a ser con la distancia, valdría la pena. Kurt valdría la pena.
-8-8-8-8-8-
Kurt estaba algo orgulloso de sus habilidades para mantenerse bajo control. Durante toda la semana se centró en Blaine, en estar con Blaine casi sin parar, con sus sentimientos a flor de piel y tan obvios ahora, que se las arregló para romperse una sóla vez.
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It's Not Babysitting
FanfictionTraducción autorizada por anxioussquirrel. AU, tiempo presente. Kurt Hummel tiene 28 años y ha vivido en Nueva York por diez años. Tiene un buen trabajo, un lindo apartamento y los dos mejores amigos que cualquiera pudiera desear: Sebastian, un sarc...