Llegó el otoño y la vida volvió a su flujo normal y mundano. Y, sin embargo, estar casados todavía se sentía nuevo y sorprendente. Casados. Ellos eran esposos. Kurt y Blaine Hummel. Algunas veces, Kurt tenía que dejar de hacer lo que estaba haciendo y respirar profundamente o pellizcarse, estaba tan abrumado con la idea. A veces todavía se sentía como un sueño.
Lo único que faltaba ahora era un bebé.
Por supuesto, era demasiado pronto para los bebés, en el supuesto caso de que Blaine incluso quisiera alguno en absoluto -no habían tenido esta conversación aún. Después de todo, apenas tenía veintidós años, probablemente no estaba listo para pensar en ello, y Kurt no quería ir y sembrar la duda en su cabeza por ahora. Podría dar lugar a todo tipo de problemas -él podría decir que no, y Kurt se sentiría mal, lo que llevaría a que Blaine se sintiera culpable y tal vez cambiara de opinión antes de estar listo, y en serio, eso no sería bueno para nadie. No, era mejor esperar un par de años -y quién sabe, tal vez el tema saldría a la superficie por su cuenta en algún momento.
Excepto que era tortuosamente difícil no alertar a su marido respecto a la fiebre del bebé que Kurt había desarrollado repentinamente. ¡Los bebés en los anuncios hacían sus ojos llorosos! Apenas resistía mirar a escondidas los carritos para bebés porque era Nueva York. Las personas desconfiaban de tales conductas aquí.
Así que cuando el aniversario de bodas de Julián se acercó un par de meses más tarde y bromeó conque el mejor regalo sería el poder llevar a su esposa a cenar y ver una película sin tener que preocuparse acerca de sus tres pequeños, el menor de los cuales tenía apenas dos meses, Kurt tuvo un serio dilema. Por un lado, él tenía mucha experiencia con los niños -o por lo menos con una niña- y estaba encantado con la idea de dejar que sus amigos tuvieran un muy necesario tiempo a solas. Por otro lado, sabía que esto empeoraría el anhelo.
Al final, él estuvo de acuerdo y llevó a Blaine, quien resultó más que dispuesto a ayudar. Los niños estaban dormidos en el momento en que se quedaron a solas con ellos. Todo estaba tranquilo y silencioso -por alrededor de una hora, hasta que el lloriqueo lastimero del bebé salió de la cuna en la habitación de sus padres.
— Yo me encargo. —Kurt estaba de pie en un instante.— Sigue mirando, yo ya he visto este episodio.
Teddy estaba acostado en su cuna con su mantita enredada alrededor de sus piernitas regordetas. Esto podría haber sido lo que lo despertó y él parecía estar muy molesto con ese hecho, por lo que Kurt desenredó la manta y la acomodó cuidadosamente a su alrededor. Sin embargo, Teddy seguía llorando. Su pañal estaba seco, así que Kurt trató de hablar con él en voz baja mientras acariciaba su suave cabello, y luego incluso tarareó una canción de cuna -que siempre había funcionado con Drizzle cuando ella era un bebé- pero no sirvió de nada en absoluto.
Kurt sacó al bebé de la cuna y sostuvo el cálido envoltorio cerca de su pecho, meciéndolo suavemente. Sin embargo, el lamento se hizo más desesperado, y la infelicidad en la voz del pequeñito estaba rompiendo el corazón de Kurt. Quería ayudar, realmente quería -si sólo supiera lo que Teddy necesitaba. Incluso viviendo con Driz durante tres años no lo hizo un experto en el lenguaje de los bebés. Por otra parte, todo el mundo decía que Driz había sido una niña fácil de cuidar.
¿Tal vez Teddy tenía hambre? Todavía no era su hora de comer, pero Alice dijo que a veces se despertaba temprano para su leche, por lo que valía la pena intentarlo. Kurt no tenía el corazón para dejar al bebé en su cuna mientras preparaba la leche, y las luces de la sala estaban lo suficientemente suaves como para no molestar los pequeños ojos soñolientos del bebé, por lo que llevó a Teddy con él, rezando para que las chicas no se despertaran con el ruido. Unas gemelas de tres años de edad encima de un bebé inquieto podía ser excesivo.
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It's Not Babysitting
FanfictionTraducción autorizada por anxioussquirrel. AU, tiempo presente. Kurt Hummel tiene 28 años y ha vivido en Nueva York por diez años. Tiene un buen trabajo, un lindo apartamento y los dos mejores amigos que cualquiera pudiera desear: Sebastian, un sarc...