Blaine no sabía muy bien cómo se había encontrado a sí mismo en su situación actual.
Pues bien, técnicamente, no era cierto. Cada paso independiente que lo lleva a donde él estaba ahora, tenía mucho sentido. Era el resultado final lo que no lo tenía.
Ayer por la noche, después de que Kurt regresara del teatro, todavía eufórico pero cansado, no habían tenido mucho tiempo para celebraciones. Incluso si Blaine hubiera logrado comprar champagne, que no lo había hecho, los cuarenta minutos que habían pasaron juntos antes de tener que ir a ver a Cooper para la cena, estaban lejos de ser suficiente.
Así que esta mañana, tan pronto como Coop se fue a trabajar, Blaine se vistió y salió corriendo por la puerta. Minutos más tarde, entró en el apartamento de Kurt y luego en su habitación, se desnudó tranquilamente y cayó en la cama al lado de su desnudo y hermoso novio.
Kurt abrió un ojo soñoliento, gimió de satisfacción y se acurrucó más cerca. Su piel cálida se sentía como el cielo en la de Blaine, fresca con la carrera de la mañana. En cuestión de segundos, la respiración de Kurt se reguló de nuevo y Blaine estaba perfectamente contento de cerrar los ojos y dormir un poco más, enredado en su persona favorita del mundo entero.
Unas horas más tarde, se encontró despertando primero, y se quedó ahí en silencio, sonriendo, hasta que el cambio en la respiración de Kurt le indicó que estaba despertando. Se acurrucó más cerca en el abrazo de su novio, iniciando un camino de besos desde el costado del cuello de Kurt hasta su oreja.
— Buenos días, estrella en ascenso de La Nuit.
A Kurt se le entrecortó la respiración sólo un poco, como si acabara de recordar los acontecimientos de ayer, y luego sonrió feliz; su risa era ronca a causa del sueño.
— Mm, alguien quiere echar un polvo. —Kurt rodó a su lado y se acercó más al cuerpo deseoso de Blaine.— Déjame ir a orinar y a lavarme los dientes, y luego... ¿podríamos hacer eso?
Con un beso provocador, Kurt saltó de la cama y desapareció en el cuarto de baño, dejando a Blaine sorprendido y excitado, preguntándose si había entendido correctamente.
Él lo hizo.
Y todo era perfecto -el tiempo correcto y las circunstancias, el deseo repiqueteando en el cuerpo de Blaine, las manos de Kurt temblando mientras se tomaba toda una eternidad para prepararlo, y luego un poco más para estar seguro. Había demasiado lubricante y una caja de condones abiertos sobre la almohada, y la voz de Kurt rompiéndose ligeramente mientras le pedía que se volteara. Y luego estaban los dedos de Kurt de nuevo, abriéndolo todavía más, cerciorándose. Se detuvo un instante, dos, cinco. Demasiados.
Y se retiró.
— Espera, quiero probar una cosa más primero. —Las palabras sonaron ligeras, un poco tentadoras tal vez, y si Blaine pensó que era extraño, no le hizo caso, demasiado perdido en el deseo y la excitación.
Una cosa más resultó ser un tapón anal, alargado y curvo, y en su punto más ancho, un poco más grueso que cualquier cosa que Blaine hubiera tenido dentro de él antes, aunque todavía no tan grande como el propio Kurt. La sensación de ser estirado más allá, abierto y lleno de esta manera, lo dejó indefenso, gimiendo con la necesidad de que el juguete se moviera, con la necesidad de Kurt en su lugar y simplemente tomándolo ya.
Razón por la cual las circunstancias actuales de Blaine no tenían sentido.
Él no estaba tumbado en la cama de Kurt, siendo llenado y cojido y desmoronado con la perfección del miembro de Kurt.
Estaba sentado -de acuerdo, más bien cernido una pulgada sobre la silla- en una cafetería cercana, con miedo a moverse con el tapón aún más profundo en su interior, rozando en todos los lugares correctos (muy mal en esta situación) con el más pequeño movimiento. Lo mantenía constantemente en el borde. Kurt estaba sentado frente a él, con los ojos como platos, sin beber el café que tenía en frente de él.
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It's Not Babysitting
FanfictionTraducción autorizada por anxioussquirrel. AU, tiempo presente. Kurt Hummel tiene 28 años y ha vivido en Nueva York por diez años. Tiene un buen trabajo, un lindo apartamento y los dos mejores amigos que cualquiera pudiera desear: Sebastian, un sarc...