Capítulo 26

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La fecha se había fijado (a principios de Junio, cuatro años después del día en que se conocieron), poco a poco se hicieron los preparativos. Un día de Febrero, durante la cena, Blaine decidió que era el momento para discutir uno de los temas más importantes.

— Quiero tomar tu apellido cuando estemos casados.

Kurt le sonrió por encima de su fetuccini (1).

— ¿Antes o después del tuyo?

— En lugar del mío. —Esto hizo que Kurt dejara de comer y frunciera el ceño.

— Oh Bee, no tienes que hacer eso. Podemos llevar ambos apellidos, no es un problema. Es muy normal que los artistas utilicen sólo una parte de su nombre para el trabajo, así que no tienes que...

Blaine tomó su mano sobre la mesa y la apretó.

— No, no lo entiendes. Quiero cambiar mi nombre después de la boda. Voy a ser tu esposo. Tuyo. Para siempre. Quiero que mi nombre refleje eso. De muchas maneras, he llegado a ser una persona nueva porque te conocí, Kurt, así que me gustaría que esa persona nueva tuviera un nombre nuevo también. Y de todos modos, no estoy terriblemente apegado al apellido Anderson. Ya me siento mucho más cerca de tu familia de lo que alguna vez me he sentido de la mía.

Había estado pensando en ello desde hace meses. Bueno, ni siquiera lo había pensado, la verdad. Sabía que eso era lo que quería desde el principio, él sólo había estado esperando para ver si las dudas aparecían en algún momento. No había habido ninguna.

Kurt simplemente lo miró por un rato, con los ojos llenos de asombro. Finalmente, habló.

— Blaine Hummel. Me gusta como suena.

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En el último día de Mayo, una semana antes de la boda, tuvieron una visita inesperada.

Fue Kurt quien abrió la puerta, ya que Blaine estaba portándose ridículo y cantando en voz alta en la cocina mientras horneaba galletas. A pesar de que nunca había visto a esa mujer antes, Kurt sólo necesitó unos dos segundos para reconocer quién era.

Blaine realmente se parecía a su madre.

— Hola. Tú debes ser Kurt.

Tenía una voz suave y una sonrisa agradable, pero antes de que Kurt lograra recuperar la compostura y responder con algún grado de coherencia, la atención de la mujer dejó de centrarse en él mientras miraba hacia la cocina. Blaine seguía componiendo una canción tonta sobre las galletas y el amor, con la tonada de Ding-Dong! The Witch Is Dead. Justo en ese momento, hizo una pausa y habló.

— Kurt, ¿quién es?

Sin esperar una respuesta, salió de la cocina... y se congeló con la boca entreabierta, un guante de cocina en una mano y una raya de harina corriendo por su mejilla.

— ¿Mamá?

Kurt observó desde la puerta cuando ambos se movieron hasta encontrarse en un fuerte abrazo en medio de la sala de estar. Podía ver las lágrimas en los ojos de Blaine, y su corazón se contrajo por su prometido. Blaine casi nunca hablaba de sus padres, y no los había visto en persona desde que se mudó a Nueva York. De hecho, él sólo hablaba con su madre por teléfono o Skype aproximadamente una vez al mes. Habían enviado a Westerville una invitación para la boda, por supuesto, pero habían conseguido una respuesta rápida e impersonal de "Lamentamos informarle que no vamos a poder asistir. Por favor acepte nuestros mejores deseos." Y eso fue todo.

Cooper había empezado a destrozar cosas montado en cólera cuando se enteró de ello, y cuando Melissa lo sacó de la cocina, calmada, pero firmemente, llamó a su padre en su lugar, para gritarle y jurarle que esta sería la única invitación de bodas que jamás recibiría de uno de sus hijos, ya que Cooper oficialmente terminaba con él.

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