Mis Demonios (Jorey)

22.

—MAMA SAL RÁPIDO DEL BAÑO—grité dándole golpes a la puerta—TENGO MÁS PRISA QUE TÚ.

Oí una risa dentro del baño y rodé los ojos, quizás por hacer eso tardaría más en salir del estúpido baño. me senté con la espalda pegada en la puerta y suspiré mirando a la mediana de los tres hermanos que eramos.

—¿Qué tal me queda?—me preguntó sonriendo—espero estar lo suficiente elegante como para ver a los abuelos.

La miré de arriba a abajo, llevaba un vestido a rayas negra y blancas horizontales junto con unos botines negros, estaba preciosa.

—Estás genial, seguro que destacaras entre los abuelos, seras la más guapa de la noche, nuestros primos no te podrán superar.

Sonrío y se fue a su cuarto de nuevo, la pequeña salió con su pijama de cuerpo entero de un poni rosa, así iba a ir, la conocía demasiado bien como para saberlo, siempre se ponía cosas que nadie llevaría solo para destacar.

—Estoy preciosa—dijo riendo—seguro que todos me miran.

No mentía estaba preciosa y seguro que ninguno podría quitar su mirada de ella, era tan ella que era imposible no mirarla, esperaba que nadie cambiara eso de ella, porque ser uno mismo era muy importante.

Empecé a aporrear la puerta del baño asta que mi madre salió y pude entrar a ducharme tranquilo. Una buena ducha me ayudaba a pensar, a reflexionar sobre la vida y todo lo que sacaba era malo, mi vida... el mundo entero, estaba podrido, no me sentía orgulloso de la sociedad, una sociedad en la que no se respetaba ni el mundo en el que vivíamos... pero era con lo que tenía que convivir... tenía que aguantarme aunque a veces prefería no estar en este mundo.

Terminé de ducharme y fui a mi cuarto. Miré lo que había dentro de mi armario y agarré un vestido negro, había prometido ir con vestido y lo iba a cumplir.

Me lo puse con unas medias de rejilla debajo y me miré en el espejo, perfecto, me maquille y me puse unas botas y cuando estuve listo me dirigí a la puerta de casa para salir.

—Si hay algún problema no dudes en decirme—me dijo mi madre—sabes que siempre voy a estar para cualquiera de vosotros tres.

Sonreí y salí por la puerta. Me hacía mucha ilusión salir por el día de año nuevo, era como un día que podía estar en paz.

Llegué al descampado y no vi a Eric por ningún lado ya que él siempre llegaba antes que cualquiera y luego se te lanzaba a los brazos como si no te hubiera visto en años. Solo ví una manta extendida en el suelo con una persona tumbada en ella, una persona a la que no reconocía por culpa de la oscuridad.

—Joey... ven aquí conmigo—me dijo el hombre—no soy ningún desconocido amor.

Al oír esas palabras con ese tono mis neuronas comenzaron a procesar, era Corey, Corey estaba allí, al parecer habían montado una cita secreta, era maravilloso. Corrí hacia la manta y me tiré encima de él riendo.

—Bonito vestido—dijo sonriendo—¿Te has puesto guapo para mi?

—Sí hijo mío sí... no sabía que venías y voy a coger y ponerme guapo para ti—reí un  poco  y  le  di  un  beso—aunque... Bueno... Tu  si  que  te  habrás puesto  guapo  para  mi.

Iba vestido con una chaqueta vaquera,  una camiseta de Metallica, unos pantalones vaqueros anchos... Iba bien guapo, pero el siempre estaba guapo,  no había excepción.

—Ummm... Pues al parecer sí—mirándome a los ojos y poniendo sus manos en mis costados—pero tu estas más cali... Digo sexy.

Le di un golpe en el pecho y el me abrazó fuerte inmovilizándome mientras yo le maldecía una y otra vez de broma.

Después de un buen rato me soltó y eché a correr mientras me perseguía como si fuéramos niños pequeños jugando al pilla pilla. Con él me sentía excesivamente bien, me tranquilizaba y me transmitía unos sentimientos que nadie me había hecho tener.

Lo que ninguno de los dos sabíamos es que en la lejanía nos observaban Shawn y Chris como si fueran acosadores.

—Ummm... Ezto ez muy zabrozo—dijo Chris con cara de acosador—que riko papu.

—Deja de comportarte así—susurró Shawn—no eres una fangirl.

—No soy fangirl porque soy tío—contestó riendo—pero en serio que ezto me encaaantaaa, zoy un amante der yaoi, zobre todo der hard.

—Y por eso no me atrevo a desnudarme delante tuyo...