Cincuenta y Cinco.

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Después de caminar un rato nos sentamos bajo un árbol y simplemente nos miramos.

El sol comienza a bajar y el cielo toma un color entre anaranjado y rosa. Miro cautelosa a Adrián. Miro sus cejas del mismo color que su cabello, su nariz recta y sus labios carnosos.

Sin pensar me voy acercando a sus labios, él me observa, sin embargo, no hace ningún gesto ni saca algún cuaderno. Me sigo acercando, pero justo antes de que sus labios colisionen con los míos gira su cabeza, yo agacho la mía avergonzada y él simplemente me abraza.

Moras #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora