8 DE ABRIL DE 2001 - Capítulo Final

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Querido Franklin

No sé si estarás al corriente de esa clase de cosas, pero hace una semana, más o menos, un caza chino chocó con un avión espía estadounidense sobre el mar de China. El piloto chino,probablemente, se ahogó, y el avión espía, averiado, tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia en la isla china de Hainan. 

Según parece, hay opiniones divergentes acerca de cuál de los dos aparatos provocó el accidente. En cualquier caso, el asunto se ha convertido en una prueba de fuerza diplomática y ahora China retiene como rehenes a los veinticuatro estadounidenses que formaban la tripulación del aparato, a la espera de recibir, cuando menos, disculpas. No he tenido la energía suficiente para ponerme a averiguar de quién fue, y de quién no, la culpa, pero me preocupa que la paz mundial (como la llaman) esté subordinada a una cuestión tan trivial como los remordimientos.Con anterioridad a mi educación en esa materia, hubiera considerado una situación así como exasperante. 

¡Que les presenten sus excusas, si con ello van a volver a casa esos hombres! 

Pero ahora ese asunto de los remordimientos ha adquirido gran importancia para mí, y ni me sorprende ni me frustra que algunos acontecimientos destacados puedan decidirse en consonancia con él. Por otra parte, ese embrollo de Hainan es bastante sencillo. Resulta más frecuente el caso en que una disculpa no conduce a nada.Últimamente, también, la política da la impresión de haberse disuelto para mí en un hervidero de menudas historias personales. Pienso que ya no creo en ella. Que sólo hay personas a las que les suceden cosas. Incluso esa desavenencia en Florida se reduce, para mí, a la historia de un hombre que quería ser presidente desde la niñez. 

Que se acercó tanto a su objetivo como para poder paladear el triunfo. La de una persona y su tristeza y su desesperación por dar marcha atrás al reloj para contar y recontar de nuevo hasta que el resultado fuera el que deseaba..., y del cruel mentís que se le opuso.De modo semejante, me preocupan menos las restricciones comerciales y las futuras ventas de armas a Taiwan que la suerte de esos veinticuatro jóvenes, encerrados en un extraño edificio, con olor es extraños, alimentados con comidas que en nada se parecen a los platos chinos para llevar a casa que están acostumbrados a probar, durmiendo mal, imaginando lo peor, por ejemplo, que los acusaran de espionaje y los enviaran a pudrirse en una prisión china, mientras los diplomáticos intercambian agrios comunicados que ninguno les permite leer. Jóvenes que creían sentirse hambrientos de aventuras hasta que se vieron envueltos en una.

Siento a veces un profundo respeto por mi ingenuidad juvenil, cuando me descorazonaba que España tuviera árboles, o me desesperaba comprobar que hasta en los rincones más inexplorados dela tierra había que contar con la comida y con el clima. Me decía que quería ir a algún otro lugar. Y,neciamente, me veía a mí misma alentando un insaciable afán por lo exótico.Bueno, Kevin me ha introducido en un mundo realmente distinto, completamente extranjero para mí. Puedo decirlo con seguridad porque la prueba más clara de que te sientes extranjera en algún lugar es que te reconcome una lacerante y constante ansia de volver al hogar.Me he callado un par de estas pequeñas experiencias mías de sentirme realmente en el extranjero gracias a Kevin. Lo cual no es propio de mí. 

Recordarás cuánto me gustaba en otros tiempos, al regresar de un largo viaje, mostrarte todas las baratijas culturales que me había traído y explicarte cómo hacen otros pueblos mil cosas cotidianas, algo que sólo aprendes cuando lo ves con tus propios ojos.La primera de esas experiencias, es que soy consciente de que podría ser culpable de condescendencia. Debería haberte dado más crédito, porque el plan de Kevin denotaba a voces premeditación; en otra vida podría haber triunfado en la edad adulta organizando, pongamos, grandes congresos profesionales y, de hecho, todo cuanto requiere notoriamente «sólidas dotes de organización y auténtico talento para solucionar los problemas». 

Tenemos que hablar de KEvINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora