George //1//

41 10 0
                                        

Amigo, las chicas solitarias quieren a un hombre cariñoso y guapo.

¿Y las solitarias? Pregunté

Lo mismo. Me dijo.

¿Hacemos una apuesta? Quería jugar.

¡Claro! Reímos.

Tú y yo a por la popular y la solitaria. Se relamió.

Yo no soy muy amigo de... Sabía de sobras qué iba a decir.

Yo me pido a la solitaria. Acorté.

Fui a la mesa del comedor en donde estaba y me senté a su lado.

Hola, amiga. Ella ni me miró.

¿Qué acabas de decir? Se quitó sus gafas y me miró a los ojos.

Hola, amiga. Repetí.

Tú y yo no nos conocemos como para decirme amiga. Se ajustó las gafas e hizo ademán de seguir leyendo.

Eres Steve, la chica más lista del curso. Probé suerte.

Ajá. Monosilábica, pensé.

¿Sabes quién soy? Claro que sí.

Sí, ¿un idiota egocéntrico? Me sorprendió.

Auch, eso dolió. La ironía no le hizo gracia.

Muy bien. Escueta de nuevo...

¿No me conoces? Imposible.

No. ¿Cómo era eso posible?

Yo conozco a todos. Le sonreí y ella después de mirarme, siguió con ese libro.

Me alegro. Respuesta para no ser descortés...

¿Y qué haces? Nadie me costaba tanto tiempo.

Oye, si quieres filtrear vete a otro lado. Pillado, ¿leía mi mente?

No, no. Ella miró más allá de mí y después a mi rostro y suspiró, quitándose las gafas.

Ah, ya veo, tu amigo va a por la fácil de turno y tú a la difícil. Me daba miedo que fuera capaz de saber eso.

Eso no es verdad. Esperaba que no se notase mi mentira.

¿Acabas de decirme que soy fácil? ¿Cómo?

No. ¿Debía decir que no?

Entonces, ¿que soy difícil? Eso creo que era un reproche.

... ¿Qué podía decir?

Para qué me molesto. Se puso las gafas y me olvidó.

¿No te aburres estando siempre aquí? Estaba empezando a hartarme.

No. Tenía que alargar la conversación.

Yo creo que no te gusta estar sola, pero no sabes cómo hacer amigos. Le sonreí amistosamente.

Primera verdad, me gusta estar sola, segunda verdad, paso de relacionarme con gente que es gilipollas. No pilla mis sarcasmos, la estoy enfadando.

¿Quiénes son gilipollas? Me esperaba lo peor.

Tú. Lo sabía.

Ah. Que borde es ésta.

¿Te vas a ir? Su voz estaba mandándome literalmente a la basura.

No, es que no quiero estar con ellos. Intenta arreglarlo.

¿Quiénes? Conque eres curiosa, ¿eh?

Los gilipollas. Tal vez se ría.

Entonces vete de mí. Se me fue mi sonrisa.

¿Por? No me esperaba esto.

Porque soy una gilipollas. ¿Qué? Adiós a la coherencia.

No lo entiendo.

Persona lista más persona gilipollas igual a persona medio gilipollas más persona gilipollas, igual a persona gilipollas más persona sumamente gilipollas. Que ecuación más relacional.

Que matemática. Sonrió.

Vete con una de esas Barbie. Siguió con el libro.

No me relaciono con ellas. Las miré, recordé viejos momentos.

¿Acabas de decirme que no soy guapa? Me perdí.

¿Qué? No era eso. Preguntas trampa siempre.

Entonces, ¿soy tonta como ellas? Claro que no es tonta.

No. El escueto era yo ahora.

Para ser tan mujeriego no sabes ligar ni con una. Me enfadó que dijera eso.

Lo que ocurre es que eres una mojigata. Ni se inmutó.

Ajá. Me rechazó.

Cogí su libro y lo tiré a la papelera.
Ella se levantó y se fue del comedor.

Steven. Grité. Volvió sonriente. Que bipolar, pensé.

Es Steve. Me dió un tortazo más un tartazo.

Mi amigo me frenó antes de ir a por ella.
El comedor se reía de mi aspecto y aplaudían la astucia de la chica.

Corazones sin Habla [I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora