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George. Se había girado para irse pero le paré, cuando me miró, me sonrojé.

¿Steve? Estaba impaciente, ¿le estaría molestando?

Si quieres, puedes entrar, sigue lloviendo y te estás calando. Por un instante, sus ojos se apagaron pero de inmediato sonrió.

Si no te importa. Me aparté de la puerta y le llevé a las escaleras.

Si prefieres, podemos coger el ascensor. Él me dijo que no y señaló las escaleras. Creo que él quería seguir mi rutina.

Aquí es. Estaba nerviosa, era el primer chico que llevaba a casa.

¿Están tus padres? Al asentirle, se quedó quieto. Iba a conocer a mis padres, ¿para él eso sería un problema?

» Hola, cariño. ¿Qué tal el día? Y, ¿quién es él?

Papá, él es George, un compañero. Estaba lloviendo así que hasta que pare, estará aquí. Mi padre le miró de arriba a bajo y le saludó.

Encantado. George le tendió la mano y él se la estrechó, seguidamente, continuó leyendo.

George, dame tus botas y el abrigo, lo colocaremos en el radiador. Me lo dió y mientras él me esperaba, noté como el aroma de su abrigo se expandía por la sala y me inundó un profundo sentimiento.

¿Podemos ir a tu cuarto? Al volver, vi como mi padre miraba a George negando en silencio, él al menos no estaba viendo esa escena.

Sí, por aquí. Le dejé la silla del escritorio y yo me senté en la cama.

Pongo música. Encontró mis altavoces y conectó su móvil. Me imaginé sus canciones de pop o rap y se me escapó una risotada.

No creo que tus canciones sean de mi... Al empezar la melodía, me callé, era preciosa.

Empecé a seguir el ritmo de la canción de Miguel Bosé, Hojas Secas, y me quedé mirando a George. Sus ojos mostraban deseo, pero tal vez era sólo una fantasía mía. Me di cuenta de que gracias a él, empezaba a cambiar mi opinión sobre las personas, sobre el mundo y sobre él. Poco a poco, él se iba metiendo en mi corazón y parecía que no iba a salir.

Corazones sin Habla [I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora