S. //12//

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Espera. Me giré y vi a George apurado.

Dime lo que tengas que decirme, pero rápido. Debo irme. Se sonrojó y me cogió delicadamente de la mano, yo por mi parte me dejé llevar.

Hace tiempo que quiero decirte algo. Aguanté la respiración y esperé esas palabras tan deseadas, pero no llegaron.

Yo... Yo también quiero decirte algo, pero antes, toma. Con mi mano libre, cogí un reloj de oro y se lo enseñé.

¿Por qué me das lo más preciado de ti? No le dije nada. Mientras le colocaba el collar-reloj en el cuello, no dejé de mirarlo a los ojos.

Porque sé que tú lo guardarás siempre. Él miró el reloj y me percaté de que estaba sujetándolo aún.

Quiero decirte algo. Dejé el reloj y agarré las manos que él me había dado. Se acercó más a mi rostro y noté de nuevo su aliento, como días atrás.

Estoy lista para lo que venga. Me miró serio y acercó más el rostro, tocaba ya mi nariz casi.

Steve, te quiero. Cerré los ojos y me acerqué a él para besarlo, pero algo le frenó.

» ¡George! En la obra ella se llama Isabella, no Steve. Deberás recordarlo para cuando sea la obra de verdad.

Abrí los ojos y me sonrojé. Casi le había besado. Podría haberlo hecho pero no tenía ninguna excusa para contarle. Mis manos seguían entrelazadas con las suyas y su calidez me embriagó. Le sonreí e hice lo que no quería, soltarle.

... Compañero. Cuando ya me había casi ido, vi a su amigo acercándose a él y le zarandeó. Él le respondió algo, pero no llegué a oírle. Ojalá le hubiese besado, ojalá.

Corazones sin Habla [I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora