II. - ✧ Desastroso fragmento ✧

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Siempre basado en superficialidades, la mayoría de las veces éramos juzgados erróneamente. Nadie parecía comprender quién era él, ni quién era yo. A nadie parecía importarle.Éramos así. Tan diferentes. Tan opuestos. Cuando pensabas en uno y después en el otro no hacías más que hacerlo con palabras contrarias. Nunca iguales. Cuando las personas nos notaban era de formas distintas, cuando nos hablaban era diferente, incluso nos querían de diferentes formas.

Vivimos tocando la vida del que está a nuestro lado, con los ojos sobre otras vidas sin preocuparnos realmente por ellas. Somos egoístas y nos conformamos con una primera impresión sin pensar que más allá de eso hay algo más, que a una persona no se le define por su apariencia o actitudes, si no por los latidos de su corazón y los sentimientos que estos guardan.

Sí, éramos distintos... pero nos complementábamos mejor que nadie. Conocía sus miedos, escuchaba los latidos de su corazón junto a sus pasos al caminar, conocía sus sentimientos, y nuestras piezas del rompecabezas encajaban perfectamente una con la otra.

Yo nunca quise romper ese corazón; no mí corazón

.

A veces pensaría en Levi como un tumor. Su presencia creciendo a mí alrededor de manera anormal, sin ningún fin más que invadir cada parte de mí. Pensaría que era benigno. Terminaría por darme cuenta de que era un error.

Siempre quise a Levi. De muchas maneras.

Éramos buenos amigos antes de Isabel. Éramos buenos amigos los tres.

Uno de los primeros recuerdos que tengo de Levi, es cuando jugábamos a las escondidas con Isabel, habíamos terminado escondiéndonos en una oscura glorieta de laureles en el parque cerca del centro. Isabel tardaba en encontrarnos, y entonces Levi me dijo mientras mirábamos el cielo tendimos en el suelo: Me gusta el azul de las nubes, las uvas y el hielo, las flores y los caballos. Algunos años después comprendí que fue en ese momento cuando mi felicidad comenzó, porque en esas preferencias podía identificarme con él. Nos parecíamos tan milagrosamente que ante los ojos de los demás lucíamos diferentes.

Para justificar esas diferencias, solía decir que yo era un apresurado y remoto borrador de Levi. Pensaba también que con las pocas cosas que teníamos en común, estaría a salvo.

La vida fue una dulce costumbre que me llevó a esperar... nunca supe qué.

Y si lo supe pretendí no saberlo.

Siempre era mejor así. Siempre era mejor de esa manera.

Así dolía menos.

Era consciente, desde siempre lo fui, de que mis sentimientos por Levi nunca debían de traspasar la barrera de la amistad y me esforzaba duramente porque fuera así. De ese modo el dolor fue menos cuando supe que salía con mi hermana.

Fue una sorpresa para todos, incluso para la madre de Levi. Habían llegado un día tomados de la mano, anunciando que salían desde hace una semana. En un algún momento durante la noticia me sentí tan capaz de caminar fuera de la vida de ellos dos sin problema alguno. Pero soltar la mano de alguien a quien conoces de toda la vida no es tan fácil como suena.

Primero, comenzaron las salidas esporádicas, con Levi faltando a nuestras citas de los viernes por la noche para ver películas, solo para darme cuenta que había decidido salir con mi hermana. Después, comenzaron los recorridos de la escuela a mi casa y viceversa en completa soledad, me pidió que devolviera sus casetes, mis visitas a su casa se redujeron a nada, y las de él a la mía a «visitar a Isabel», así cuando me di cuenta había una distancia entre nosotros.

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