XVIII. - ✧Despedidas✧

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Era sencillo estar con él. Incluso cuando mis manos añoraban el contacto de otra persona.

Me engañaba diciéndome que lo curaría el tiempo.

Al final mi primer amor, mi único amor, no estaba destinado a ser y así serían las cosas.

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Agosto, 1992

No leí esa carta. No entonces.

Para Levi yo existía en el mismo departamento que mis padres habían rentado para mí, inconsciente de que mis padres me habían echado de casa y ahora yo vivía en una vieja casa que con el pasar de los meses obtuvo una cocina más grande y un par de muebles extras de los que había al principio. Que en lugar de estar yendo cada mañana a la universidad, me levantaba para ir a trabajar a la biblioteca de la ciudad y que aunque ganaba poco era suficiente. Que tenía a Farlan a mi lado, con quien estaba trabajando arduamente en nuestra relación.

Que su recuerdo comenzaba a dejar de dolerme. Que sí, aún lo extrañaba, pero que creía fervientemente que todo eso no era más que un efecto colateral de haber pasado la mayor parte de nuestras vidas hasta entonces juntos.

Así que un año después, cuando Farlan telefoneó a Mikasa desde una cabina telefónica y ella dijo que entre el correo había una carta de Levi, pude imaginarme cualquier cosa: se había enterado de la decisión de mis padres, había hecho las paces con Isabel, quería recuperar nuestra amistad...

Y decidí no tomarle importancia. "La leeré cuando decida volver" había dicho, y ella había prometido guardarla junto a todo el demás correo.

Sin embargo después de cortar la llamada Farlan me había convencido de una sola cosa. Debía llamar a Levi. Mikasa nos había dado su nuevo número.

–Por todos esos años de amistad – dijo – que no merecen ser echados a la basura.

–¿Por qué? – Pregunté entonces – ¿Por qué apoyas eso? ¿No sería mejor para ti si jamás hablase con él de nuevo? ¿Por qué apoyarías mis sentimientos si te hacen daño?

Farlan sonreiría. Esa sonrisa ladina y sincera, sin ninguna intención oculta.

–Porque te hace feliz – fue su respuesta – y uno siempre quiere hacer feliz a la persona que ama. Soy consciente de que nuestro amor no está garantizado en ningún sentido, pero realmente no me importa si llegas a romperme el corazón, porque sabré que al menos intenté permanecer a tu lado y no me quedé como un fracasado viendo cómo se me escapaba la oportunidad entre los dedos. Sin embargo si soy sincero debo admitir que no es que lo haga desinteresadamente, tenlo por seguro Eren, sea lo que sea que tengamos lo disfruto plenamente por el tiempo que nos dure.

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Una tarde, años atrás, en el verano de nuestros catorce años Levi y yo hablamos del futuro. Justo después de su clase de natación, en una cafetería dónde los inviernos parecían ser eternos con toda esa decoración navideña que no desaparecía año con año. Estábamos sentados en la mesa más alejada que encontramos, uno a lado del otro, demasiado cerca.

–¿No crees que es extraño? – Él había preguntado minutos después de que nos sirvieran nuestro pedido.

–¿El qué?

–Nuestra cercanía; no importa qué tan grande sea una habitación, siempre estamos cerca uno del otro.

–Eso es porque me siento cómodo contigo.

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