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DEDICADO A luisagaleaexposito SI SUBÍ EL CAPITULO HOY, ES POR SU ENCANTADORA PRESIÓN. PERO NO ESTA DEL TODO TERMINADO!!! ESPERO NO LES DECEPCIONE

Antes de abrir los ojos, ya era consciente de en donde estaba. De modo, que con mucha calma abrió levemente los ojos, para poder vislumbrar en la penumbra del dormitorio, que se hallaba dándole la espalda a Paul.

Aspiró con más fuerza, para infundirse coraje y darse la vuelta a él, llevándose la mayor desilusión por el momento del día, al hallarse sola en aquella cama revuelta.

Aquella vez, soltó un profundo suspiro, sabiendo que aquello era lo habitual, tras echar un vistazo al reloj que tenía él, en la mesilla de noche.

Las agujas, marcaban las ocho y cuarto de la mañana. El hombre, llevaba casi tres horas trabajando por lo que había visto, en los últimos días.

Pero estaba en su derecho a sentirse un poco desilusionada, tras haber dormido desde que había despertado en el hospital, mejor que nunca. EL ser rodeada por sus fuertes brazos y sentir, el calor de su cuerpo aunque estuvieran a verano. Había sido algo maravilloso... Por primera vez, que se sentía satisfecha, tranquila, en casa...

Pero aquella sensación, no quitaba la preocupación que llevaba encima respecto a su marido y su casto comportamiento.

Obvio, que Francesca tenía mucha razón en indicarle, que iba a ser ella quien avanzara en aquella nueva etapa de su matrimonio. Aunque a Paul no le gustara, que escuchara sus consejos.

Con aquella determinación, apartó de encima sus piernas las arrugadas sábanas, para dirigirse al baño, pues comenzaba a tener cierta urgencia en orinar. Y como se hallaba sola, decidió ir al baño de su marido, el que prácticamente ahora sería también el suyo, en cuanto trasladara sus cosas allí.

Tan necesitada iba, que abrió la puerta sin mirar por primera vez a su alrededor, de una estancia que no le era reconocida por si despertaba algo dentro de su cabeza. Solo fue directa al inodoro que tenía a la vista, enfrente suyo, mientras se alzaba su camisón hasta la cintura para deslizar sus bragas por debajo sus rodillas y sentarse en el inodoro, expulsando con gran alivio la orina.

Fue entonces, cuando estando de aquella postura que alzó la mirada y miró a su alrededor para estudiarlo, que reparó en su marido desnudo en la ducha con una toalla encima de su cabeza y la mirada puesta en ella.

Obvio, que estaba intentando ocultar la sonrisa que asomaba en sus labios.

Pero allí no quedó su imagen por los suelos, no señor. Fue milésimas de segundos después, tras descubrir su presencia allí.

-¡AH! –Chilló de la impresión y vergüenza, poniéndose en pie y dando un par de pasos, notando al momento caer sus bragas contra el mármol del suelo gris perla, que al ir agacharse apresurada para devolverlas a su lugar, trastabilló y se cayó chocando con el trasero en el suelo frío, mientras que el camisón se le subía hasta por encima del ombligo y las bragas colgando del dedo gordo de su pie izquierdo.

Vamos, que su caída no se podía comparar con la de una bailarina.

-Janna –Dijo alarmado casi con voz estrangulada, abriendo la mampara con un fuerte golpe y saliendo de la ducha en toda su gloria, para acudir a su lado-. ¿Estás bien?

Lágrimas gordas, querían caer como cascada por sus ojos, pero era tan grande la vergüenza, que se mordió el labio y asintió con la cabeza.

-Sí –Soltó un resoplido sin mirarlo y evaluando que le dolía el trasero bastante-. Solo mí orgullo...

Inocencia Robada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora