Capítulo 7

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El ruido de un coche la despertó, provocando que se levantara del frío y mugriento suelo, para acercarse a una de las ventanas medio tapadas con tablones. Se trataba de un vehículo muy diferente del que les había embestido. Pero no pudo ver a ningún ocupante que se bajara de él. Suponía que habían entrado en la vieja casa. Y al momento, unos ruidos abajo se lo confirmaron. Con gran desesperación corrió a la puerta para volver aporrearla.

-¡Abridme la puerta! –Golpeó seguidamente-. ¡Quiero ir al baño malditos! –Volvió a golpear con más ahínco, escuchando como unas pisadas subían por unas escaleras. Aquello significaba que se hallaba en el desván de aquella abandonada casa y alguien acudía a sus gritos. Esperaba haber hecho lo correcto al haber llamado su atención... Aunque supiera que fuera a morir, el instinto de uno era retrasarlo cuanto pudiera.

Aquella persona ya llegaba, sus pasos eran muy fuertes y secos. Seguramente, uno de aquellos dos gorilas. Mejor era retirarse de la puerta y observar primeramente, con qué humor venía a ella... Pudo captar, como sacaba varias llaves eh iba probando en diferentes cerraduras. Por lo visto, habían colocado algún que otro refuerzo a la puerta. Ahora sabía que era inútil intentar abrirla a golpes. El pomo oxidado comenzó a girar, para dar paso a un fuerte chirrido de las bisagras y aparecer el que la había agarrado de los cabellos. Se la quedó mirando en silencio por un rato.

-¿Te ocurre algo para armar tanto ruido? –Preguntó con tono amenazante, dando unos cuantos pasos hacia ella y viendo como Janna, se encogía en una esquina asustada-. Te hice una pregunta niña rica –Se acuclilló delante suyo posicionándose a su altura-. Venga, dime por qué tanto grito y golpe... -Demandó alargando su mano para darle una floja, pero no menos amenazante cachetada en la mejilla-. Responde niña –Gruñó enfadado.

-Yo... -No se atrevió a mirarlo más de un segundo a los ojos-. Yo...

-Yo... Yo... -Se burló condescendiente el matón-. ¿Eso es lo único que te han enseñado en el colegio de señoritas ricas?

-Necesito ir al baño –Se atrevió a pedir en un hilo de voz.

-Yo también necesito muchas cosas y no las tengo aún –Sonrió despóticamente-. Por el momento, no tienes derecho a ir al baño. Después ya veremos si tendrás ese privilegio.

Volvió a ponerse en pie con suma tranquilidad para encaminarse hacia la puerta. Deteniéndose un momento antes de abrirla, para mirarla fijamente con gesto amenazador.

-Procura no volver hacer ruido –Ordenó con voz amenazante-. Mi paciencia tiene un límite y se, que por unos simples moratones no me van a decir nada... -Soltó con frialdad, antes de abrir la puerta y largarse de allí volviendo a cerrar todas las cerraduras que hubieran.

Se quedó mucho rato o poco, no lo sabía sin tener un reloj donde consultarlo, mirando la puerta vieja por la que había salido aquel matón. No tenía más vías de escape y su estancia allí, hasta que la mataran o la soltaran iba a ser sin ningún privilegio por encima de aquella suciedad. Intentando ahogar un gemido, ocultó su rostro entre las rodillas para romper a llorar en silencio. Un llanto de dolor por su gran pérdida y por desesperación, al ver que aquella pesadilla no tocaba fin aún.

***

-¡Yo solo digo, que son las ocho de la noche y aún no han llamado! –Vociferó Paul, a los agentes del FBI soltándose del brazo de Francesca, quien intentaba por todos los medios apaciguarlo-. Creo que sería de mayor utilidad, si me deja salir fuera a buscarla –Rogó frustrado por verse allí encerrado sin hacer nada.

-Comprendemos su desesperación –Habló un agente con voz calmada-. Pero su lugar está aquí. Pueden que estén esperando a que oscurezca... Y esté todo más tranquilo por las calles. Pero ya le dije, que tenemos todos los caminos cubiertos.

Inocencia Robada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora