20 -Para @hadiita -

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Puso la mano en el pomo de la puerta, aspiró ligeramente y con cuidado abrió la puerta de su dormitorio, para mirar con sumo cuidado por el pasillo.

Vía libre, no había rastro de Paul.

Con cierta sonrisa en sus labios, descendió a la planta baja para encaminarse a la cocina donde una Louise, le dedicó una sonrisa cariñosa. Pero, aun así, había algo en su mirada que la inquietaba. Aún seguía con aquella sombra de pena en sus ojos, de cuando iba al hospital a visitarla junto con Francesca y la otra mujer mayor,  Thelma.

-Buenos días –Saludó acercándose al frutero, para agarrar una manzana y un plátano, y después dirigirse a la puerta que daba al exterior. Pero ella, la retuvo por un segundo.

-Quieta ahí –Soltó con tono tajante, como toda matriarca de la cocina, algo que le hizo sonreír-. No me dirás, que eso va a ser tú desayuno.

-Ahora mismo no me entra nada más –Soltó con tono de disculpa, mirando de forma disimulada hacia la puerta de la cocina, por si aparecía por allí él. Quería poner distancia, pensar en lo ocurrido y volver a sentir con su mente, las sensaciones maravillosas ante sus caricias-. Prometo comer dos platos al mediodía –Soltó con sonrisa traviesa, sabiendo que así se ganaba el corazón de ella.

-Con postre incluido pequeña –Señaló alzando el cucharón-. Anda ves, donde quieras que estés huyendo –Soltó con un guiño de ojos y riendo por lo bajo, al ver como ella abría los ojos de sorpresa-. Sé que no dormiste en tú dormitorio –Le guiñó un ojo otra vez, sacándole los colores -. No estabas cuando fui a despertarte.

-Yo...

-Prometo tenerlo entretenido –Dijo dándose la vuelta-. Si corres, pillas a Jack en el granero trasero, que ha venido a traer unas cosas y va de camino a casa de Francesca –Soltó toda confabuladora, volviendo a meter su cucharon en la olla enorme.

Janna, se quedó un momento pensando, para sonreír divertida y marcharse de allí corriendo, no sin antes darle un gracias en voz alta.




Sonriendo como un tonto, se acabó de poner la colonia, para sin dejar de silbar acercarse a la puerta de su dormitorio y caminar al de su mujer, al de su pequeña niña. Dos golpes y esperó un segundo, sin borrar su sonrisa, pero ella no acudió abrir. Frunciendo el ceño, abrió la puerta despacio y al mirar dentro y poner el oído en alerta, por si se hallaba en el baño, comprendió que su pequeña había volado en arreglarse aquella mañana.

Aquello, le hizo sonreír aún más abiertamente, para dirigirse a la cocina con paso ligero. Con grandes ansias, de coger a su pequeña y dar un paseo con ella. Había decidido no trabajar. No quería perder lo mucho que habían avanzado, al dejarla en espera por unas horas de trabajo.

Tenía que mirar al futuro, no atrás al pasado. Debía quedarse todo enterrado, y beber de los nuevos sentimientos despertados con Janna. No tenía que tener miedo al despertar de ella.

Los dos, se querían. Siempre había sido así. Por lo tanto, no era un engaño.

Entró por la puerta saludando, para al segundo, fruncir el ceño al no hallar a su pequeña allí. Solo a su vieja cascarrabias, que lo miró con cierta sonrisa pilla. Solo lo hacía, cuando se reía de él. Obvio, que sabía a quién buscaba.

-Escupe –Soltó acercándose a la cafetera, no sin antes mirar por un segundo por la ventana al exterior, por si la divisaba por allí.

-Eso sería asqueroso por mi parte para todo el mundo –Respondió teatralizando, volviendo su mirada a la mesa de cocina, donde se hallaba cortando con un hacha pequeña un conejo.

Inocencia Robada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora