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Colgaba en la pared del gancho, los dos vestidos que se había pillado para probarse, teniendo a Francesca en el probador de al lado, y estando ellas dos solas en toda la tienda. Se atrevió a preguntarle cosas que le rondaban por la cabeza, sintiendo a la mujer alguien próxima a quien confiar.

-Francesca –La llamó con tono inquietante, mientras se quitaba la ropa puesta-. ¿Soy así o soy de otra manera? –Soltó en el silencioso lugar, notando como en el cubículo de al lado, cesaba por un momento el movimiento de ropa.

- ¿A qué te refieres exactamente? –Preguntó con voz temblorosa la chica.

-Sobre mi personalidad, al perder la memoria es diferente a como era yo antes del accidente –Concluyó una vez que se puso el vestido azul por encima de la cabeza y se miraba al espejo-. Es decir, éste mismo vestido que me acabo de probar –Decidida, abrió la cortina y salió al exterior-. Es lo que habría escogido yo antes, o solo lo está escogiendo la nueva yo –Volvió a exponer, logrando que la mujer también abriera la cortina y saliera con otro vestido floreado, para mirarla atentamente con cariño, para echarse a reír.

-Le das demasiadas vueltas a todo, pequeña –Se acercó abrocharle los botones traseros-. Yo si fuera tú -le colocaba bien el cabello tras haber abrochado la prenda-, es en lo que menos me preocuparía, solo en construir un futuro feliz.

-Pero a veces, siento cierta inquietud dentro de mí –Confesó, mientras se miraba al espejo junto a ella-. ¿Y tú?

- ¿Yo? –Frunció el ceño.

-Vamos Francesca -Volteó los ojos con apuro-. Escuché parte de una conversación de Louise al teléfono con Thelma-. Algo de una huida y un matrimonio de salvamento...

- ¡Vaya! –Silbó sorprendida-.  Ésas dos viejas –Chascó la lengua, moviendo su cabeza de manera negativa-. Paul tiene razón –Sonrió-. Al final las va a despellejar, siempre están metiendo la nariz.

Janna Rio abiertamente, al recordar como igualmente la cocinera le echaba una mano con su marido.

-Las considero buenas aliadas como a ti, contra Paul –Soltó con un guiño de ojos y de forma confabuladora.

Francesca solo supo reír también.

-La verdad es que sí –Aspiró con gran anhelo-. En cierta manera, las necesitamos a ellas como tú y yo por un igual –Se atrevió hablar al fin-. Me hallo igual que tú con Robin. Atacada de los nervios, ante sus movimientos o lo que pueda ocurrir –Sus mejillas se sonrojaron un poco-. También confieso que me inspira ciertas emociones.

-Así que Thelma, no se equivocaba –Reía Janna por lo bajo, volviendo a girarse de medio cuerpo y mirarse el efecto del vestido en su cuerpo.

-Te queda muy bien –Dijo Francesca, mientras también se miraba en el espejo.

-La verdad es que estáis las dos muy guapas –Comentó una voz masculina, logrando que las dos se giraran hacia el lado contrario y se sonrojaran, al hallar juntos a sus maridos con cierta cara de reproche.

- ¡Paul! –Emitió en un grito estrangulado la joven, por no esperarse que el hombre la hubiera buscado y encontrado.

-Hola Janna, Francesca... -Saludó con tono rasposo.

-Hola –Casi saludó en tartamudeo Francesca, no atreviendo a mirar hacia el otro hombre-. Tenéis buen olfato –Se atrevió a cargar con reproche.

-Más que olfato, años de conocerte pequeña –Subrayó divertido Robin

Era cierto. Robin, siempre la había conocido muy bien. Por ello, que estaba nerviosa, a que descubriera todo. Porque sabría, que una vez más acabarían sufriendo los dos a causa del enfado y desconfianza.

Inocencia Robada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora