Pero el ronco gemido y el fuerte empujón que le propinó en el centro de su pecho, lo detuvieron antes de poder ahondar en ello y poder saborear de aquel dulce manjar.
Se fijó en ella por unos segundos en silencio, con la respiración algo acelerada intentando evaluar el por qué lo había apartado. Hallando a ésta con los brazos encogidos hacia su pecho y mirada descompuesta.
Maldijo para sí mismo lleno de furia, interpretando que su comportamiento había sido el de un bárbaro, consiguiendo asustarla.
Aunque no recordara nada, puede que su cuerpo si se sintiera abrumado por aquel tipo de contacto, alertándola de algún modo.
Una vez más, había antepuesto su deseo. Sin tener en cuenta la sutileza en todo aquel asunto.
¡Era un completo imbécil!
-Perdóname Janna, por mí bruto...
Comenzó a disculparse, pero la sonrisa ancha que apareció de pronto en su rostro, lo calló confundiéndolo aún más.
-¡Empiezo a recordar! –Soltó con excitación y dando un paso hacia él, para agarrarlo de un brazo con ojos brillantes a causa del comienzo de unas lágrimas.
Aquella confesión lo cogió por completo de sorpresa, causando que un sudor frío le recorriera por toda la columna vertebral.
Y sintiendo, como una vez más el miedo se hacía dueño de él.
Si Janna empezaba a recordar, su vida iba a convertirse en una pesadilla. Y la frustración que sentía él en aquellos días, no iba a ser nada en comparación con lo que se le podía venir encima.
Claro, que quería con toda su alma que la chica recobrara su verdadero espíritu. Pero aquello, también podía significar que había la posibilidad de perderla.
No dejaba de ser muy joven, sin nadie cerca. Estaba sola en la vida... su reacción, podía derivar en muchas posibilidades.
Y lo que más le asustaba, era su reacción cuando comprendiera lo que había hecho sin su consentimiento.
Sabía que iba a odiarlo.
Por ello, que lo único que pedía es que recordara partes de su vida salvo lo sucedido de aquel fatídico día. No había necesidad alguna, de volver hacerla sufrir.
Ya había tenido bastante para toda su existencia.
-Nos vi a los dos –Señaló sonriendo-. Era de noche y tú, me agarrabas y me besabas como ahora –sus mejillas se ruborizaron un poco.
Pero Paul, solo supo contener el aire y ahogar un gemido de desesperación.
Había recordado una parte del día de su cumpleaños. Un día, que él había sido un completo necio con ella, al besarla y después anunciar su enlace con Francesca.
Janna, al ver que no decía nada. Apagó su sonrisa y frunció el ceño con cierta preocupación.
-¿Qué te ocurre? No parece que te alegre mucho éste suceso.
-Sí –Se apresuró a responder, carraspeando un poco y acercándose a ella para abrazarla por un momento y mostrarle su apoyo, al apretarla fuerte durante un segundo contra la calidez de su cuerpo-. Es solo que me has dejado sin palabras –Le hizo obsequio de una débil sonrisa-. ¿Te encuentras bien? ¿Qué has sentido?
Ella asintió con un gesto de cabeza y relajando sus músculos, al ver que no ocurría nada negativo en Paul con aquella novedad.-Estoy bien –sonrió con suavidad-, solo algo confusa por lo que me sucedió –Juntó sus palmas de las manos, para estrujar sus dedos con movimientos algo nerviosos-. Fue como una descarga en mi cerebro, como recordar un trozo de una película muda –Hizo una mueca de frustración con los labios-. Sin sonido, sin saber cuando... Solo unos segundos, en donde nos vi a los dos besándonos. Supongo que te estoy dando pocos detalles –Señaló con los brazos cruzados bajo los senos-, para que puedas saber de que recuerdo te hablo.
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Inocencia Robada
RomanceJanna, a punto de cumplir la mayoria de edad, regresa al rancho de su padre para indicarle que quiere estudiar veterinaria y quedarse allí, en vez de convertirse en una mujer cosmopolita de ciudad. Con lo que no contaba, era ver que sus sentimientos...