Abrí un ojo lentamente cuando llegamos a la prisión. No me había quedado completamente dormida solamente descansé como me dijo Daryl.
Cuando estacionó yo bajé rápidamente y caminé sin saludar a nadie hasta llegar a mi habitación. Me acosté en mi cama. Lo que quería era solamente estar sola y pensar. Zack había muerto delante de mis ojos y no hice nada. Lo único que hice fue quedarme paralizada y no lo salvé. El murió por mi culpa y eso me convertía en el mismo monstruo que el. Como dicen, de tal palo tal astilla.
Escuché unos pasos que estaban adentro de la celda pero ni le di el honor de darme vuelta por que ya sabía quien era.
-Daryl me contó todo.-me dijo con su vos gruesa sentándose en la cama.
-¿Y?-le respondí tratando de que se fuera. Pero en el fondo sabía que un Grimes no se iba a dar por vencido tan fácilmente.
-Sabes lo que quiero decir.-me dijo suspirando.-No eres como el.
-No entiendes. No lo viste morir. Fue terrible.-le dije sentándome igual que el y mirándolo a los ojos.
-Maté a mi propia madre, si mal no recuerdo. Y aparté, no entiendo porque vas a las misiones si no te gusta.
Creo que era la primera vez que lo oía hablar de Lori después de su muerte. Estaba bastante sorprendida por ese comentario pero obviamente no iba a decir nada. Nada de esto había sido fácil para el, mucho menos para Rick, así que era mejor ignorar eso.
-Siento que ni encajo acá. Y si hago algo por el grupo me siento mejor.-le respondí simplemente. El se empezó a reír muy fuertemente. Gran amigo tengo, eh.
-¿Que no encajas? Eso es ridículo. Para Daryl eres una hija. Y Michonne te adora. Glenn y Maggie son tus secuaces. Beth de verdad te quiere y mi padre estaría perdido de no ser por vos. Y todo eso sin hablar de mi...-me dijo riendo un poco. Yo por mi parte decidí ignorar la última parte que dijo. Se suponía que éramos amigos y nada más.-Pero se de algo que te va a levantar el ánimo.
-Sorpréndeme.-dije rodando los ojos. El se abalanzó hacia mi y me empezó a ser cosquillas. Yo no podía dejar de reír y retorcerme toda debajo de el.
Pero esta guerra no fue como todas, que terminan en un beso y después abrazados. Yo, sin querer, le di un puñetazo muy fuerte en la mejilla a Carl. No me gusta que me hagan cosquillas y no puedo controlar mis movimientos.
Carl paró y se llevó una mano a la mejilla instantáneamente.
-¡Carl como lo siento!-dije sintiéndolo de verdad. Saqué su mano de ahí y vi que tenía un pequeño corte. Nada grave pero le sangraba.
-Descuida. Lo recordaré para el futuro.-me dijo sonriendo. Pero era una sonrisa de dolor. Aunque en el fondo sabía que no había salido tan mal de lo que el planeaba.
-Vamos, te voy a curar eso.-dije agarrándole la mano y llevándolo a la enfermería.
Recorrimos todos los bloques que estaban despejados y llegamos a donde estaba la improvisada enfermería. Una camilla y un par de estantes con varios medicamento en ellos no se podía llamar verdaderamente una "enfermería".
-Hola, doctor S.-le dijimos los dos saludándolo. El vino a nuestro encuentro dejando a un paciente sentado en la camilla.
-Hola chicos. ¿Que pasó?-nos preguntó preocupado. Carl rió mirándome pero yo me sentía culpable.
-Un pequeño incidente.-le respondió mi amigo.
-¿Quieres que te ayude?
-No, gracias. Yo me encargo.
Busqué el botiquín donde había gasas y alcohol para desinfectarle bien la herida mientras Carl se sentaba en una camilla.
Agarré un pedazo de algodón y lo mojé en el alcohol. Luego se lo pasé por la herida.
-Auch.-dijo haciendo una mueca de dolor.
-Lo siento Carl. En verdad. Nunca quise que esto pasara.-le dije arrepintiéndome de verdad.
-Puede que sea para mejor.-me dijo susurrando. Lo dejé pasar, aunque luego me puse a pensar de que dejaba pasar bastantes cosas con el.
Me di vuelta volviendo a mojar el algodón en el alcohol pero cuando
giré mi cabeza para apoyarlo sobre su mejilla me encontré con su cara sonriente y su mirada perdida a centímetros de la mía. Quería correrme pero mis músculos se tensaron al tenerlo tan cerca.
Y rápidamente el acortó la distancia uniendo nuestros labios en un profundo beso.
Estuvimos creo que unos 10 segundos aproximadamente así hasta que me separé de el porque recordé que tenía que respirar.
Lo miré por un momento sorprendida pero el solo me sonreía. Y así lo hice yo. Esto estaba mal, muy mal. ¿Y que pasaría si yo mañana me muero en una expedición? O si las vallas se derribaran y todos los caminantes entraban.
El se iba a quedar muy mal si todo eso pasaba y yo no podía hacer nada para cambiarlo.
-T-tengo q-que ayudar a Daryl.-dije con la voz entrecortada mientras el se burlaba de mi nerviosismo. Me sorprendí de lo idiota que estaba siendo en ese momento.
Se reía por lo que acababa de pasar.
-¿Quieres que te ayude?-me dijo de una manera pícara y levantando la ceja. Yo reí y le empujé el hombro suavemente para atrás. Le puse una gasa sobre el corte que tenía y un pedazo de cinta para sostenerla.
-Listo, con esto vas a estar bien.-dije guardando todas las cosas en su lugar y tratando de sacarme esa sonrisa de boba de la cara, lo que era imposible.
-Gracias.-me dijo bajando de la camilla. Me di la vuelta para irme pero una mano en la cintura me lo impidió. El me atrajo hacia su pecho y me volvió a besar con más intensidad que el de antes pero más corto.
Me separé de el y le sonreí sin saber bien que decirle. A decir verdad, me encantaban sus besos. Y no podía resistirme, pero esto estaba mal y tenía que terminar. Sin embargo, en ese momento no le dije nada y me di la vuelta para seguir mi camino.
Ya era casi de noche y por suerte, al ser mas personas en la prisión, no me tocaba hacer guardia a mi hoy.
Me dirigí hacia las duchas y los baños para limpiarme toda la mugre que tenía y hacer mi necesidades.
Escuché un ruido atrás mí y me asusté mucho.
-¿Patrick?-pregunté a la persona que al parecer si era el. Estaba transpirado y pálido. Los ojos le pesaban y caminaba en círculos.-No estás bien, déjame llevarte a la enfermería.
-No descuida, tengo todo bajo control.-me dijo tratando de sonreír.
-¿Seguro? Por que si quieres...
-No, no. Estoy bien, enserio.-me dijo levantando una mano. Yo asentí para dejarle más espacio y seguí mi camino.
Llegué hasta mi celda y al parecer Carl no había llegado todavía. Dejé mis cosas a un lado y me acosté en mi cama pero no podía dormir pensando en todas las emociones de hoy. La muerte de Zack, Carl y sus besos. Todo daba vueltas en mi cabeza pero luego de unos minutos por suerte el sueño me invadió.
Alguien abrió la celda despertándome. Miré a la persona asustada pero por suerte era Michonne. Me senté en mi cama refregando mis ojos y la invité a que pasara.
-¿Todo bien?-pregunté cuando estaba a mi lado. Ella asintió mirando al suelo.
-Si, es que...encontré algo.-me dijo mirándome seriamente. Por la expresión de su cara me di cuenta de que era un tema muy delicado.
De su gran mochila sacó algo cuadrado que estaba envuelto en un pedazo de tela blanca.
Cuando sacó el envoltorio, un cuadro con una foto en el apareció delante de mis ojos. Era una familia que parecía estar muy feliz. Y sabía quienes eran las cinco personas de la foto. Eran mis padres y mis hermanos.
Una lágrima recorrió mi mejilla sin poder detenerse pero hice el esfuerzo de que no salieran muchas mas con ella.
A la izquierda se encontraba mi padre y a la derecha mi madre. Una mujer con una sonrisa muy linda y pelo rubio y lacio. Y abajo, unidos en un gran abrazo, estábamos nosotros tres. William, mi hermano mayor, un chico alto y rubio y mi hermana Sara, ella había heredado los genes de mi padre. Era castaña con pelo largo y con muchos rulos.
Parecíamos una familia feliz. Aunque en verdad no lo éramos. Con los golpes que nos daba mi padre no podíamos serlo. Y mi madre no sabía nada.
-¿Estás bien? Te quedaste en shock.-me preguntó mi amiga preocupada. Yo asentí pero no era más que una mentira.
-¿Donde encontraste esto?-le pregunté lentamente y con una voz suave.
-En una cabaña. Una gran casa blanca con un columpio en frente. Pensé que te gustaría tenerla.-me dijo tiernamente.
-Era nuestra casa. Tenía unos cuatro años en esta foto. Fue dos días antes de que mi madre muriera.-le dije ya en un mar de lágrimas. Ella bajó la mirada no sabiendo que decir. Y estaba bien porque lo único que quería ahora era estar sola y llorar.
-¿Quieres que me valla?-me preguntó leyéndome la mente. Yo asentí y después de darme un cálido beso en la mejilla se fue.
Me recosté en la cama y abracé el marco de la foto pero no tardé en ser interrumpida.
-¿No me lo pensabas contar?-entró Carl muy enojado a la celda. Me senté rápidamente en la cama ya harta de su extraño y cambiante comportamiento.
-¿Contarte que?-le pregunté confundida. El se pasó repetidas veces la mano por un cabello desesperado.
-Tu vida, Mary.
-Ya sabias que mi madre se suicidó, Carl. ¿Que mas querías saber?-le pregunté enojada. No tenía que reclamarme nada el a mi. No quería contarle la verdad a Carl, era mejor mantenerlo en secreto y solo para mi.
-No sabía que tenías hermanos, por ejemplo.-estaba buscando excusas y se le había ocurrido esa, tan barata.
-¿Por que te importa?-le dije gritando. Probablemente íbamos a despertar a todo el mundo.
-Por que si. Me preocupo por vos y...
-Deja esas estupideces para otro día.-dije riendo y cerrándole la boca de una vez por todas.-Y ahora si me disculpas necesito dormir.
Y con eso caí en un profundo sueño que duró una pocas horas en realidad.
Gritos retumbaban por toda la prisión. Me levanté rápidamente de la cama tomando mi pistola como reflejo y me metí en el vestidor. Si, con Carl habíamos diseñado una especie de vestidor en una esquina de la celda colgando una sábana blanca desde el techo. Me cambié con un pantalón negro, una remera básica blanca, mis botas negras y mi campera de cuero negra que me regaló Daryl.
-Carl..-susurré moviéndole el brazo para que se despertara. El se levanto de la cama confundido llevándose una mano a la cabeza y me miró. Se sorprendió al verme pero no teníamos tiempo para eso. Se sacó la sábana y yo me tapé los ojos luego de escuchar una risa de su parte.
Estaba solamente en bóxers lo que me permitía ver sus marcados abdominales.
-Tápate y sal, escuché unos ruidos.-dije escondiendo la sonrisa de mi cara a lo que el rió e hizo que mis mejillas se tornaran de un rojo carmesí.
Salí rápido de la celda alarmada por todo el berrinche de afuera.
Todos estaban despiertos y corriendo por el bloque.
Y en eso llego a ver a Rick corriendo hacia mi desesperado.
-Mary, no vayas al bloque D. Está infectado.-me dijo casi gritando, sudoroso y pasándose la mano por el cabello repetidas veces.
-Pero ahí están los de Wood...
-Solo no vayas. Y Patrick está muerto.-me dijo rápidamente. Cuando dijo la última oración llegó Carl a nuestro lado, quien la pudo escuchar. Patrick era un gran amigo suyo. El único de su edad y quien lo comprendía mejor que nadie. Yo no tenía casi nadie de mi edad salvo por una chica, Lizzie. Pero la encontraba muy rara. Su hermana, en cambio, Mika, era muy agradable.
Carl miró para abajo y juré que se iba a largar a llorar. Se dio la vuelta y golpeó su puño contra la pared.
-Carl, ¿estás bien?-le preguntó Rick, que pregunta más tonta.-Espera...¿Que mierda te pasó en la mejilla?-volvió a preguntar Rick. Vi como la boca de Carl se tornaba en una sonrisa permanente recordando el golpe que le di hoy.
-Algo buenís...-iba a contestar el pero yo lo frené antes de que pudiera mandarse alguna cagada.
-Se tropezó. Con la cama. Y se dio a punta de metal ahí.-dije inventando todo en el momento. Rick nos miró confuso durante varios segundos y en eso Carl también me miró extraño.- Ahora tienes que irte, Rick. Voy a ver si Mags necesita ayuda.
Dejé a padre e hijo ahí y me fui para zafar de todo un cuestionario de porque no había dicho la verdad.
Cuando encontré a la Greene mayor, la ayudé a matar caminantes que antes eran nuestros amigos, y cuando acabamos con todos vimos que muchas personas estaba tosiendo. Todos los del bloque D. Era como si estuvieran enfermos o algo así.
Todo resultaba de mal en peor. Primero teníamos un lugar donde refugiarnos y luego teníamos que dormir con un ojo abierto de nuevo. Estar en el fin del mundo resultaba algo agotador.
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"Survive"-The walking dead. Carl Grimes.
Hayran KurguMaria es una chica de 15 años que todavía no encontró su lugar en el mundo. Pero todo cambia cuando el fin del mundo comienza. Nuevas amistades y relaciones llegan a su vida. Pero alguien muy especial la hace ver el mundo de otra manera. ¿Estará lis...