CAPÍTULO 17

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Un hombre caminaba intranquilo por la calle. La hora se acercaba. Las doce menos cinco, con tres, cuatro, cinco, seis segundos... Casi estaba en el parque. Allí se reuniría con aquel extraño sujeto que se presentó en improvisto en su casa. No prestaba atención a la gente, en este momento, tenía cosas más inquietantes que ocupaban su mente y su no tan clara conciencia. Cuarenta y cinco, cuarenta y seis, cuarenta y siete segundos... Ya veía la entrada del Times Square. Su respiración se agitó, empezó a sentirse intranquilo y temeroso. Cincuenta y nueve, un minuto... Entró en el recinto.

Podía ver los árboles y los bancos, algunos de ellos estaban ocupados por desconocidos, y entre unos de ellos, estaba un individuo solitario. Miraba un periódico y llevaba gafas de sol. Chaqueta elegante, y unos zapatos muy limpios y relucientes. Debía ser ese el que él buscaba. Encajaba perfectamente con alguien peligroso e inteligente, frío y calculador. No podía equivocarse. No ahora que estaba tan cerca de llegar al asesino de Kate Anderson.

Lentamente, se dirigió hasta el banco y se sentó con cautela. El hombre, le miró por encima, y después se concentró de nuevo en su lectura. Nadie dijo nada durante un rato, e incluso le hizo dudar a Robert Snow si se estaba equivocando de persona. Cuando se estaba levantando, el hombre de su derecha le dijo con vos grave:

-Quédese un poco más señor Snow. Hace un día hermoso, ¿no cree?

Eso bastó para que se volviese a sentar y permanecieran un rato más en silencio, hasta que no pudo aguantar más la agonía que le carcomía por dentro.

-¿Qué quiere de mí, seas quien seas?-le preguntó con mucha falta de cortesía.

-¿Yo, muchas cosas?-le respondió irónicamente aquel misterioso ser.- En primer lugar quiero saber porqué te fuiste.

-¿De dónde?-Robert Snow estaba cada vez más asustado y agitado.

-Ya lo sabes. Ahórrame darte todo ese sermón que ya sabes-.le manifestó el hombre.

-Lo sospecho, pero tú no puedes saber nada de eso. Todo quedó en el pasado. Ahora soy diferente. Tengo trabajo, una vida feliz... Hasta que llegaste y mataste a mi amada.

- Y qué piensas que mereces. ¿Una vida plena? ¿Después de lo que me hiciste a mí?

-Espera... Entonces... Tú eres... No puede ser...

-Sí. Lo soy.

-Pero... Yo no lo sabía. Te habría dado todo eso y más.

-No soy tonto. Sé que me estás mintiendo. No lo intentes ni siquiera.

-Dime al menos quién te ayudó.

-No puedo, pero no te preocupes. Ya te lo dirán ellos. Una cosa más. No te vayas hasta que no te lo indique. ¿Vale?-dijo con una medio sonrisa llena de furia el señor

Volvieron al silencio. Robert Snow quiso levantarse e irse, mas no se atrevía a hacerlo. Lo que le deparaba si lo hacía sería peligroso. Gracias a esta charla, entendió muchos trasfondos que le llevaron al hombre a  matar a Kate Anderson. No obstante, nunca quiso venir. Ya no había vuelta atrás. Clavó la vista al frente y vio un rostro conocido. Tenía del pelo castaño y los ojos azules.

" ¿Cómo se llamaba...? Era muy buena amiga de Kate. Era... Algo de Fox... ¡Elisabeth Fox! Ella debe ser su ayuda" pesó Robert Snow. Y unió todas las piezas del puzle. Todo encajaba.

De repente, sintió un bulto metálico en la espalda esta era su señal. Debía empezar a caminar adonde quiera que le dirigiese.

-Empieza. Ni se te ocurra intentar nada. No tengo qué perder. Tú, por el contrario, bastante.

Se dirigió a un coche negro. Allí, se montaron Elisabeth Fox, él  y el asesino de Kate Anderson y condujeron a un edificio que Robert Snow no pudo ver, porque le vendaron los ojos.

                                                                                              ...

-Señor Snow

BUSCANDO AL ASESINO DE KATE ANDERSONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora