Amado amigo mío

Capítulo 35. La problemática Evanna

Nico comenzó a trabajar en un centro de computación, como instructor. Él tiene algunos conocimientos de informática y al no poder conseguir un trabajo en su rama, decidió tomar este.

La mayoría de sus estudiantes son adolescentes entre 14 y 17 años. Entre ellos se encuentra Evanna. Una jovencita de 17 años.

Evanna se gana el aprecio y confianza de su nuevo instructor. Cuando sus compañeros están en el descanso, ella prefiere quedarse platicando con Nicolás de una u otra cosa.

Nicolás se reúne con ella, en ocasiones, fuera del instituto. Ella le comenta los problemas que tiene en casa. Entre ellos el de su hermano con enfermedad terminal y un tío que la acosa cuando su madre no está.

Nicolás le aconseja e intenta ayudarla. Se han vuelto muy cercanos.

Nicolás la considera una chica muy madura, pero el asunto se le está saliendo de las manos. Se está involucrando más de lo normal. Hace unos días me confesó que se besaron en un centro comercial. El tiene 24 años y ella solo 17. No debería salir con una menor de edad. Cuando se lo comenté se molestó y me señaló como la celosa. No le hablé más del asunto en ese entonces.

Después del fin semana de haberse visto con Evanna, en el instituto todos sus estudiantes hablaban del beso de Evanna y su instructor. Al siguiente día, la madre de la adolescente fue a reclamarle a Nicolás por su comportamiento. La señora desmintió todo lo del hermano con la enfermedad terminal, pues ella es hija única. También desmintió la existencia de un tío que la acosaba. Al parecer la jovencita quería demostrarle a sus compañeros que podía ligarse al nuevo instructor.

Nicolás es despedido del centro de computación, pero aún se ve a escondidas con Evanna.

—¿Por qué sales con ella? Te mintió —dije molesta.

—Ella me dijo que el asunto del beso fue divulgado por una de sus compañeras que nos vio en el centro comercial.

—¿Y lo de su hermano y su tío?

—Con respecto a ese asunto me pidió perdón.

—Es una niña malvada y mentirosa. Provocó que te despidieran. Su madre te amenazó con meterte preso.

—Me gusta demasiado. Nos estamos viendo en secreto.

—¡Es una niña Nicolás!

—¡Qué importa! Ella es muy madura, me entiende y tenemos muchas cosas en común.

—¡Ya no más! Haz lo que quieras.

No pasó mucho tiempo para que Nicolás se diera cuenta de que Evanna era una adolescente inmadura, que le iba a causar muchos problemas.