Capítulo 55. El día de la boda (Parte 2 - Final)

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Llegamos a la iglesia en menos de diez minutos. Bajo rápidamente del auto, subo algunos escalones para llegar hasta donde está mi padre. Nicolás viene detrás de mí.

De pronto uno de mis zapatos se me sale del pie y comienza a caer escalones abajo. Nicolás logra atraparlo.

—Aquí lo tengo cenicienta. No puede dejar su zapatilla —dice.

El conductor del taxi grita desde unos metros atrás a Nicolás reclamándole no haberle pagado.

—¡Oh cierto! No he pagado. Toma tu zapato.

Nicolás se regresa para cancelarle.

Cuando estoy a pocos metros para llegar hasta donde está mi padre, decido regresar nuevamente al auto.

Nicolás me detiene.

—¿Para donde vas?

—Mírame. ¡Estoy terrible! ¿Puedes buscar a Gina o a alguien más y pedirles que me presten maquillaje?

—Pensé que tu prioridad era casarte.

—Claro que si. Pero casarme fea ¡jamás! Te espero dentro del taxi.

Nicolás resopló.

Por suerte el taxi seguía aún allí.

Nicolás hizo lo encomendado y a los pocos minutos regresa al auto.

—Aquí tienes. Lo que falta es que comience a llover.

—Ni lo digas en broma Nico.

—Estaría genial. Tú y Robert se conocieron bajo la lluvia. Sería como una forma de recordar como inició su gran amor.

—Mejor cierra el pico.

Por fin logro entrar a la iglesia. Es indescriptible lo que sentí. A partir de ese día mi vida iba a cambiar.

Pese a todos los contratiempos tuve una gran ceremonia.

En la fiesta de recepción, en medio de todos los abrazos, besos y buenos deseos de nuestros invitados, Nicolás toma mi mano y me dirige hacia un lugar más apartado.

—Mi pequeña Beth. Ya eres toda una mujer. Luces hermosa. Te deseo lo mejor del mundo. Te lo mereces.

—¿Toda una mujer? ¿Acaso no lo era?

—Siempre te he visto como mi pequeña Beth. Ahora eres la Señora Beth —se sonríe, igual yo.

—Siempre seremos amigos ¿cierto?

—Claro. Estaremos siempre juntos. No parece, pero son 10 años juntos. Quiero que sepas que eres parte de lo mejor de mi vida. Eres más que mi amiga, eres mi Beth. Te amo inmensamente.

—Y yo a ti Nicolás Jensen.

—¿Te veré el domingo?

—Mmm... me temo que no podré. Estaré de luna de miel.

—¿Y no puedes faltar?

—Mmm... no. Por supuesto que no —no pude evitar reírme.

—Tengo algo más que decirte —dice después de un momento de silencio.

—Cuéntame.

—Estaré unos días más en el país y para cuando regreses de tu luna de miel posiblemente ya no esté aquí. Me mudaré definitivamente a Estados Unidos.

La noticia me cayó como balde de agua fría.

—Ah... ¿Desde hace cuanto lo decidiste?

—Desde hace unos meses. El negocio está marchando muy bien allá y quiero dedicarme de lleno. No solo ir y venir.

—¡Oh! Qué bien por ti —estaba tratando de asimilar la información.

—Si.

—Te visitaré... algún día. Lo haré.

—Lo sé. Te estaré esperando. También vendré de visita... algún día —hizo una pausa —. Nos mantendremos en contacto ¿está bien?

—Claro —me sentí triste.

Nicolás me da un fuerte abrazo.

Nos separamos. Nicolás saca del bolsillo de su chaqueta un sobre blanco y me lo entrega.

—Quiero que lo abras más tarde. No lo dejé con lo demás regalos porque Robert podría verlo y ponerse celoso.

Reí.

—¿Y qué es?

—Más tarde lo sabrás.

En ese momento aparece Robert.

—Aquí están —Robert dirige su mirada hacia Nicolás y le extiende la mano —. Quería darte las gracias por traer a Hanna Beth a la iglesia.

—Se convirtió en el héroe del día —dije.

—No seas exagerada. No fue nada. Felicidades a ambos.

—Gracias amigo —Robert le da una palmadita en el hombro a Nicolás.

Robert esta vez dirige su mirada hacia mí.

—Algunos invitados preguntan por ti —su mirada se dirige nuevamente hacia Nicolás —. ¿Me prestas por un rato a la novia?

—Por supuesto. Está de más preguntar. Es toda tuya.

Robert toma mi mano para volver al salón donde están los invitados. Antes de girarme, Nicolás me guiña el ojo.

—Hasta pronto Hanna beth —se despide Nicolás.

—Hasta pronto Nicolás.

Foto dentro del sobre blanco que Nicolás le entregó a Hanna Beth

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Foto dentro del sobre blanco que Nicolás le entregó a Hanna Beth

                                                                                                                                  FIN

Amado amigo míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora