Amado amigo mío

Epílogo

Por un momento comencé a sentirme agobiada entre la multitud que se dirigía atropelladamente hacia sus familiares y amigos que esperaban en el aeropuerto. Es la primera vez que viajo sola en avión. Agradezco a Dios haber llegado con vida a Estados Unidos.

Una linda azafata nos apremiaba para ir a los edificios de salida.

Recogí mi equipaje y paseé la mirada por la sala de recepción. Nicolás me informó antes de abordar, que me esperaría en el aeropuerto. Pero conociéndolo como lo conozco sé que llegará tarde.

Quizá ya había cambiado, porque allí estaba, de pie frente a mi, a unos 10 metros de distancia con un papel en la mano que decía: "¡Bienvenida pequeña!"

No pude contener la emoción de verlo. Corrí hacia él y le di un fuerte abrazo.

Nos separamos y lo miré a los ojos.

—Pareces un anciano —dije.

—Tú tan amable como siempre. No nos hemos visto por dos años y eso es lo primero que se te ocurre decirme.

—Lo siento. Te ves muy guapo. Sabes como soy. No me gusta elevar tu ego.

—¡Me alegra mucho verte!

Nicolás me sujeta y me da unas tres vueltas por el aire.

—¡Nicolás ten cuidado! ¡Me puedes dejar caer!

Nicolás me suelta y me da un beso apretado en la mejilla.

—Te extrañé pequeña —Nicolás echa un vistazo hacia atrás —. ¿Y Robert?

—Me alcanza en una semana. Resuelve algunos asuntos de trabajo.

—¿Y cómo vas con él?

—De maravilla. Tengo muchas cosas que contarte.

—De acuerdo. Te invito a una cafetería que sé que te gustará. Allí me cuentas todo.

—Bien.

Nicolás cargó mi equipaje.

Llegamos a la cafetería una hora después, y no porque estuviera lejos, sino porque Nicolás me mostró un sinfín de lugares que sabría que me encantarían.

—¿Y Daniela? —pregunté.

—Está en el apartamento. La dejé cocinando algo rico para ti. Para darte la bienvenida.

—No es cierto.

—Si es cierto. Le dije: "Tu te quedas para que le prepares algo rico a la pequeña Beth que viene de visita"

Solté una risotada.

—Y seguramente ella te hizo caso.

—Bueno... la verdad no dije nada de eso. Pero si está preparando algo rico, que se supone que es una sorpresa y ya te la estoy contando. Por eso no vino.

—Ow... ¡Qué dulce!

—¿Dulce? Lo dices porque no vives con ella —reí —. No, en verdad. Es dulce, no la mayoría del tiempo, pero lo es. La amo.

—¿Se piensan casar algún día?

—¿Casarnos? Tal vez algún día... muy muy muy lejano. Dime tu ¿qué tal tu vida de casada?

—Robert es el mejor de los esposos.

—¿Y cómo sabes que es el mejor de los esposos? Te has casado... dos, tres... ¡Ah! Ya recuerdo... te has casado una sola vez.

—Bueno... es comprensivo, hermoso, romántico, tiene buen sentido humor y lo amo. Es el mejor para mi.

—Para ti. Pero no es el mejor de los esposos.

—Ya cierra la boca Nicolás. Además... te tengo una noticia.

—Dime.

—Mmm... ¡Voy a ser mamá!

—¿Mamá?

—¡Estoy embarazada! Tengo tres meses.

—¿Y en donde está la panza?

—Eres un despistado. No es muy grande, pero se nota.

—No se te nota nada. ¿Acaso llevas en tu vientre a un meñique o qué?

—Deja de burlarte Nicolás.

—¡Felicidades pequeña! Compadezco a Robert. Si eres estresante en tu estado normal, cómo será embarazada.

—¿A qué te refieres con estado normal? ¿Acaso el estar embarazada es un estado anormal?

—¿Ves a lo que me refiero? Ya quieres pelear. Luego te comenzarás a estresar. Menos mal que solo tendré que aguantarte por un mes. El pobre de Robert tendrá que soportarte lo que te queda de embarazo. No, y no solo eso. Tendrá que soportarte hasta que la muerte los separe. Y no aceleres su partida matándolo de una rabia, es muy joven aún.

—¿Puedes parar de decir tantas tonterías?

—Ni hablar de ese indefenso bebé. La madre que le espera. Que Dios tenga misericordia de él.

Cerré el puño y le di un golpecito en el hombro haciendo que su café caliente cayera sobre su pantalón. Se levantó rápidamente del asiento.

—¡¡Hanna Beth!!

No pude parar de reír.

—Ríete. No hago lo mismo porque respeto a las mujeres embarazadas.

—No fue mi intensión en verdad. Déjame ayudarte.

Reí  sin parar por un rato más.

Fue un gran día.

Fue un gran reencuentro.