Capítulo 22

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Cuando recuperó la consciencia, aún con los ojos cerrados, supo que no estaba soñando. Que pese al dolor y a la sensación de estar viviendo de nuevo aquella pesadilla, esta vez era real. Que de nuevo estaba atado a la pared del sótano de la antigua mansión Hale, y que miles de vatios recorrían su cuerpo, impidiéndole transformarse.

Como la vez que Kate le torturó durante horas, Helena le había quitado la camiseta y le había descalzado, logrando de ese modo que su cuerpo fuera un conductor perfecto para la electricidad.

Y como la otra vez, el agotamiento al llevar horas colgado en la misma posición, con los brazos entumecidos por estar tanto tiempo soportando el resto de su cuerpo sin poder moverse, le impedía estar consciente mucho tiempo seguido.

Pero con todas las similitudes, había una serie de importantes detalles que cambiaban con respecto a la otra vez que estuvo en aquella misma situación.

Uno era el hecho de que había sido apuñalado con una navaja cubierta de acónito. Un veneno que le impidió curarse de la herida en cuestión de segundos, y que a causa de ello seguía sangrando pese al tiempo transcurrido. Pero a la pérdida de sangre, se añadía el ardor que sentía cada vez que su corazón latía y seguía bombeando el veneno por todos los rincones de su cuerpo.

Cuando Kate le disparó hacía dos años, estaba convencido que jamás sentiría un dolor tan intenso como aquel... Se equivocaba. Porque aquella herida estaba logrando que no hubiera ni un solo milímetro de su cuerpo que no agonizara de dolor.

Derek estaba más que seguro que, si conseguía mantener la consciencia, sólo era porque el dolor de la electricidad recorriendo su cuerpo, acompañando al veneno, lograba que no se abandonara al total agotamiento.

Y estaba más que seguro que aquel era el principal motivo por el que le estaban dando las descargas. Porque si no lo hacían, Derek simplemente se dejaría arrastrar a la inconsciencia y, casi sin darse cuenta, a la muerte.

El otro motivo por el que no se limitaron a dejar que el acónito hiciera su trabajo, era también el segundo importante detalle que hacía que todo aquello fuera distinto y mucho peor que la primera vez.

Porque Helena, dentro de su mente pervertida, había querido que la situación fuera lo más parecida posible a la primera vez en que le torturaron.

Y no tenía ni idea de cómo era posible que lo supiera. Que supiera que fue torturado durante horas por la misma persona que mató a su familia, y de la que creyó sentir algo especial.

Fuera como fuese, Helena había logrado la reconstrucción perfecta. Y si aquella vez fue Kate la que le tuvo atado durante agónicas horas, mientras le recordaba una y otra vez lo estúpido que había sido por enamorarse de la joven y guapa cazadora... Esta vez era el turno del chico con el que se había imaginado una vida en común.

Antes de abrir los ojos, Derek sabía que Stiles estaba allí. Podía notar su olor perfectamente. Y aunque siguiera estando contaminado por el nauseabundo olor de Helena, al menos seguía captando parte del aroma único de Stiles... Lo único bueno que había realmente allí, en aquel lugar tan lleno de dolor, amargura y odio.

Viéndose allí, indefenso y herido en el mismo lugar donde su familia murió lenta y dolorosamente a causa de un estúpido error, Derek deseó que aquello durara lo menos posible.

Porque estaba cansado.

Estaba cansado de que le siguieran recordando los errores del pasado, y que siguiera fracasando en su intento desesperado por tener una vida normal.

Lentamente, luchando por permanecer consciente, Derek consiguió abrir los párpados para encontrarse cara a cara con aquellos ojos marrones.

- Stiles...

Of Alphas and MatesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora