Capítulo 18

6.5K 582 224
                                    


Derek expulsó el aire de sus pulmones, casi de manera agónica, al tiempo que se dejaba caer en el sofá. Por enésima vez en la última hora, consultó su móvil para ver si había algún mensaje o llamada perdida, y de nuevo trató de llamar a Stiles.

Y como las últimas cuarenta veces, el teléfono estaba directamente apagado.

Dejó el móvil en el suelo, sabiendo que si lo seguía sujetando acabaría estrellándolo contra la pared más próxima. Pero no podía hacerlo: Aún cabía una mínima posibilidad de que Stiles llamara.

Acababa de regresar de la clínica de Deaton, después de toda una noche en vela buscando un método para acabar con Helena y su manada. Por muchas ganas que tuvieran de enfrentarse a ellos, sabían que no podían hacerlo con las manos desnudas. Que a diferencia de los otros enemigos a los que habían hecho frente, en esta ocasión su fuerza y rapidez no iban a ser suficientes.

Por ello, se habían pasado toda la noche estudiando el Bestiario y varios libros de medicina de Deaton, buscando algo que les ayudara a hacer frente a los hombres lobo más poderosos que había sobre la faz de la tierra.

Seguían sin encontrar nada cuando Scott le sugirió que se fuera a casa a dormir un poco. Era la tercera vez que le había visto cabeceando encima de un libro, y Derek recordó que llevaba más de tres días sin dormir. Y que por poca gracia que le hiciera dejar a su manada investigando mientras él recuperaba fuerzas, sabía que era lo más sensato. Que de lo contrario, sólo lograría que su manada estuviera más pendiente de él que de buscar soluciones al problema.

El Alfa se llevó las manos a la cabeza, apretando con fuerza las cuencas de los ojos, y a continuación agarró varios mechones de pelo. Jamás se había sentido tan inútil. Tan desesperado por poder hacer algo y encontrarse con que nada dependía de él. Y teniendo en cuenta que le estaba ocurriendo a la misma persona que un día llegó a casa para encontrar su hogar ardiendo, y con la policía sacando los cadáveres de su familia en bolsas de plástico... Ya era significativo.

El recuerdo de aquel fatídico día, sin embargo, logró que Derek se levantara del sofá casi de un salto. Una vez de pie, subió al piso superior del loft, y rebuscó entre las cajas que guardaban sus recuerdos más preciados... Los pocos que tenía.

Sentándose en el suelo, sacó una pequeña cajita de madera que había en el fondo, y la sostuvo entre sus manos unos segundos antes de atreverse a abrirla.

Cuando lo hizo, sintió cómo los ojos se le empañaban ante la visión de aquellos objetos tan frágiles y pertenecientes a una vida que jamás volvería a experimentar.

Allí estaban. Los únicos objetos que sirvieron para que la policía pudiera identificar a todos los miembros de la familia Hale: Los pendientes de su hermana pequeña y que él mismo le regaló en su último cumpleaños, dos semanas antes del incendio; la pulsera de oro de su prima; las alianzas de sus padres, una más pequeña que la otra, ambas simples bandas de oro blanco con la palabra "eternamente" grabada en ellos.

Derek sostuvo los dos pequeños círculos de metal en su mano. Cerró el puño con fuerza antes de llevarlo a su boca y besarlo con un leve roce de sus labios. Exactamente lo mismo que hizo cuando los vio por primera vez fuera de los dedos de sus padres.

Fue la noche que volvió a Beacon Hills después de seis años huyendo, tratando de buscar a su hermana. A su único familiar vivo.

Realmente no había entrado en la comisaría con la intención de recuperarlos pero, tras intentar averiguar dónde estaba Laura, decidió que tenía todo el derecho del mundo a llevarse las pocas pertenencias que sobrevivieron al fuego. Y aunque aquel día lo hizo como recordatorio de lo que su estupidez había causado (pese a que aquello nunca llegaría a abandonar su mente); en el fondo albergaba la esperanza de que le ayudaría a seguir adelante. De que aquellos anillos que una vez llevaron dos personas que se amaban con locura, un día Derek pudiera dárselo a esa persona con la que no tuviera miedo de empezar una nueva vida en común.

Of Alphas and MatesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora