Capítulo 25

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Stiles se tapó los oídos con fuerza, en un vano intento por no oír el grito de Derek.

Estaba en el otro extremo de los sótanos. Lo más alejado posible de la celda donde Helena le seguía torturando. Y aunque creía que sería más fácil, ahora que no era él quien le estaba infringiendo daño al hombre; se había equivocado.

Porque oírle gritar de dolor, saber que estaba a metros de distancia, y tener que quedarse de brazos cruzados, era casi peor.

Era tan horrible, que Stiles temía que fuera a volverse loco.

Pero, de momento, no podía hacer nada más.

El chico se sentó en el frío suelo del sótano, la espalda apoyada en la pared y las rodillas pegadas al pecho. Se sujetó ambas piernas con los brazos y agachó la cabeza, creando una especie de barrera con su propio cuerpo frente a la realidad.

A lo lejos, el grito de Derek retumbó en las paredes, y Stiles empezó a temblar.

Cerró los ojos con fuerza, obligándose a no hacer una locura que acabara con todos antes de tiempo, e inspiró con fuerza. Lo hizo un par de veces, la nariz pegada a la ropa, y poco a poco sintió que iba recuperando el control.

Aunque ello no significaba que fuera más fácil oír los gritos del hombre, ni la risa repugnante de aquella mujer.

De su Alfa.

Era recordarse una vez más que ella era su Alfa, y Stiles sentía verdadero asco por sí mismo. Sobre todo al rememorar lo absurdamente fácil que había caído en su trampa. Y más cuando Derek fue el primero en avisarle que se equivocaba con ella. Que era peligrosa.

- Dios. Soy un estúpido

- No lo eres.

Stiles levantó la vista y se encontró con uno de los Betas de Helena. Kevin, si no le fallaba la memoria. No es que hubieran tenido mucho tiempo para charlar, la verdad, y las presentaciones habían brillado por su ausencia.

Porque apenas llegó Stiles al bosque, siguiendo la llamada de su Alfa, y se encontró con que los demás estaban allí y tenían intención de matar a Helena..., todo había ocurrido demasiado rápido.

Demasiado rápido y demasiado lento a un tiempo.

Stiles veía las cosas como si estuvieran ocurriendo a cámara lenta, y como si estuviera fuera de su propio cuerpo. Porque cuando Helena le miró y le habló, ordenándole que le contara a Derek que había sido él quien mató al Omega, no pudo hacer otra cosa que obedecer.

Y quedarse a su lado.

Cuando aquello era justo lo último que quería hacer, sabiendo que en el otro extremo estaba Derek.

Pero no pudo hacerlo... Su instinto. Su unión con su Alfa se lo impedía.

Y así fue como se encontró recorriendo el bosque junto a un Alfa que le había engañado y manipulado, y junto a tres Betas que acababa de saber que existían y que apenas dijeron una palabra. Solamente dijeron sus nombres y le dieron la bienvenida a la manada. Como si aquello fuera lo que Stiles hubiera deseado hacer desde que le mordieron: Unirse a una panda de críos que, a diferencia de los que seguían a Derek, no tenían ningún problema en causar daño a gente inocente.

Entonces, cuando les conoció, Stiles dio por hecho que la falta de comunicación era debido a la propia forma de ser de los Betas. Y que, al parecer, eran más del tipo de Derek, pues disfrutaban del silencio como nadie.

Pero estaba claro que se había equivocado.

- Quieres algo – preguntó Stiles en tono seco, sin moverse del sitio. Lo cierto es que no tenía ningunas ganas de charlar con nadie, y menos aún con otro Beta de aquella manipuladora... Pero tampoco es que pudiera decirlo: No dejaba de ser el amigo de su enemigo.

Of Alphas and MatesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora