Harmless [Star Trek 2009]

Capítulo Diecisiete

La mañana siguiente fue dura. Sólo dormí un par de horas y debía estar en San Francisco en una hora. Tenía el viaje cubierto, pues sólo me tomaría unos segundos en estar ahí. Me sentía cansado y tenía un ligero dolor de cabeza. Me levante como pude y en menos de lo que podía reaccionar, Nina estaba en frente de mí. Tomo de mi brazo y me aventó a la ducha. Ya estaba en San Francisco, y yo no me había percatado de ello, pensé que aún estaba en Iowa, pero no era así. Supuse que Bones tuvo algo que ver. Tome un baño lento, pues no quería salir de ahí, simplemente no quería. Cuando abrí la puerta del baño, esperé ver a Nina ahí, pero no estaba. Estaba vistiéndome, sólo faltaban algunos detalles, cuando escuche que alguien tocaba a mi puerta. Gire los ojos un poco mientras caminaba para abrir la puerta.

—Estaré en unos minutos —Dije abriendo la puerta pero volviendo a lo que hacía. Sin mirar a quien había dejado entrar—. Supongo que te quedaste toda la noche aquí ¿no? Pero creo que deberíamos dejar de hacer esto… No me molesta, pero Nina… No somos nada.

—Por mí está bien —Me quede quieto intentando descifrar que sucedía. Giré para ver quien estaba y no era Nina, sino Emery—. Un maldito anillo, James. ¿De verdad? —Parecía molesta—. Le das una tonta piedra de quien sabe donde a mi hermana, en su cumpleaños… ¿y a mí un simple anillo? Y para el colmo, regreso y me confundes con Nina. ¿Desde cuándo duermen juntos? Mejor dicho… ¿Por qué me molesta? La próxima vez, observa a quien dejas…

La callé con un beso; fue un impulso que tuve y no pude controlar. Ahí estaba, volviendo a ser la misma de antes. Molesta por cualquier cosa, llamándome James, con su mirada de muerte. Sólo quería volverla a sentir en mis brazos y volver a sentir sus labios sobre los míos. La mire a los ojos y ella estaba completamente ruborizada. La solté ligeramente y ella acomodo su vestimenta. Sacudió un poco la cabeza y sonrió sutilmente.

— ¿Me vas a decir para qué es esto? —Alzo aquel anillo.

—Sólo es un obsequió. No es lo que piensas, pero sí quieres que sea eso… puede serlo, o podríamos tomarlo como una promesa antes de comprometernos.

No dijo nada, sólo asintió e incorporó el anillo en su dedo. Lo admiro un momento y después me miró. Se acerco a mí y comenzó a ayudarme con mi atuendo. Le encantaba hacer eso, siempre se encargaba de arreglar cualquier detalle. Pasó sus manos sobre mi pecho con una sonrisa, me besó en la mejilla y salimos de la habitación.

— ¿Algo que quieras decir? —Pregunte mientras acomodaba su cabello.

—No. Esta vez no.

— ¿Segura? Porque no puedo salir ahí fuera sin que me digas algo.

—Sí, claro… —rió un poco, colocando sus brazos sobre mis hombros—. Lo harás bien, Capitán.

— ¿Vas a volver?

—Jim… Deja de hacer preguntas obvias. —Roso mis labios y se alejo lentamente.

Eso sería todo. No el final para los dos, pero aún había cosas que debíamos hablar y comprender. Quizás todo comenzó como un ligero enamoramiento, que se convirtió en un sentimiento verdadero, pero sabía que entre Emery y yo, siempre habría esa forma en nuestra relación. A veces la odiaría pero siempre la amaría.

Morir no fue lo que ayudo a darme cuenta de todo, creo que fue la afirmación de lo que tanto había dudado. No. No hablo de ella, o de Nina o de alguien más, que de mí mismo.

“Siempre habrá los que pretenden hacernos daño. Para detenerlos, corremos el riesgo de despertar el mismo mal dentro de nosotros mismos. Nuestro primer instinto es buscar venganza cuando nuestros seres queridos se han tomado de nosotros. Pero eso no es lo que somos... Cuando Christopher Pike me dio su nave por primera vez, me hizo recitar el juramento del capitán. Palabras que no se aprecian en el momento. Pero ahora lo veo como una llamada para que nos recuerde que una vez fuimos y que debemos volver a ser. Y estas palabras: espacio, la frontera final. Estos son los viajes de la nave estelar Enterprise. Su misión de cinco años: explorar extraños nuevos mundos, buscar nuevas formas de vida y nuevas civilizaciones, hasta alcanzar lugares donde nadie ha podido llegar.”