"Estad siempre gozosos" (1 Tesalonicenses 5:16).
"Mirad a los cristianos. Siguen a un resucitado, pero sus caras son de muertos. ¿Cómo voy a creer a estos cristianos que, siguiendo a un salvador, no tienen cara de redimidos?" Ciento treinta años después que Nietzche escribiera esto en su libro Así habló Zaratustra, me pregunto si aquellos que no creen en Dios en la actualidad ven también ahora en nosotros esa clase de personas que no reflejan aquello que predican. Somos redimidos, pero... ¿tenemos cara de redimidos? El finado escritor anglicano John Stott decía que los cristianos tenemos que arrepentirnos del pesimismo. Creo que tenía mucha razón.
Cuando el apóstol Pablo conceptualizó el reino de Dios para sus receptores, los romanos, él escribió: "Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo" (Romanos 14:17). De eso se trata la vida de Dios en nosotros, y no experimentar esto como algo real y extraordinario en nuestra cotidianidad, es algo que repercutirá más allá de nosotros. No podremos alcanzar al mundo con el mensaje del Evangelio, si nosotros no reflejamos a plenitud ese Evangelio. Las palabras cobran vida cuando quien las dice posee su esencia. No podemos hablar del gozo de ser salvos si perdimos esta virtud teologal en algún recodo del camino.
¿Es el gozo algo permanente en nosotros, o esta experiencia es frágil y circunstancial en nuestro andar? ¿Somos redimidos con miradas oscas y rostros ceñudos, o vivimos gozosos sea cual sea nuestra suerte? ¿Estamos pletóricos de alegría por causa de nuestro Dios, al cual servimos, o estamos imbuidos en un pesimismo visceral? Como el médico que entrevista al paciente para saber su mal y curarle, debemos inquirir introspectivamente para ser juiciosos. Debemos ser sinceros con nosotros mismos si queremos vivir a plenitud en Cristo.
Estar gozosos es un regalo y una elección a la vez. Mi esposa y mis hijas me regalaron en las navidades pasadas un buen Smartphone. Es una excelente herramienta para estar mejor comunicado, llevar la agenda, el e-mail al día, y en forma general hacer más fácil mi desempeño ministerial. El regalo ha sido estupendo y lo uso cada día. Ahora imagine que no fuera así. Piense que me regalaron este teléfono, pero no lo llevo conmigo, sino que prefiero dejarlo en casa. ¿De qué me serviría tener un regalo como ese si decido no usarlo? Es mío el teléfono, pero no tiene utilidad eficaz por mi causa. Es como si no tuviera ningún teléfono. Es lo mismo que ocurre con el gozo del Señor. Es un regalo para que lo disfrutemos y para que mediante él podamos enfrentar la fatiga, la desazón y el miedo. Pero si no elegimos ese gozo, si no lo llevamos con nosotros, de poco servirá. No lo disfrutaremos nosotros, ni lo verán los demás.
Qué tal si desempolvamos ese regalo que Dios nos ha dado y empezamos a disfrutarlo a diario sin importar qué traiga cada jornada. Estemos gozosos a pesar de cualquier contratiempo. Disfrutemos de la esencia del reino de Dios como una herencia permanente y necesaria. Si somos salvos, entonces tengamos cara de redimidos. Si creemos en el resucitado, entonces vivamos en el éxtasis de una alegría inmarchitable.
"Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!"(Filipenses 4:4)
ESTÁS LEYENDO
Notas Con Dios
Random"Sin embargo, hay algo que no me gusta de ti, y es que ya no me amas tanto como me amabas cuando te hiciste cristiano. Por eso, acuérdate de cómo eras antes, y vuelve a obedecer a Dios. Deja de hacer lo malo, y compórtate como al principio. Si no lo...