Capitulo diecinueve

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Marika

Mi mente de pronto queda en blanco. Ben estaba hablando de algo, pero yo no era capaz de escucharle o prestar atención a sus palabras, solo podía pensar en que él ya sabe sobre la enfermedad de mi padre y absolutamente todo lo que eso tiene por consecuencia.

Cerré mis ojos un segundo, consciente de que estaba al borde de las lágrimas. No podía permitir que me viera llorar. No quería que me viera llorar, si iba a perder la dignidad de esa forma lo haría en mi cuarto y no en la cafetería de un instituto. Me puse de pie y comencé a caminar rápidamente hacia la salida.

Sabía que Ben me estaba siguiendo porque no dejaba de gritar mi nombre, pero yo no iba a detenerme; no quería seguir hablando con él ni tampoco quería seguir en este lugar. Solo tenìa en mente la idea de irme a casa y pensar en todo cuando estuviera en la comodidad de mi habitación.

De pronto, sentí que me sujetaba por la cintura mientras yo intentaba forcejear para que me soltara.

-¡Suéltame!-grite mientras intentaba golpearle- ¡No me toques! ¡Te he dicho que me sueltes ahora!

-No te voy a soltar hasta que te calmes y podamos hablar- Ben me envolvió en un abrazo mientras yo intentaba no comenzar a llorar justo ahora. Le golpeé en el pecho un par de veces, ofuscada mientras él intentaba acariciar mi cabello-. Escucha, mi intención no era hacerte llorar; solo quería hablar contigo, pero siempre terminamos discutiendo.

Quería morirme debido a la vergüenza; ni siquiera había notado que estaba llorando, pero ahora que lo decía comencé a notar las lágrimas que caían por mi cara y terminaban en su ropa.

Otro momento sumado a la lista de momentos patéticos, aunque creo que este ya ocupa el primer lugar. No hay nada más humillante que llorar sobre el pecho de un chico que tiene el ego más grande que China. No me sorprendería que lo estuviera presumiendo al cabo de media hora... aunque siendo justa Ben no es así y creo que no lo presumiría tan rápido.

Intenté recomponerme, pensar con claridad y respirar un poco más calmada, pero sentía tanta rabia que todo intento me resultó imposible. No estaba furiosa con Ben porque descubrió lo de mi padre, estaba enfadada conmigo por no haber sido capaz de ocultarlo mejor. Era una inútil y una tonta por no poder hacer la única cosa que importaba, bien.

Me odié en aquel momento porque pese a todo, la humillación de estar llorando como una estúpida era culpa mía.

-¿Estás mejor?- preguntó Ben cuando ya me aparté de su abrazo un poco más tranquila y con la mente algo más despejada.

-Sí- suspiré frunciendo un poco el ceño algo avergonzada-... lo siento, he arruinado tu camisa.

-Ya... tengo otras ¿sabes?- intentó bromear, pero yo no podía sonreír; digamos que odio protagonizar escenas de drama- ¿Quieres ir a un lugar más tranquilo? Sería mala idea dejar esta conversación pendiente...

Hice una mueca de desagrado que interpreta como una afirmación, ya que me toma del brazo y comenzamos a caminar por las calles aledañas al instituto. Mientras caminamos mi mente comienza a trabajar pensando en como voy a comportarme a partir de ahora. Tuve mi momento de debilidad, pero ya estoy mejor y creo que haré lo correcto a partir de ahora.

Llegamos a un local donde Ben decide pedir dos tacos; supongo que cree que soy fanática de la ensalada porque en el instituto casi nunca como otra cosa, pero la verdad es que ahora no tengo nada de hambre y ver aquellas verduras no me produce absolutamente nada. Solo siento un nudo en el estómago debido a que estoy muy nerviosa.

-Bien- murmuré mientras escarbaba los trozos de lechuga con el tenedor-, haz descubierto lo de mi padre ¿y ahora qué? No estarás esperando a que te entregue el premio Nobel o algo así ¿verdad?

Ben me miró sorprendido mientras terminaba de tragar un trozo de comida que se había echado momentos antes a la boca.

-¿Qué quieres decir con eso?

-Quiero decir que no voy a darte dinero ni absolutamente nada a cambio de tu silencio- apoyé los codos sobre la mesa para mirarle directamente a los ojos-. No vas a chantajearme, Benjamin Parish, si quieres puedes publicar la verdad en Twitter o alguna mierda de esas, pero en cuanto lo hagas pasaré a estar muerta para ti ¿está claro?

-¡Jamás te haría algo así!- exclamó verdaderamente dolido debido a mi desconfianza- Marika, no me interesa sacar provecho de esta situación, solo quiero ayudarte porque te quiero y me importa lo que te pase.

-Vale, pero yo no he pedido tu ayuda ¿sabes?- murmurè con un poco de ironía en la voz- Si quieres ser un super héroe o un caballero de brillante armadura en busca de una damisela perdida, te puedo dar el dato de un montón de chicas que estarían bien dispuestas a que las ayudes en cualquier cosa, pero lo que es yo, siempre he estado muy bien sola.

- No estás bien- señaló poniendo su mano sobre la mía-. Vale, sé que no puedo hacer nada para evitar que tu padre te golpee o siga bebiendo, pero quiero ayudarte cuando te sientas sola o triste. Sé que eres muy fuerte y valiente, pero si algún día pasa algo me gustaría que confiaras en mi lo suficiente como para contármelo.

Me quedé en silencio unos segundos mientras pensaba en todo lo que me había dicho.

-¿Por qué eres tan tierno conmigo?- pregunté después de suspirar un segundo- Yo siempre te trato mal y muchas veces soy hiriente, incluso creo que cualquier otra persona ya se habría cansado de todas las peleas que hemos tenido por mi causa.

-Reconozco que eres muy terca, que pierdes la paciencia muy rápido y que explotas cuando crees que tienes la razón- su sonrisa era cálida, amable, dulce, todo al mismo tiempo y me hacía sentir cierta confianza hacia él-, pero son cosas buenas y me gusta tu forma de ser, aunque logras sacarme de quicio cuando quieres.

Suspiró y acarició el dorso de mi mano con su pulgar mientras yo intentaba decidir si es que debía seguir confiando en él o alejarme y recluirme en mi propia soledad. No quería equivocarme, ya que aunque los errores son para aprender no quiero que las cosas terminen terriblemente mal entre ambos.

-¿Sabes? He estado pensando desde hace unos días que existe algo de química entre nosotros- le miré con algo de confusión. Yo no sentía eso y aunque existió un beso en su cuarto yo quería olvidar ese detalle para no complicarme demasiado la vida-. Sé que vives una situación muy difícil con tu padre y no sé si estás lista para darme aunque sea solo una pequeña oportunidad, pero supongo que no pierdo nada con preguntarte.

Mi corazón volvió a detenerse por segunda vez en el día a la vez que intentaba procesar todo lo que estaba pasando en el día.

-¿Química?- pregunté confundida- Pero si no hacemos nada más que discutir por todo, además no tenemos absolutamente nada en común: a ti te gusta el rock y yo prefiero la música clásica, odias la ciencia y para mí es algo divertido, eres el capitán del equipo de fútbol y yo solo juego bien el ajedréz. Nos separan muchas cosas y no nos une absolutamente nada, por favor no arruines la única amistad que he tenido en casi 3 años.

-¿Quieres que aprenda a jugar ajedréz?- preguntó alzando una ceja- Si tu me enseñas, entonces tendremos una cosa en común y tal vez nos unen aún más cosas de las que nos separan... por ejemplo a mí también me gusta la ensalada y sacar sobresalientes en el instituto.

Me acerqué un poco más a él y besé suavemente sus labios para apartarme rápidamente y volver a mi lugar.

-Lo pensaré ¿está bien?- suspiré bajando un poco la mirada- La verdad es que hoy no puedo tomar ninguna decisión y me gustaría que me dieras algo de tiempo.

-Claro-respondió con una sonrisa-, soy más paciente que tú así que puedes tener el tiempo que quieras... Al menos se han acabado las mentiras y los secretos entre nosotros.

Asentí un par de veces mientras me decía mentalmente que estaba siendo una mentirosa de lo peor. "Lo siento Ben, pero yo no puedo vivir sin secretos; no puedo decirte sobre mi madre ni sobre el chico que me ha estado siguiendo. No puedo poner toda mi vida en tus manos, no puedo permitir que me hagas daño en el futuro"...







Mi Destino (Bringer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora