Marika
En cuanto entré a la casa, sentí que algo no iba del todo bien. No había nada fuera de lugar ni se escuchaba ningún tipo de ruido, pero algo en el ambiente era diferente. Algo en ese silencio estaba mal, así que después de dejar la carta de Ben en la mesita que estaba junto a la puerta, comencé a caminar hacia la cocina.
-¡Papá, ya estoy en casa!- grité mientras habría el refrigerador para preparar el desayuno. De pronto una sombra circuló por el pasillo contiguo e instintivamente agarré el cuchillo que usaba para cortar la carne- ¿Papá? ¿Papá eres tú?
Silencio y oscuridad me llenaron en aquel momento hasta que poco a poco la sombra que se había ocultado en el pasillo fue tomando forma.
No tuve que mirarle dos veces para saber que esa figura masculina no era la de mi padre, era más alto y parecía ser más joven, aunque por la oscuridad que había en la casa no podía afirmar absolutamente nada.
A medida que se acercaba, yo solo podía sujetar el cuchillo con fuerza. Sea quien sea, tengo planeado defenderme y mientras le miro, veo en sus ojos verdes cierta determinación que no deja de intimidarme.
Cuando él está a solo unos pasos de entrar en mi cocina, noto que lleva una pistola en la mano izquierda y que tiene presionado el gatillo.
Me decido a correr, dispuesta a salir por la puerta hacia el patio y esconderme en algún lugar, pero antes de que pueda llegar él me agarra por la cintura y me tira al suelo.
Le miro asustada mientras retrocedo instintivamente a medida que él se acerca.
-Me has obligado a hacer esto, Marika- se pone de cuclillas frente a mí y esboza una sonrisa- ¿Por qué te has fijado en él y no en mi?
-No te conozco- susurro mientras sus ojos verdes como los de una cobra, escudriñan mi rostro-, ni siquiera sé de qué me estás hablando y quiero que te vayas ahora mismo de mi casa ¡Vete!
-¿No sabes de qué te hablo?- repite sujetando con fuerza mi brazo- ¡¿De verdad no lo sabes?! ¡Has estado tan ocupada acostándote con Parish, que ni siquiera te has dado cuenta de que yo soy mejor que él!
-¡No te conozco!- grité intentando que me soltara- ¡Quiero que te larges y que no vuelvas a seguirme en tu puta vida! ¡No me interesa saber quien eres! ¡Vete ahora mismo!
-Me llamo Steve- respondió de forma monótona-, estamos juntos en la clase de deportes y he estado siguiéndote desde hace meses, ¿por qué nunca has notado que yo estaba ahí? Te he notado incluso antes de que Ben lo hiciera...
-¡Eres un psicópata!- exclamé enfadada- ¡Aléjate de mí!
Steve me miró con rabia y me dio una bofetada, estuve a punto de devolverle el golpe, pero recordé que él tenía un arma y no quería poner en riesgo mi vida.
-Pensé que podría hacer esto por las buenas- murmuró-, pero al parecer tendrás que ser mía por las malas...
Él comenzó a besar mi cuello mientras yo intentaba alejarlo de mí. Estaba desesperada, y todo empeoró cuando trató de meter su mano por debajo de mi vestido.
-¡Déjame!- grité casi al borde de las lágrimas. No quería que me tocara, sentir sus dedos recorrer mi piel era demasiado asqueroso y mis gritos parecían ser ahogados por las paredes de la cocina- ¡No me toques! ¡Dije que no me toques!
Estiré mi brazo para intentar tomar mi cuchillo. Se me había caído bajo el mueble en el que solía cocinar cuando Steve me empujó hacia el suelo y ahora no podía tomarlo. Estaba rozándolo con la punta de los dedos y en cada intento, creo que lo alejaba un poco más de mi mano.
Creo que comencé a gritar un poco más fuerte, ya que de un momento a otro escuché pasos que se acercaban a la cocina.
-¡Suéltala!- gritó mi padre frente a mí con su bate de béisbol en la mano. Entonces, antes de que pudiera darme cuenta, le dio un golpe a Steve en la cabeza.
Cuando el chico calló inconciente sobre mí, aparté su cuerpo con brusquedad y me puse de pie con el cuchillo en la mano. Sin embargo, no fue necesario usarlo, ya que mi padre comenzó a golpearle en la cabeza con el bate en repetidas ocasiones.
-¡Papá, detente!- grité mientras sus manos se teñían de sangre-¡Papá, ya déjalo! ¡Lo vas a matar! ¡No sigas!
Sin embargo, él no me escuchaba; era como si una nube de ira nublara sus sentidos y aunque intenté tomarle del brazo para que se detuviera, lo único que logré fue que me empujara con fuerza hacia el refrigerador.
-¡Ya no sigas!- grité tapándome la cara con las manos- ¡Papá, por favor! ¡Detente! ¡Lo vas a matar!
Estaba llorando mientras intentaba alejar a mi padre del cuerpo de Steve para que ya no siguiera golpeándole. No sabía si el chico estaba vivo o muerto, lo único que sabía es que la cocina olía a sangre y que el suelo de cerámica se había teñido de rojo.
-Hija- susurró mi padre con sus ojos llenos de lágrimas. Me acarició con suavidad una mejilla y besó mi frente-, no podía permitir que te hiciera daño. Perdóname por no escuchar antes tus gritos.
-¡Eso da igual!- exclamé mientras lágrimas del tamaño de uvas, caían por mis mejillas- ¡Tenemos que huir antes que alguien se de cuenta de lo que ha pasado! Tengo algunos ahorros, podríamos regresar a San Francisco y mientras tu trabajas en esa universidad, después del instituto yo podría volver a trabajar en la librería... Papá, cambiémonos de ropa, compremos los pasajes y volvamos a nuestra antigua vida ¡Debemos darnos prisa!
Mi mente corría rápido, trazando planes y nuevas opciones para nuestras vidas. Jamás pensé que podría tener la mentalidad de una asesina, pero incluso me plantee donde enterrar el cuerpo de Steve en caso que de verdad estuviese muerto.
No pensé que yo tuviese en la sangre tanta cobardía. Supongo que eso es herencia de mi madre, pero el caso es que siempre he afrontado las consecuencias de mis actos, pero ahora... ahora solo puedo pensar en escapar.
Obligué a mi papá a ir a su cuarto para que hiciera su maleta y yo corrí a mi habitación a hacer la mía. Esperaba de todo corazón que pudiéramos escapar, pero mientras terminaba de limpiarme la sangre de la cara escuché el ruido de la sirena del auto de la policía.
Algun vecino, alertado por mis gritos llamó a la policía y terminó así con toda posibilidad de escape.
En cuanto abrieron la puerta principal, cerré mis ojos un segundo y escuché como recorrían cada una de las habitaciones. Antes de que entraran a mi cuarto, tomé el peluche que Ben me había dado y me abracé a él con fuerza, pensando que tal vez si me hubiese casado con él, nada de esto habría ocurrido.
-Soy la oficial Julia Smith- dijo una mujer rubia mientras entraba sin permiso a mi habitación. Estaba acompañada de dos hombres que me miraron con curiosidad al ver en mi vestido pequeñas manchas de sangre- ¿Podría acompañarnos a la delegación por favor? Tanto su padre como usted son sospechosos de homicidio hasta que se pruebe lo contrario, tiene el derecho a guardar silencio, ya que desde ahora todo lo que diga o haga puede ser usado en su contra.
Asentí una sola vez antes de que sus hombres me tomaran de los brazos y me obligaran a ponerme de pie. Cuando me colocaron las esposas, mi peluche se cayó al suelo junto con todos mis sueños y esperanzas.
Había construido un castillo de naipes y ahora todo se había derrumbado. De un día para el otro la reina Marika estaba prácticamente hecha pedazos, derrumbada sobre lo que antes fue un maravilloso trono de cristal...
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Mi Destino (Bringer)
Fiksi PenggemarTal vez las cinco olas causadas por los Otros unieron las vidas de personas tan opuestas como Ben y Ringer, ¿pero qué hubiera pasado si las olas jamás hubiesen ocurrido? Los caminos del destino son bastante complejos, por lo que quizas estaba escrit...