Capítulo veintiséis

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Marika

En cuanto salí de mi casa pude ver a los vecinos agolparse fuera para mirar. Supongo que la noticia se expandió con cierta rapidez, ya que incluso había chicas del instituto que no dejaban de señalarme y comentar entre ellas. De seguro me veo un poco extraña con la sangre de aquel chico en los brazos y el vestido...

Busco a mi padre con la mirada y veo que ya lo han metido en el carro de la policía. Al menos él ha tenido el tiempo de lavarse las manos lo que ha hecho que su imágen sea un poco menos intimidante, pese a la sangre que aun cubre su camisa.

Mientras doy mis últimos pasos en dirección al auto que me llevará a la estación, una mujer de unos cuarenta años se acerca a mi corriendo y me da un fuerte golpe en la cara. Ella estaba llorando y luego comenzó a empujarme y arañarme en el cuello.

-¡Asesina!- me gritó mientras un oficial de policía intentaba separarla de mí- ¡Eres una maldita asesina! ¡Mi hijo! ¡Mataste a mi hijo! Pediré que te den la pena de muerte y espero que sea tan dolorosa como lo que le hiciste a mi hijo...

-¡Su hijo era un psicópata!- grité con todas mis fuerzas- ¡Si no hubiese intentado violarme, nada de esto habría ocurrido!

-Vámonos- murmuró la oficial Smith con el ceño fruncido.

Una vez en el auto, apoyé la cabeza en el hombro de mi padre. No soy tan idiota como para pensar que todo volverá a ser como antes, sé que estamos metidos en un lío muy grande y que lo más probable es que las cosas solo se pongan peor con el paso del tiempo.

-Saldremos de esta-susurró papá mirándome con una sonrisa-, ya verás que en unas horas todo estará bien y podremos regresar a San Francisco.

Asentí mientras intentaba llenarme con el optimismo de mi padre, sin embargo, no puedo evitar sentirme pesimista al respecto. No quiero ir a la cárcel ni que papá pase sus días junto a delincuentes peligrosos, pero eso es lo que pasa cuando matas a alguien y ni siquiera sé si se puede usar la defensa personal como una excusa.

Una vez en la delegación, me quedé sentada en una oficina completamente sola. Me habían pedido mi celular para rastrearlo en caso de que el asesinato hubiese sido por encargo, me sentí fatal, pero no puedo quejarme de que me estén dando un trato injusto o algo así porque ni siquiera estaba demasiado consciente de lo que ocurría a mi alrededor. Me daba igual que se hubiesen llevado mi celular, de todas formas no me interesa hablar con nadie.

De un momento a otro me hicieron entrar a una pequeña oficina donde había un detective. El hombre me miró con el ceño fruncido y me indicó que me sentara frente a èl. A continuación sacó una llave y me quitó las esposas; agradecí internamente ese gesto, ya que mis manos habían comenzado a doler.

-Tu padre ha decidido asumir toda la culpa- me informó frunciendo un poco los labios-, es decir, confesó todo y en consecuencia podrás irte si tu declaración coincide con la de él.

-¿Eso que quiere decir?- pregunté preocupada-¡ ¿Mi papá también se podrá ir conmigo?!

-Tu papá se quedará en prisión preventiva durante el tiempo que dure la investigación- sentí que el aire abandonaba mis pulmones; fue como si me hubiesen dado un golpe en la boca del estómago y estaba comenzando a sentirme muy nerviosa- , después de que declares puedes ir con Julia para que te acompañe a buscar tus cosas. No podrás vivir en tu casa durante los próximos meses...¿Podemos comenzar?

Asentí una sola vez antes de que él comenzara a hacerme un montón de preguntas. Decidí que ya mis secretos habían llegado demasiado lejos y le conté absolutamente todo: desde las veces que había sentido que alguien me seguía, hasta la nota que me entregaron el dìa anterior durante la fiesta. Creía que si lo contaba todo y demostraba que Steve era un acosador, entonces podría ayudar a mi papá para que lo dejaran en libertad.

Mi Destino (Bringer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora