Capítulo dieciocho

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Marika

Salí del instituto un tanto preocupada; no quería pensar en lo que ocurriría si alguien divulga lo de mi padre. Me gusta que los demás crean que llevo una vida perfecta y sería demasiado vergonzoso que supieran del alcoholismo de mi padre.

Me gusta la vida que me han inventado los demás, me parece bonita e incluso deseable. Sé que es patético vivir a través de una mentira, pero al menos me da cierta esperanza y confianza en el futuro.

En ese sentido yo no fomento la mentira ni divulgo cosas acerca de mis padres perfectos, pero la verdad es que tampoco desmiento todos los rumores que he escuchado en tan poco tiempo.

Emprendí camino lentamente hacia el centro de la ciudad. Quería revisar mi cuenta en el banco y comprar ingredientes para hacer galletas o un pastel. Me gusta cocinar porque me distrae de mis problemas, además si quiero ir a un campamento tengo que buscar una forma de que papá me de permiso.

-Buenos días- me saludó un guardia en el banco al verme un poco perdida- ¿Qué necesitas?

-Me gustaría ver si me han depositado algo de dinero- reconocí mirando alrededor del banco.

-Justo aquí hay un cajero automático- dijo señalando hacia un pasillo-. Puedes ver ahí y si tienes problemas en sacar el dinero ve a Servicio al cliente que está justo en frente.

-Gracias.

Estaba nerviosa y muy ansiosa. Sentía que el corazón literalmente se me iba a salir del pecho mientras digitaba mi clave.

No sabía si sería capaz de cumplir mi amenaza en caso de que June no me depositara el dinero. Prefería que se descubrieran todas mis mentiras antes que dar entrevistas en la tele. No soy tan tímida, pero no me gusta hablar sobre mi vida privada con nadie; a lo largo de los años aprendí que es mejor guardarse las cosas y vivir todos los momentos en silencio.

Al revisar mi cuenta bancaria pude sentir que los ojos se me llenaban de lágrimas. June Kent había depositado la cifra exacta de dinero que había pedido. Tuve que cerrar los ojos y abrirlos de nuevo para comprobar que no estaba soñando.

Ahora sí que comenzaba mi venganza. Siempre había pensado en un modo de hacerle pagar por mis dolores de la infancia y qué mejor que chantajearla por un tiempo.

Saqué todo el dinero y lo guardé en mi bolso. Voy a poder comprarme el vestido para la gala de artes y el pastel de esta noche tendrá un sabor mucho más dulce que el de costumbre.

Se puede decir que salí del banco más feliz que nunca. No sé si estaba sonriendo, pero me sentía la persona más afortunada del mundo entero. Sé que el dinero no va a cambiar mi pasado, pero sí va a ayudarme a tener un mejor futuro.

Me detuve en una tienda de ropa que tenía vestidos de fiesta y a una vendedora leyendo una revista en el mostrador.

Entré sin saber muy bien que iba a buscar, hace mucho tiempo que no compro un vestido y ver tantos colores y diseños me tenía algo deslumbrada.

-Hola, soy Brooke ¿necesitas ayuda?- dijo la vendedora sonriendo con amabilidad.

-He... sí- respondí después de pensarlo un instante-. La próxima semana hay una gala en una universidad y me invitaron, pero la verdad es que no sé que tipo de vestido llevar.

Brooke pareció pensárselo un momento mientras recorría mi cuerpo con la mirada. Su silencio era algo incómodo e incluso llegué a pensar que tal vez no había nada que pudiera servirme.

-Creo que tengo algunos vestidos que te harán ver increíble- murmuró con una sonrisa-. Espera un momento, ya vuelvo.

La chica recorrió la tienda para lanzarme un montón de vestidos. Parecía realmente emocionada con la idea de por fin tener a alguien a quien ayudar con su ropa.

Mi Destino (Bringer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora