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La nube de polvo al rededor de Anya comenzó a esparcirse lentamente, mezclándose con el ambiente

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La nube de polvo al rededor de Anya comenzó a esparcirse lentamente, mezclándose con el ambiente. Los escombros y cenizas crujieron debajo de los zapatos de la chica cuando ella intentó caminar causando que se estremeciera por el miedo de caer y el miedo de volver a aquel terrible momento de su vida. Miró a su alrededor forzando su vista para lograr distinguir algo, un objeto que siguiera en pie o algún movimiento entres las abrasadoras llamas que se esparcían a su alrededor.

De pronto y sin previo aviso, los gritos comenzaron perforando dolorosamente los oídos y el corazón de Anya. Sintió un dolor espeluznante al escuchar aquellos gritos porque sabía con exactitud de quién eran: de su madre.

Ya sabía lo que estaba sucediendo, había vivido aquella escena miles y millones de veces y nunca logró que su destino fuera distinto; simplemente no podía cambiar el pasado, sin embargo había logrado salvarse a sí misma. En su interior conocía exactamente el punto donde su madre despedía aquellos gritos desgarradores y conocía la razón de su dolor. Las llamas que la impedían el paso se extinguieron y caminó hacia donde la escena más traumarte de su corta vida estaba.

Su madre estaba en el suelo, con una pedazo del techo que alguna vez había formado en su casa sobre la mitad inferior de su cuerpo. Lloraba y gritaba desconsoladamente al ver a su única hija muerta a unos metros de ella, sin poder alcanzarla y abrazarla una última vez. Anya se preguntó si su madre hubiera llorado si supiera que su hija no estaba muerta, sino inconsciente. La pequeña niña tenía el pelo sobre su rostro y múltiples cortadas en todo su cuerpo; no se movía, a pesar de eso todavía respiraba y la sangre seguía corriendo por sus venas. Las lágrimas de Magda recorrían sus mejillas una tras otra y sus sollozos apuñalaban lentamente el corazón de la Anya mayor, quien observaba sin poder lograr nada.

En un abrir y cerrar los ojos, llegó la escena que perseguía a Anya cada vez que cerraba los ojos: su padre apareció entre los escombros y con un ademán sencillo, como si simplemente hubiera dicho adiós, atravesó el corazón de su esposa con una varilla gruesa de metal, matándola al fin. Anya comenzó a llorar en silencio, presenciando por millonésima vez cómo su padre destruía su familia.

Luego fue su turno. Su padre se acercó a la pequeña Anya que permanecía inconsciente en el suelo. Teniendo 4 años de edad y no estando consciente de lo que pasaba, la respiración de la niña era tranquila y pausada, como si estuviese dormida. Quizás fue eso lo que salvó a Anya de morir aquella noche, su respiración no evidente; su padre volteó su cuerpo usando la punta de su zapato, como si fuese un animal, una basura. Corroboró a simple vista que su hija estaba muerta y se fue sin decir o hacer nada más.

Anya del futuro fijó la mirada en su padre mientras salía de aquella escena pateando escombros de vez en cuando, como si nada hubiera pasado. Como si no le hubiese dolido. Caminando como aquel monstruo que era. 

Blue Beast || Hank MccoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora