Tris
Las siguientes dos semanas se convierten en un torbellino de monotonía, y por primera vez en catorce días dejo mi cuerpo sucumbir ante el cansancio, recostándome totalmente en la cama con brazos y piernas estiradas, los ojos punzándome.
Respiro hondo, mi espalda adolorida ante las horas que he pasado inclinada en la computadora y el sol irrumpiendo con debilidad tras las cortinas y el suave murmullo de los autos que rondan en la calle principal junto con los delicados golpeteos de Annie sobre el mueble a mi lado, tratando de repetir lo que le ha enseñado su padre en un intento de distraerla: código morse.
El suave piano que resuena por la casa me arrulla, aunque lo único que logra sacarme de mi ensoñación es algo caer contra el suelo.
— L-lo siento. — Annie se encoge, sus manos pegadas al pecho, y sus ojos cerrados así como sus labios, me incorporo mientras sacudo la cabeza.
— Está todo bien, ¿puedes revisar que se cayó? — inquiero con voz ronca. Se agacha y cuando se endereza mi corazón comienza a palpitar sin control.
— ¿Qué es esto?
Annie sostiene la caja de prueba de embarazo en su mano, la admira con curiosidad mientras maldigo entre dientes al saber que, de alguna manera, el destino se está encargando de que yo obtenga una respuesta, así la quiera o no.
— Dámelo, princesa.
Asiente antes de que el contenedor de cartón regrese a mis manos. Respiro profundo cuando con temblorosos dedos comienzo a destaparla, sabiendo que dentro de ella en un par de rayas se escribe el siguiente paso de esta historia. Me duele soltar un suspiro cuando veo la prueba indicar negativo.
— ¿Mami?
— ¿Si, amor? — me trago la bola de algodón que me ahoga, apretando el estómago en un intento de retener cualquier sentimiento negativo en frente de mi hija.
— ¿Por qué estás llorando?
Me paso las manos por las mejillas, me sorprendo al notar mis dedos húmedos, me tiemblan los labios pero pongo mi mejor sonrisa al ver de nuevo a Annie, quien sigue viéndome fijamente hasta que nuestros ojos chocan, haciendo que baje el rostro con timidez.
— No es nada, Ann — estiro suavemente la mano sobre las desordenadas colchas, esperando que la tome. Se sienta frente a mí, sus suaves cabellos envolviéndola hasta arriba de los codos. — ¿Quieres ver una película conmigo?
Asiente con emoción y le señalo la repisa bajo la pantalla, donde una gran colección de películas infantiles viejas abarca más de la mitad del mueble. Minutos después, su cabeza se acomoda sobre mi vientre y una ráfaga de dolor me encoge el corazón al recordar mi rota ilusión de estar embarazada.
Annie, en medio de su estado de confianza total, me toma de la mano y la coloca sobre su cabeza, pidiéndome que le dé mimos: mis dedos comienzan a entrelazarse con sus largos mechones y termino relajándome más yo que ella, por qué antes de lograr ver a Rapunzel salir de la torre todo se vuelve oscuro.
Para cuando despierto el cielo se ha vuelto negro y está plagado de puntos brillantes que acompañan a la luna llena; al cuarto lo inunda la penumbra y mis ojos tardan en adaptarse, Annie ya no está durmiendo cómodamente sobre mi vientre, de hecho ya no está en la habitación, pero una ligera frazada me cubre el cuerpo, me tallo los ojos y me pongo lentamente de pie, salgo en dirección al pasillo y la luz de éste me deslumbra.
— ¿Annie? — murmuro mientras bajo un par de escalones con la mano en la barandilla. EL delicioso aroma a pasta inundándome los pulmones, con pies descalzos bajo uno a uno los escalones, con miedo a caer a causa de mi torpeza por estar recién despierta.
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Entre tus brazos (Divergente) (VPT2)
Fanfiction[Segunda parte de "Vivir por ti (Divergente)"]