Annie
Saber que ahora no solo será un bebé, sino dos, parece sentirse... extraño. Es genial, pero atemorizante. Ni siquiera sé si tendrían espacio dentro del estómago de mamá, porque, vamos, los bebés no siempre son chiquitos. Papá parece más nervioso que emocionado, pero el gesto se le relaja cuando me acerco a abrazar a mi mamá: creen que no me doy cuenta de como funcionan las cosas en casa.
Jamás quise causarles tantos problemas. No se aún como arreglar las cosas porque apenas estoy aprendiendo. Mi mamá entiende, mi papá me apoya y aún así es inevitable ignorar las miradas de preocupación que me dirigen cuando salimos de casa, cuando me frustro tan sencillo y termino buscando refugio dentro del armario.
Papá odia el armario. A mamá no le molesta tanto, pero, ¿cómo entrará conmigo si ahora seríamos cuatro en un espacio tan chiquito? Mi mamá pasa la mano por encima de mi cabello, en un mimo considerado.
— ¿Cómo te sientes, bebé? — su voz me saca de la línea de ideas. A veces es como mi mente se fuera por otro lado y es extraño.
—... feliz... — murmuro, insegura de qué responder. Hector me dijo que sería una gran hermana mayor, que podía hacerlo bien, pero considerar a dos bebés es... diferente.
— Sabes que cualquier cosa puedes hablarlo con mamá o conmigo. — habla mi papá, dejando en la mesa mi vasito de leche, mezclada con chocolate. Asiento, separándome del agarre de mi mami para poder beber. Otra de esas miraditas entre ellos: no me gustan.
— Sabemos que es un cambio en lo que esperabas, sin embargo... eso no va a cambiar en lo importante que eres para nosotros, ¿si? Eres nuestra pequeñita y te vamos a cuidar también. Todavía falta un poco para que nazcan.
— ¿En serio están ahí dentro? — le miro el estómago. No, en serio no entendía como cabrían ahí, ¿no se ahogarán en un espacio tan chiquito?
Mi papá ríe. — Claro. Mira, aquí está la foto.
A pesar de que sus dedos señalan dos puntos diminutos en la foto, finjo saber qué estoy mirando, asintiendo. Mi mente pasa a preocuparse por cómo iba a cuidar y proteger a dos bebés, o más importante: ¿cómo mis papás nos lograrían cuidar a los tres?
Parece que mamá nota mi estrés, porque termina rodeándome de nuevo.
— Oh, mi cielo, te prometo que todo estará bien. De verdad, todos estaremos... bien. Me aseguraré de ello.
— Nos aseguraremos de ello. — corrige mi papá. Me gustaba como se trataban: papá era bastante firme pero muy considerado y suave. Al menos con nosotras.
Mami asiente y me dejan merendar tranquila, casi en silencio. Rato después, podía iniciar mi rutina de noche con ayuda de mamá: tenía que recordarme ciertos pasos, una lista completa que... después de todo, era diferente. Era diferente porque mamá no podía acercarse demasiado o me asustaba. Era diferente porque lavar mi rostro tres veces a veces no retiraba la sensación de que estaba llena de polvo. Porque quería hacerlo yo sola. Porque no quería que Nadia intentara tratarme de nuevo como una bebé. Diferente, diferente, diferente...
Mamá interviene, sosteniendo lento pero firme mis muñecas. Jadeo, con el rostro cubierto de agua.
— Eso es suficiente. Recuerda que la carita se lava con suavidad, con cariñito...
Me miro en el espejo, algunas zonas sonrojadas por la que supongo fue la presión de mis dedos. Los dedos de mamá son más delicados al secar a toques suaves por mis mejillas y frente: me dejo, porque no se siente un impedimento a que lo haga yo, sino al deseo de hacerlo ella con más cuidado. Me ayuda también a cepillar mi cabello, más delicada. Lavar mis dientes. Ponerme un poco de crema. Cuidados adecuados.
Con un poquito de calor en el corazón, me giro y le alzo los brazos a mamá, adormilada y con la seguridad de que ella no me hará daño. Me alza con una sonrisa cálida y apreciativa, mis extremidades envolviéndole con presión suficiente para mantenerme contra su hombro. Mamá ya no canta cuando me arrulla: eso solo detonaría una sensación fea, pero la manera en la que me balancea es tan... delicada. Cuidadosa, como si realmente deseara protegerme de otros brazos. De otras personas. Lo que no puede evitar, es que yo caiga dormida.
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Abrir los ojos da miedo, sobretodo cuando tus sentidos tardan en reconocer e identificar lo que tienes alrededor. Me pasa mucho después de haber dormido de más, así que el calor de la cama me hace acurrucarme otro poco.
Respiro profundamente. Sábanas limpias, jabón, una flor que mamá tiene en el jardín... es un alivio estar en casa: escucho algunas risas, gritos. Pero son gritos de alegría, o al menos de emoción. Frunzo el ceño y saliendo de mi cuarto, es más claro que la emisora es mi mami. Busco en su cuarto, pero la cama perfectamente tendida me indica que ya es... tarde. A través de las ventanas se nota mucho sol, lo cual es más raro: aquí siempre cae nieve.
— ¡Yaaaa, Tobias!
Mamá le pide a mi papá que se detenga. Papá no le haría daño, ¿verdad? Él la quiere mucho, siempre le dice que la ama. Siento mi corazón acelerarse en mi pecho, como... con nervios, me detengo al inicio de las escaleras, mirando hacia atrás con la esperanza de que puedan salir de su cuarto y asegurarme que están cerca. Cuando noto el pasillo hacerse más y más largo, el miedo puede más en mí y bajo rápido las escaleras, tirando de la perilla de la puerta para salir donde escucho a mis papás... discutir. Pero los escucho. Con ellos estaré a salvo, con ellos podré...
— ¡Annie! — al parecer mamá ya me había estado hablando, porque cuando vuelvo a ser consciente de mi alrededor, estoy rodeándole la cadera, y siento... frío. Húmedo. — Oh, cielo, ¿qué pasó? Ya te mojé toda...
Y si. Toda mi ropa la siento absorber la humedad de la ropa de mami, pero no entiendo porqué está mojada hasta que escucho a papá cerrar la llave de la manguera que sostiene, también mojado y con jabón en algunas partes.
— Ann, ¿estás bien? — se acerca pronto, con su siempre ceño fruncido de preocupación cada que me mira. ¿Por qué está preocupado? Mamá estaba riendo. Y yo... yo...
También lo hago cuando la manguera vuelve a funcionar y nos moja a ambas.
Mami suelta un grito de sorpresa y busca cubrirme a mi, papá tratando de cubrirlo, pero ríe cuando nota que busco salir a mojarme también. La camioneta estaba cubierta de jabón y humedad, pero papá se enfoca en atacarnos a mi y a mi mami, empapándonos y presionando el pulgar contra la única salida de agua, la presión haciendo leve brisa.
Mamá toma un par de trapos húmedos de una cubeta que parecían utilizar para dejar el coche limpio, pero ahora ella y yo los ocupamos como armas contra mi papá. Esto es divertido. Y río, río cuando corro alrededor de la camioneta huyendo de mi papá, mis zapatos haciendo un sonido raro por el agua. Lo más divertido es tener control de la manguera y lograr que papá esté mojado de pies a cabeza, mamá añade burbujas y es de lo más bonito ver como papá la alza y le coloca frente al chorro de agua. Ella grita y ríe.
Creo que no terminamos de lavar la camioneta. No recuerdo más que mis risas, porque hace mucho lo escuchaba por tanto tiempo. Temblar de pies a cabeza por el agua y no por el miedo, gritar cada que papá me atrapaba y alzaba sobre su hombro, o mojar a mi mamá con todas esas esponjas y trapos. Cosas que había hecho los últimos meses... pero más bonito.
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NO SABEN LO DIFÍCIL QUE ES NARRAR COMO UNA NIÑA. Pero aquí amamos a Annie y nos esforzamos por hacerla sentir querida, válida y que su vocecita vale. Ya necesitábamos algo de calma.
¡Hola, hola! ¿Cómo están? Espero que estén súper bien y que hayan tenido un bonito día. JAJA, les dije que mis días de actualización serían los sábados y están siendo más los miércoles. El punto es un capítulo por semana, ¿qué no?
Espero verlas en el siguiente capítulo, gracias por seguir aquí.
Bananas para ustedes.
-Dana
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Entre tus brazos (Divergente) (VPT2)
Fanfiction[Segunda parte de "Vivir por ti (Divergente)"]