Capítulo 9

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Tobias

La sensación de hogar que tanto esperaba al llegar a mi ciudad, se limita a ver las luces del tráfico intervenir en mi camino a casa. Con un suspiro reviso mi teléfono, donde aún espero que Tris pueda escribirme algo fuera de su coraje y su rabia.

No le voy a robar el derecho de estar molesta, ni debería sorprenderme. Mi actitud no ha sido la mejor en un buen rato, pero a diferencia de ella, el miedo lleva a paralizarme y ponerme de malas es la manera de esquivar cualquier situación. Pero esta distancia me ha ayudado a despertar y admitir mis errores, mis emociones y ordenar mis prioridades.

La luz se torna verde y avanzo otro poco, saliendo de mi ensoñación. Las cosas iban a ser diferentes, no solo con la pelea en su relación, sino con la llegada de un nuevo bebé, vivir de nuevo el embarazo, los cambios hormonales y las modificaciones en la rutina. Recordar como de veía Tris embarazada me arranca una pequeña sonrisa, la cual se desvanece ante la sensación preocupación que había tenido aquellos meses con la necesidad de vitaminas y constantes visitas médicas.

Era eso. Miedo, y necesitaba enfrentarme a él: sin simulaciones, sin líquidos ni pantallas donde se proyectara mi mente a los espectadores. La diferencia es que de esta prueba no puedo salir retirando los cables: tendré un bebé. Esto es mi vida real y la idea de tener otro hijo me ensancha el corazón con felicidad.

Al estacionar frente a la casa, no pasan mas de dos segundos antes de que Annie salga corriendo por la puerta principal, directo a mis brazos.

— ¡Papi!

Con la palabra parezco olvidar la tensión del cuerpo, mis brazos alzándola con la facilidad de siempre y una sonrisa puesta en mi rostro. Ella podía arreglar un montón de cosas, su felicidad destilando por cada poro de su pequeño cuerpo, aún tenía el miedo de no poder protegerla, pues ya había fallado una vez y se le había drenado la vida, la alegría.

— Hola, mi vida, mi chiquita. Te extrañé tanto... — la abrazo contra mi pecho, meciéndola por mero instinto. Annie suelta una risita y me rodea por el cuello con aun más fuerza, reteniéndome por unos segundos.

Al alzar la vista, un par de ojos grises se topan con los míos y aunque no describiría el encuentro entre ellos como una pelea, definitivamente marca un nuevo inicio. Las comisuras de los labios de Tris se alzan un par de milímetros al ver a nuestra hija aferrada a mi: lo sabe, siempre ha sido una niña de papá. 

— Volviste, volviste, volviste... —  Annie da pequeños brinquitos de alegría, aún en mi agarre, mientras yo cierro la puerta de la camioneta con la otra mano. — Volviste.

— Volví, mi amor. Siempre voy a volver aquí, a casa — como gesto natural, me inclino a besar la coronilla de mi esposa, y aunque no se aparta, noto que entreabre los labios como si fuera a protestar, así que sigo con la conversación con Annie —. ¿Tú te portaste bien? ¿Cómo te sientes?

Annie juega con mi cabello, como estímulo usual aun después de tanto tiempo. 

— Si, bien. — poco después siento como besa mi mejilla y me arranca una ligera risa. Sin soltar a Annie, colocándola contra mi cadera, bajo la maleta del auto. Tris me ayuda a arrastrarla dentro de la casa y aunque no hemos intercambiado una sola palabra, sé que ha estado reteniendo sus ideas y sobrepensando todo lo sucedido, esperando el momento en el que la menor de la familia nos deje solos para hablar. 

Estuve haciendo lo mismo todo el camino, formulando y deshaciendo mis propios argumentos y, claramente, mis disculpas. Las merece, además, la tensión entre nosotros no es un sentimiento con el que esté familiarizado. 

Entre tus brazos (Divergente) (VPT2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora