Caleb
Los restos de la fogata crepitan a mi espalda, el aroma a madera quemada mezclándose con el salado marítimo. La noche volvía al mar peligroso, más agresivo, y el sonido es incluso abrumador, pero estamos al mismo nivel, puesto que la arena se me clava en la parte posterior de los muslos al haberme sentado a admirar la luna y compañía, pequeñas y titilantes estrellas.
Y podemos mirarnos a los ojos.
Estar aquí por mi cuenta es de lo poco que considero difícil y a la vez un alivio. Creo que no he tenido rato a solas desde... bueno, desde la muerte de Susan. Aún visualizar su nombre o su rostro me atasca una gigante bola de algodón en la garganta, un doloroso picor quemándome la parte posterior del paladar. Ni siquiera puedo pasar saliva o respirar bien, inhabilitándome de algo tan vital como existir. Solo que ya estaba acostumbrado y enamorado de la idea de coexistir con ella.
Hablar de Susan es hablar del pasado, de un montón de arrepentimientos y fuertes cuestionamientos, una realización de que todos los principios bajo los que había crecido eran incorrectos, insanos para mí y para mi familia. La prueba son mis padres muertos. El coma de mi hermana. Comprendo que no mucha gente crea que estoy tratando de redimirme, como algunos de los osados, pero Tris lo sabe, mi familia restante.
Susan lo sabía, y trataba de ayudarme, íbamos dando pasitos juntos. Ahora realmente no sé como avanzar.
Nuestras mellizas son quienes me están empujando hacia adelante, algunos días arrastrándome, otros tratando de alcanzarme. El duelo es egoísta y no sé vivir con él, no crecí con esto carcomiéndome el alma, aún trato de procesar el insomnio y las malas ideas a mitad de la noche, los recuerdos y pesadillas mezclándose con la realidad.
Un ruido ajeno a mí y al mar me saca de mi ensoñación, haciéndome notar la humedad salada en mis mejillas y la falta de oxígeno en mis pulmones. Giro el torso, tratando de ajustar mis ojos a la falta de iluminación de apoyo. Ni siquiera las estrellas son suficientes.
— ¿Hola? — incluso mi voz se rompe como efecto colateral del llanto, situación que se resuelve con un carraspeo irregular.
— ¿Papi? — los pasos de Sam lanzan algo de arena, esta creando un sonido en cascada.
— No estás en la cama. — se queja a la que reconozco como Juliet, acercándose una tras otra.
Sonrío con algo de resignación. Nada se les escapa, son bastante suspicaces cuando se lo proponen. Estiro un brazo para recibirlas, una encaramándose a mi pronto abrazo y la otra rodeándome por la espalda, sus pequeños brazos cruzándose en mi cuello.
— Vine a ver un ratito el mar. ¿Les gusta? — claro que busco evitar el tema de mi atormentada soledad, mimándoles.
— Es enorme.
— Obviamente. Me gusta, aunque no me gusta el calor. Hace demasiado.
Sonrío, palmeando la arena a mis costados para que se acomoden. Sam lo hace pronto, haciendo un huequito para acomodarse y recostarse en mi hombro; Juliet se desliza, dejando su espalda contra mi costado.
— ¿Ustedes que hacen despiertas? Ya es bastante tarde. — las miro, frunciendo el ceño con nada más que curiosidad.
— Uhm... no hacía tanto sueño.
— Estábamos hablando de mamá. — Juliet era la más directa, sincera. Y admito que esta vez, sus palabras me arrancan el aire.
Sam guarda silencio, jugando con los cordones de su pijama. El silencio se arma entre los tres, hasta que las palabras se desenrollan de mi lengua antes de que pueda detenerlas. Porque hieren, clavan un montón de dagas en mi garganta, es como caminar de nuevo en pedazos de vidrio.
— ¿Quieren que les cuente más de ella?
Inmediatamente tengo dos pares de ojitos curiosos y toda su atención, lo que me hace sonreír. Son una fusión perfecta de Susan y de mi propia apariencia, no se distinguir donde inician mis rasgos o los de mi esposa. Las acomodo en mi regazo como cuando eran aún mas pequeñas y con un suspiro, todo fluye.
Es tan fácil recordar los pequeños detalles y tan difícil que me salgan de la garganta. El agua salada no se limita a removerse con fuerza frente a nosotros, sino que nos empieza a brotar de los ojos y no estoy seguro de cuánto tiempo pasamos ahí, o si es que el tiempo sigue existiendo. Solo escucho sus vocecitas, limpio sus mejillas y las sostengo contra mi en un intento de unir de nuevo su mundo.
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Holaaaa. Me atrasé un poquito por las fiestas patrias, pero les dejo este pequeño capítulo extra.
Ver las películas de nuevo me recuerda lo mucho que odié a Caleb durante la historia, pero me gusta pensar que al final de Leal (en la línea original) si se redimió, le cayó algo de culpa. Era un erudito, y a veces egoísta, pero es humano, inevitable que no fuera emocional. Así que aquí le damos una segunda oportunidad (ignoremos que le maté a la mujer, okkkk?).
Bananas para ustedes.
-Dana
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Entre tus brazos (Divergente) (VPT2)
Fanfiction[Segunda parte de "Vivir por ti (Divergente)"]