POV ANASTASIA
Entro en la habitación donde se encuentra mi padre. No quiero hablar de esto, estoy dolida con él, ya que no me conto nada pero también lo entiendo. Lo único que hizo fue protegerme y dejarme con la persona que él cree que es la adecuada para mí. Y debo confesar que no se equivocó.
Él se encuentra en la cama, con muchos cables en sus brazos y pecho. Me da cosa verlo así, porque sé que está sufriendo. Él no se merece esto, no era necesario esperarme. Si esta tan mal, descansar es lo que debe de hacer, aunque su partida me dolerá mucho.
Cuando el lobo apareció en la casona casi me dio un infarto. Antes de que pudiera actuar, coloque los amuletos en la cuna y comencé a acomodar a todos los bebés en una. Incluso los cachorros estaban inquietos pero cuando los deje todos juntos se calmaron.
Al momento que hablo conmigo, no sabía si estaba alucinando o era real. La voz era ronca y gruesa. Esa voz que hace que se te paren todos lo pelitos del cuerpo. Y cuando se fue, el aire se enfrió de tal manera, que cuando respiraba salía vapor.
Fui a buscar algo en el baño cuando la punzada me hizo caer de rodillas, el dolor en el pecho fue tan fuerte que el aire abandono mis pulmones y me costó mucho volver a respirar como se debía. El sentimiento de que algo malo estaba ocurriendo, no abandono mi cabeza. Y cuando Cristian me dijo que había pasado algo, la única persona que se me viene a la cabeza fue Ray.
No me importa que sea un ser de luz, un extraterrestre o un asesino, él es mi padre y siempre lo será. No puedo dejar de agradecerle lo mucho que hizo por mí. El perfectamente podía haberme dejado en una casa hogar pero aun así, corriendo muchos riesgos, me cuido y me crio. Me dio amor incondicionalmente y eso no se puede ocultar.
-hola- la voz de mi padre me saca de mis pensamientos. Es mucho más ronca de lo habitual.
-hola-
-te estaba esperando- me dice.
-lo sé- ¿Qué digo?
-sé que sabes la verdad. Afcar me lo dijo-
-¿Afcar?-
-el lobo de ojos rojos. Ese es su nombre- dice.
-sé que te tienes que ir- le digo.
-lo sé. Por eso estoy aquí. Quería despedirme de ti sabiendo que no me odias por ocultar mi gran secreto- me dice. Su mirada es triste.
-no te odio. Nunca lo podría hacer. Solo... solo que no sé cómo reaccionar ante este secreto- le digo.
-tienes que olvidar. Tú no corres peligro. Tu amor durara hasta que tu corazón deje de latir por causas naturales, y no porque Afcar te esté buscando- me dice. Me acerco a él y me siento a su lado.
-lo sé. Él me dijo que ya no era importante. La inmortalidad no está en mi- tomo su mano y está demasiado helada.
-sabes que te quiero mucho-
-lo sé, pero tengo una duda. ¿Tengo más hermanos? Digo, Afcar me dijo que has vivido casi 200 años- sonríe.
-ese idiota aún no sabe sumar ni contar. Ana, llevo en este mundo casi mil años. Y debo confesar que solo con tu madre cometí el pecado. Ninguna mujer me había llamado la atención como lo hizo ella, así que no, no tienes más hermanos- dice. Su rostro cada vez está más pálido.
-no hables más. Debes descansar lo que te quede de vida- le digo.
-mi niña, mi pequeña. Debes de ser fuerte. Yo no estaré mas a tu lado y no podré ayudarte más. Debes de ser fuerte, tienes unos pequeños hermosos que te necesitan más que nadie. Eres única mi niña y no dejes nunca de sonreír- me dice.
ESTÁS LEYENDO
El Destino: Miradas de amor, Cristian y Anastasia (3 T)
AcakDos hombres heridos y de gravedad. Una mujer desesperada por su gran amor Tres bebés que vienen en camino que tienen un futuro incierto. Una madre que impedirá a toda costa que su hija siga sufriendo ¿Sera capaz el amor ganarle a la muerte? ¿Sera q...