Diecinueve. Una persona extraña y agradable

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1.

Después de entrar exaltados al taxi, Lu le pasó la dirección al conductor. Huang no tenía idea de a dónde estaba yendo, se debía preocupar por ello, pero no lo hizo. Su mente ebria confiaba en aquel chico que ni siquiera conocía.

El automóvil comenzó a moverse y el más bajo posó una mano en la pierna del otro, se acercó y le susurró al oído.

– Estamos yendo a mi casa ¿bien? – y dejó un beso allí, viendo como se estremecía.

El conductor aclaró su garganta ruidosamente cortando el clima, y los dos dirigieron su mirada a él. Después hubo silencio, se empezaron a sentir incómodos por ello.

Huang tomó su celular, y vio algunas notificaciones, entre ellas un mensaje de su mejor amigo.

Han se quedó solo observando al otro, que cambió sus expresiones de un momento a otro, y sin importarle ser mal educado, se acercó mirando a la pantalla del aparato en la mano del más alto.

– ¿Es él? – preguntó curioso.

– ¿Qué?

– Tu amigo. Aquel.

– Ah... – sonrió sin gracia. – Sí.

– ¿Quieres dejar lo de hoy? – preguntó sobre el hecho de ir a su casa. Estaría frustrado, pero entendería.

– No, ¿Por qué debería?

– No lo sé. – se encogió de hombros. – Pero hiciste una cara.

– No hice nada. Además no hay nada en el mensaje.

– Si lo hiciste. – sonrió.

Tao torció la boca, fingiendo sentirse indignado por la insistencia del otro. A decir verdad ni se había dado cuenta de que había cambiado de expresión, solo leyó un mensaje en el que Sehun le preguntaba si aún estaba despierto, pero algo se movió inquieto en su interior. Era como si lo estuviera traicionando, pero ellos no tenían nada. ¿Y no era Oh quién adoraba afirmar y reafirmar aquello? Guardó nuevamente el celular, sin darle más importancia.

Se inclinó y dejó un beso en los labios de Han.

El conductor nuevamente aclaró su garganta y rocío levemente.

Lu frunció el ceño ya enojado con aquello. La primera vez creyó que había sido por casualidad, pero se había dado cuenta que ahora el hombre lo hacía a propósito, con la intención de alejarlos. Y por eso mismo se acercó nuevamente a Tao y no le dio solo un besito, sino que lo beso.

Escuchó nuevamente al hombre toser, entonces se alejó.

– Mira, tengo un caramelo de menta aquí, que es bueno para la garganta. – dijo Han, fingiendo.

Tao solo bajó la cabeza y se rió. Después de eso el conductor no los incómodo más.

Llegaron rápido al edificio, Lu pagó fingiendo no entender la expresión de disgusto que tenía el hombre.

Dentro del elevador los dos se quedaron en silencio, pero una duda surgió en la cabeza de Han. Miró a Zitao por un momento, en el bar no había reparado en aquel detalle, pero allí que podía verlo con más claridad pudo percibirlo.

– ¿Cuántos años tienes? – preguntó.

Vio a Tao morderse el labio inferior, y suspirar un poco culpable.

– Diecisiete. – confesó por fin.

– ¡Ay mi dios! ¿Qué estoy haciendo? – acabó riendo. – ¿Eres virgen?

Just Pleasure? [taohun/traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora