Capítulo 4

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Todos quedaron estupefactos, hasta el mismísimo Midorima Shintarou.

—Luego me darás la dirección de tu casa, o yo te daré la mía. Sé que a ti tampoco te agrada para nada la idea, pero, tenemos un trabajo que hacer... Juntos —dijo ella.

Midorima no contestó. Seguía sorprendido por lo que había sucedido.

—Bien. Hasta luego —dirigió su mirada hacia todos los presentes.

Todos la contemplaron mientras ella se daba la vuelta y salía del establecimiento.

¿Quién diría que esa niña, que apenas había tenido su primer día de clases en Shutoku, habría sido capaz de darle una bofetada al ex vice-capitán de la Generación de los Milagros?

—Qué chica —comentó Otsubo, el capitán del equipo.

—Sí, qué chica —secundó Takao, con una gran sonrisa, mirando hacia la puerta, por donde había salido su amiga unos segundos antes.

~

Lo primero que hizo Ayame al entrar a su casa fue correr hacia su habitación.

Tiró su mochila al piso, y se lanzó a su cama como si su vida dependiera de ello.

"Dios... qué día."

Abrazó a su almohada, suspiró y cerró los ojos.

—Hola.

Tachibana sintió una voz a su lado. Abrió los ojos de golpe.

—¿En serio eres tú? —preguntó, mirando a su costado, y sintiendo como un nudo se formaba en su garganta.

—Sí, soy yo —respondió el pelirrojo, sonriendo.

—Mierda. No sabes cuanto te extrañé —Tachibana rompió en llanto, y se lanzó a los brazos de Kagami.

—Yo también te extrañé, y demasiado —el pelirrojo le besó la mejilla y la envolvió con sus brazos.

—¿Cómo supiste que volví a Japón? ¿Cómo llegaste a mi casa? ¿Cómo entraste? —inquirió la pelinegra entre sollozos.

—Simple, Ayame —susurró en su oído—. Estás en un sueño —y rió.

—¿Qué? —preguntó la joven, mirándolo a los ojos.

Entonces, Tachibana despertó. Miró la hora en su celular. Las 6 pm.

"¡Mierda! ¿Es tan tarde ya? ¡Ni siquiera he almorzado!"

La pelinegra bajó las escaleras a toda prisa y se preparó un simple sándwich de queso.

"Mañana comeré bien." se dijo a sí misma.

Mientras "almorzaba" recordó lo que había soñado.

Ayame pensó en lo mucho que le habría gustado entrar a Seirin para estar con él, con Kagami Taiga.

Extrañaba pasar el tiempo con él.

Extrañaba reírse a su lado.

Extrañaba sus cejas, que a su parecer, siempre fueron extrañas.

Extrañaba su forma de devorar la comida, no comerla, sino devorarla.

Extrañaba golpearlo por lo tonto que era.

Extrañaba explicarle algún tema de cualquier materia que no entendiese.

Extrañaba jugar al basket con él.

Lo extrañaba a él.

Extrañaba a su primo.

~

Cuando Midorima llegó a su hogar, lo primero que hizo fue caminar directamente a su habitación.

Arrojó su mochila sobre la cama y se sentó frente a su escritorio.

Colocó su mano izquierda sobre la mejilla que había sido golpeada hacía solo media hora atrás, frunciendo el ceño.

Pensó en la joven que lo había agredido.

"Tachibana Ayame: una personalidad explosiva pero a la vez algo tímida; de baja estatura; pelo negro y lacio; ojos... ¿negros o azules?"

Entonces Midorima se acordó de cómo creyó notar que uno de sus ojos había cambiado de color.

Pensó que quizás había visto mal, pero, ¿realmente lo había hecho? ¿Podía esa chica tener un don como el de Aka...? No, eso era imposible.

Definitivamente había visto mal.

"Bueno, continuemos.

Tachibana Ayame: una personalidad explosiva pero a la vez algo tímida, de baja estatura, pelo negro y lacio, ojos... color desconocido por el momento, piel blanca como la nieve, nariz pequeña... Definitivamente una linda cubierta para una niña tan tonta y fastidiosa."

Entonces tocaron la puerta, interrumpiendo sus pensamientos.

—Onii-chan —abrió la puerta de su habitación.

—¿Qué sucede, Megumi?

—El almuerzo está listo. Mamá dice que bajes a comer —la pequeña miró a Midorima a la cara y notó algo raro en él, estaba más serio de lo normal—. Onii-chan, ¿pasó algo? —preguntó.

—No pasa nada, Megumi. Sólo dile a nuestra madre que no tengo apetito.

—Pero, onii-chan... —insistió.

—Megumi, no pasa nada, ahora ve y dile a nuestra madre que hoy no voy a almorzar. Ya puedes irte —se giró, dándole a entender a la infante que no tenía ganas de oír queja alguna.

La pequeña, suspiró, hizo un puchero y acto seguido cerró la puerta, dejándolo solo con sus problemas.

Una furia lo invadió mientras contemplaba en un espejo su mejilla, que momentos antes había sido golpeada por esa mocosa.

Frunció el ceño.

"Tachibana Ayame, esto no se va a quedar así."

Eres un idiota ~ |Midorima Shintaro| - EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora