Capítulo 8

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Tachibana se estaba alistando para ir al instituto cuando escuchó como tocaban la puerta.

Al principio pensó que estaba alucinando, hasta que escuchó los golpes otra vez. El miedo la invadió cada vez más y más en lo que se acercaba a la puerta, porque ¿quién toca a tu puerta a las 7 de la mañana? ¿Un vecino? No, porque ella no había entablado conversación con ninguno hasta ahora, y, alguien que desea hacerte una visita amistosa no se aparece a semejante hora, y menos en un día de clases.

Se sintió aliviada pero a la vez extrañada cuando al echar un ojo por la mirilla se encontró con Takao Kazunari.

—¡Buenos días, Aya-chan! —exclamó con una sonrisa.

Ayame lo golpeó en el hombro.

—¿A qué viene eso, Aya-chan? —hizo un puchero.

—Bakao, me asustaste, ¿qué carajos haces en mi casa a est... —enmudeció cuando visualizó que cierto peliverde se encaminaba hacia ellos—. ¿Tú también?

—Vinimos a llevar la maqueta —respondió, acomodando sus gafas a través del puente de su nariz.

—¿Por qué? —Tachibana se quedó perpleja al oír su respuesta.

—¿Acaso crees que podrías llevarla tú sola hasta allá? ¿Crees que podrías cargarla con lo grande y pesada que es? Nanodayo.

—La verdad que no lo había pensado hasta ahora —rió nerviosamente mientras rascaba su nuca—. Bueno, pasen.

—Qué tonta —la insultó el ex-vice capitán de la Kiseki No Sedai, dedicándole una fría y cortante mirada.

—Shin-chan, esa no es la forma de tratar a tu medio tomate.

—Cállate, Takao —ordenó, frunciendo el ceño.

Cuando Takao vio la maqueta, preguntó sarcásticamente:

—¿En serio piensan presentar eso? ¿No creen que se pasaron tan solo un poquito?

—No —replicó Midorima.

—La maqueta que hice con mi compañero es solamente el cuarto del tamaño de esta —comentó Takao mientras la alzaba—. Y sí que pesa.

—Bueno, espérenme, ya casi estoy lista —pidió ella y Midorima resopló.

—Apúrate entonces, tonta.

—No te atrevas a apurarme, idiota —dicho esto, corrió escaleras arriba y guardó sus libros y lápices en su mochila a toda prisa. Se maldijo a sí misma por no haberlo hecho anoche, pero es que después de repasar para la lección de Historia de hoy quedó exhausta y directamente se fue a la cama sin ordenar nada.

Se colocó su abrigo, peinó un poco su negro cabello con los dedos, alzó su mochila y corrió escaleras abajo. Entró a la cocina y prácticamente se atragantó con un sándwich. Tomó un vaso de jugo rápidamente, y salió.

—¿Y Takao? —inquirió, cerrando la puerta con llave.

—En la carreta.

—¿Carret... —guardó silencio al ver a Takao sentado sobre una bicicleta que estaba unida a una carretilla—. ¿Qué mierda es esto?

—El transporte —contestó Midorima, sentándose en la parte trasera, junto a la maqueta y su lucky item: una réplica de un pingüino hecho de plástico en tamaño real.

—Sube, Aya-chan —dijo Takao con una sonrisa.

—Takao, ¿cómo soportas tanto peso? —preguntó la pelinegra—. Y tú — —ahora le habló a Midorima—, ¿cómo puedes ser tan cruel de obligarlo a llevarte de esta manera?

Eres un idiota ~ |Midorima Shintaro| - EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora