Capítulo 11

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Los resoplidos cual caballo de un pobre pelinegro, junto con el sonido de las ruedas de la carreta siendo arrastradas por el pavimento le causaban a Tachibana bastantes ganas de decirle algunas cosas no tan bonitas al señor "friki de los horóscopos". Pero, justo antes de que abriera la boca, Takao, como si le hubiese leído la mente, dijo:

—Maldición, se suponía que tendríamos que haber cambiado en el semáforo. ¡No has pedaleado ni una sola vez!

—Por supuesto que no. El horóscopo de Oha-Asa de hoy predijo algo grandioso para los cáncer como yo —comentó, mientras tomaba un sorbo de su bebida.

—¿Y qué tiene que ver eso con esto? De todos modos, estamos haciendo esto sólo para ver un partido de práctica... ¡Más vale que tus compañeros de la secundaria valgan la pena!

—Son el copión y el hombre fantasma.

—¿Son buenos?

—Mejor apresúrate, o el partido habrá terminado.

—Pero si es culpa tuya por andar leyendo horóscopos —intervino Ayame, quien se encontraba sentada junto al peliverde, mientras observaba el paisaje a su alrededor. Midorima la miró con una expresión de fastidio que perturbó un poco su paz, pero que la joven decidió pasar por alto—. Kazunari, ¿seguro que no preferirías que me bajase?

—Pero si no eres para nada pesada. De verdad, casi ni noto la diferencia entre cuando estás o no en la carreta, Aya-chan —respondió él, haciendo un intento para nada exitoso de no de parecer fatigado y esbozando una sonrisa.

Tachibana, harta de la actitud tan egoísta de quien se encontraba sentado a su lado, lo fulminó con la mirada.

—Basta de mirarme así —ordenó, dando otro sorbo—. Y, si tanto te preocupa lo cansado que pueda estar Takao, ¿por qué no pedaleas tú?

—Créeme que lo haría, pero sólo pedalearía para él, no para un idiota como tú.

Takao hizo todo lo posible para suprimir las carcajadas que amenazaban con salir, y Midorima la miró de mala manera. Ayame, cansada de la conversación, volvió a pasar por alto la mirada cortante que el ex vice-capitán de la Kiseki No Sedai le dedicó, y volteó la vista hacia el lado contrario.

Tenía cosas más importantes que pensar.

El recuerdo de cierto pelirrojo invadió su mente, al igual que las dudas.

¿Y si él no se había unido al club de baloncesto de Seirin y había insistido en ir a presenciar el partido en vano?

"No, eso es imposible, es Taiga, él definitivamente ESTÁ en ese club."

¿Y si estaba enojado con ella por no haberle respondido las cartas?

"Por algo han dejado de llegar..." reflexionaba la joven, ahora asustada y dolida por tal posibilidad.

¿Pero qué otra cosa podía haber hecho? Al leerlas, no tuvo la más remota idea de qué contestarle, porque sentía que un simple "lo siento" no era suficiente, por eso no había respondido nunca...

Y pensar que aunque trató de ignorarlo, y de que no quiso despedirse, el chico le había escrito cartas...

Qué egoísta la hacía sentir ese hecho...

—¡Ya, tonta! ¡Deja de soñar despierta!

La voz del ojiverde la sacó abruptamente de sus pensamientos.

—¡¿Qué?!

—Si todavía quieres ver el partido, tenemos que correr.

Al echar un vistazo a su alrededor, Tachibana se sobresaltó. ¿Cómo es que el sonido de tantas bocinas de autos y camiones siendo tocadas a la vez no la habían hecho volver a la realidad? ¿En qué momento se habían metido en un lugar con tanto tráfico?

Eres un idiota ~ |Midorima Shintaro| - EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora