Capítulo 4.

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¿Amor?

Ha pasado una semana desde aquél día en que Cori vino a mi casa a altas horas de la madrugada, huyendo de un problema que por cualquier lado que lo vea es absurdo. Las marcas de su cuerpo han desaparecido por completo pero hay ciertas cosas que aún siguen ahí.

Esa sensación de que su padre es una mierda de persona, por ejemplo.

Mientras estoy acá, acostado en mi cama, con Cori durmiendo en un colchón a la par—ya hace una semana que él no regresa a su casa—miles de ideas cruzan por mi cabeza y pienso que tal vez sea lo mejor para él en este momento quedarse en mi casa hasta que encuentre el suficiente valor para volver y enfrentar eso que le persigue como una hiena y trata de carcomer la poca felicidad que carga consigo. Trato últimamente de que esa felicidad crezca hasta más no poder. Me encanta verle sonreír, verle tontear, verle leer, y ver cómo disfruta cada cosa que hace. Estos siete días que ha estado viviendo conmigo me han hecho comprender muchas cosas a las que era ajeno en cuanto a Cori. Me contó que su madre quedó embarazada en un principio de él porque su padre la violó. Culpa fervientemente a su madre de ser estúpida por quedarse con el hombre que una vez le causó daño y que luego terminara enamorándose de él.

Cori parece sentirse un asco por haber sido concebido de esa forma, pero dice que hubiese sido peor si lo abortaban. Al menos está vivo, dice él.

"El mundo se está asfixiando de personas, Sasha, cada vez hay menos seres humanos", me dijo una noche mientras hablábamos de lo triste que es la vida algunas veces.

Creo que tiene mucha razón. Tal vez lo que un adolescente como yo crea, o piense, o haga sea estúpido para la mayoría de adultos que consideran importante tonterías políticas y cuestiones económicas. A veces llego a pensar que el mundo estaría mejor sin ellos. Digo, pues muchas cosas fueron causadas por personas que creyeron haber madurado cuándo lo único que maduró fue la estupidez y evolucionó a ser no más que excremento en su cráneo. No digo que todos las personas adultas sean unos completos idiotas, solo digo que hay demasiados idiotas y pocos adultos. Veamos el caso de Hitler ¿Quién demonios le dijo a él que los judíos no tenían cabida en este mundo? Sinceramente a veces me sorprendo del por qué esa enfermedad tan extraña con la que carga la humanidad desde que Adán y Eva pecaron no se me ha pegado demasiado. Quién sabe y qué cretino sería. Gracias a Dios.

Escucho gemidos. Cori se está despertando.

—¿Qué hora es?—me pregunta con voz somnolienta.

Cori alza sus brazos y se estira.

—Las ocho. Aún es temprano.

Estos días atrás mis despertares han dejado de ser solitarios como solían ser hace dos semanas atrás. Cada día despierto y me encuentro con Cori que duerme a la par de mi cama, con aquel rostro que transmite una paz total pero que sé que por dentro, en su corazón, lleva una jodida masacre de emociones. Cada nuevo día nos despertamos y charlamos recostados en nuestras camas—bueno, él en su colchón porque no quiso ocupar la habitación de mis padres—sobre temas bastante extraños. Algunas veces hablamos del cereal, cosa que se tornó interesante sin siquiera notarlo, otras tantas acerca de chicas o alguna que otra película porno que hayamos visto. La realidad es que ambos sabemos muy poco de esas producciones cinematográficas, si me sé algunos cuatro nombres de películas para adultos entonces son demasiadas porque son pocas y muy contadas las veces en que veo películas de ese tipo. Solo lo hago cuando realmente la necesidad lo amerita. Y debo de decir también que en la euforia por manosearme el nombre de la película es en lo último en lo que me fijo.

Pero bueno, qué se le puede hacer.

—¿Qué vamos a desayunar ahora?—le pregunto—. Ayer olvidé ir al supermercado a comprar lo de este fin de semana.

Sasha: Diario de un chico adolescente. (Vol. I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora